Juan Gualberto Gómez: entrañable amigo de Martí

Foto: Tomada de internet

La orden de iniciar la Guerra Necesaria la plasman en fino papel envuelto en un tabaco que porta en su bolsillo Miguel Ángel Duque de Estrada y entrega en La Habana al encumbrado periodista Juan Gualberto Gómez.

“…es joya grande y el único que prepara en masa la opinión. El excelente Juan Gualberto Gómez”, expresa José Julián Martí Pérez del mulato matancero a quien confía la misión de trasmitir la orden de los alzamientos simultáneos que estallan el 24 de febrero de 1895.

Al consagrado soldado de ideas, sus raíces esclavas le llegan por sus padres pertenecientes a la dotación del ingenio Vellocino, en Sabana del Comendador, Matanzas, donde nace el 12 de julio de 1854.

Sus progenitores al conseguir su propia liberación se trasladan a la capital y garantizan la educación del hijo, quien por su inteligencia merece viajar a París para aprender el oficio de artesano de carruajes.

En Francia entra en contacto con lo más adelantado del pensamiento de la época, que lo alejan de la construcción de coches y lo ponen en la ruta de la independencia al conocer a los patriotas Francisco Vicente Aguilera y el general Manuel de Quesada.

De vuelta a Cuba en 1878, funda el periódico La Fraternidad, al cual convierte en órgano de combate contra la discriminación racial. En esos trajines conoce a José Martí cuando todavía estaba lejos de convertirse en el Apóstol de la Independencia. La amistad que ahí surge resiste la prueba del tiempo y la distancia, esa que se forja en la unión de ideales.

Juan Gualberto Gómez transita por dos siglos de lucha independentista y su irreverencia lo hace presente a lo largo de su fecunda vida revolucionaria y labor periodística aguda comprometida con la abolición de la esclavitud, contra el racismo y por la independencia de la dominación española, que lo conducen al destierro y a cumplir prisión. Retorna a la Patria en 1890.

Apasionado de la cubanía, en su artículo ¿Por qué somos separatistas?, publicado en La Fraternidad el 23 de septiembre de 1890, demuestra el antagonismo entre Cuba y España y el porqué para la primera resulta necesaria, e incluso afirma que somos un pueblo americano con características propias: “Ni el hijo del peninsular es español, ni el hijo del negro es africano”.

En los días iniciales de la Guerra Necesaria sufre un nuevo destierro a la península. Por infortunio, Martí, su entrañable amigo, cae en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, a unos meses de comenzada la contienda y continúan la insurrección armada Máximo Gómez Báez, Antonio Maceo Grajales y otros héroes de aquella epopeya, pero cuando casi tienen ganada la guerra la frustra la intervención estadounidense.

Regresa a Cuba en 1898. Por su temple y principios innegociables rechaza todo tipo de soborno de las autoridades coloniales que pretenden acallarlo y solo consiguen que él profundice en su sentimiento conspirativo, tanto en el cumplimiento del mandato martiano como en los días de la ocupación norteamericana.

Si su pluma brilla contra el colonialismo español, lo hace más contra el imperialismo.

Es admirable su postura en la Asamblea Constituyente de 1901, donde alza su voz para condenar la oprobiosa Enmienda Platt, apéndice que cercena nuestra independencia.

Pocas veces ha brillado más un periodista que contra el grillete plattista que perseguía la anexión de Cuba a Estados Unidos. Al cumplirse el aniversario 170 de su natalicio, los periodistas cubanos tenemos en su legado una referencia imprescindible.

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Historia Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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