Díaz-Canel abrazó al pueblo estadounidense en las calles de Nueva York, donde se defendió a la Isla
Autor: Granma | internet@granma.cu

Aplausos y ovaciones, que se hicieron cada vez más sentidos en la medida en que se acercaba a la esquina de Lexington y 38, en la ciudad de Nueva York, antecedieron al minuto en que el Presidente de Cuba extendió su mano y se mezcló entre la multitud que se manifestaba en apoyo a la Mayor de las Antillas.
El Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba tomó un micrófono y sumó su voz a aquellas que coreaban, también cada vez más fuerte: «Cuba sí, bloqueo no», justamente en la urbe en la que el Gobierno de ese país desoye, desde hace 30 años, el pedido del mundo de acabar con la criminal política.
A la vez que estrechaba manos y se abrazaba con los presentes, tensando los cordones de seguridad, Díaz-Canel les expresó a quienes allí exponían sus sentimientos y su agradecimiento, en nombre de las cubanas y los cubanos: «Muchas gracias por la solidaridad, muchas gracias por el apoyo, muchas gracias por estar aquí con nosotros», les dijo, con la voz tomada por la emoción.
De la multitud salió una joven, que tomó la palabra y también el corazón de Cuba, el país al que le habló desde lo más profundo del alma. «Gracias, Cuba, por ser un ejemplo de lo que es una sociedad humanista, con valores revolucionarios. Gracias a Cuba por ser esperanza alrededor del mundo y por globalizarla. Gracias a Cuba por darnos la oportunidad de ver lo que es posible y lo que es necesario. Gracias, Cuba», exclamó.
Cuando las redes sociales mostraron las imágenes, en videos y fotos, en este verde caimán pensamos en Fidel, y en cómo, ahora, su continuidad llenó de orgullo cada centímetro patrio.
Díaz-Canel salió con el pecho henchido a extender la mano amiga y solidaria, en representación de un heroico pueblo, que resiste y crea, que no se da por vencido; que lleva en sus entrañas aquella frase de su Comandante en Jefe, de que «la fuerza de Cuba está en las ideas y en su ejemplo», y a ellos no se pueden ni aislar ni bloquear, mucho menos ponerlos en espurias listas de países que, supuestamente, patrocinan el terrorismo.
Díaz-Canel salió a las calles de Nueva York a defender a Cuba, a su Revolución, a defender a su pueblo, junto a esos hombres y mujeres que, en el mismo corazón del imperio, tal cual él dijo, «en vez de levantar muros, tienden puentes».
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