Cuánto siento el no haber sido/ tu compañero de siempre,/ no haberte brindado mi vida./Cuánto sufro no haber sido,/el que cayera a tu lado/, hermano, ¡hermano mío!, /que solo me dejas, rumiando mis penas sordas./Llorando tu eterna ausencia/.
En esta última estrofa del bello poema titulado A mi hermano Josué, a mi niño querido escrito por Frank País García, jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, se lamenta de no haber estado a su lado para morir por él, cuando las fuerzas represivas lo asesinan el 30 de junio de 1957.
Existía una admiración mutua entre Josué y el hermano mayor Frank, quien influyó en su inclinación a la lucha contra el tirano Fulgencio Batista.
Con solo 19 años, el benjamín de los País García –eran tres hermanos– participa en protestas estudiantiles y sabotajes hasta sufrir varias detenciones y golpizas de los esbirros.
El domingo 30 de junio de 1957, el sicario Rolando Masferrer Rojas organiza un mitin en el parque Céspedes de Santiago de Cuba, para restar valor a los éxitos del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.
Los combatientes clandestinos deciden sabotear la farsa, planean colocar explosivos en sitios próximos al lugar y la salida de comandos que dispararían al aire para disolver a los reunidos, pero el grupo designado para colocar los petardos no cumple su misión; no obstante, parten a ejecutar la suya Josué País García con Floro Vistel Somodevilla y Salvador Pascual Salcedo.
Entonces, los detecta una patrulla que los persigue; en las calles Martí y Crombet, otra les cierra el paso. Cogidos entre dos fuegos, un disparo hace diana en uno de los neumáticos y el automóvil para.
Floro y Salvador son los primeros en sucumbir dando la batalla, mientras Josué, herido, resiste. Sale del auto, se protege tras un muro y sigue defendiéndose a tiros hasta caer abatido. Testigos afirman que estaba con vida al ser capturado.
Los féretros de Josué, Salvador y Floro van cubiertos con banderas del 26 de Julio y los santiagueros corean el Himno Nacional. Antes de partir para el cementerio, Doña Rosario ordena: “Dejen el sarcófago abierto, para que Josué pueda ver a su pueblo que lo sigue”.
En el citado poema escrito a la memoria de su idolatrado hermano Frank País García lo describe como un nervio de hombre en cuerpo joven, con coraje y valor en temple acerado.
A 63 años de derramar su sangre por la Patria los revolucionarios Josué, Floro y Salvador el pueblo cubano los recuerda cada año en el sitio donde cayeron con heroísmo quienes prefirieron morir peleando antes de ser atrapados vivos y son un símbolo para nuestros jóvenes que enfrentan las más disímiles y complejas tareas.
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