
I
Devasta, enluta y nos daña
la pandemia, Comandante,
y el mundo espera, anhelante,
que termine tanta saña.
También la sucia maraña
de odios, tretas y conflictos
llegan en torpes edictos
del imperio decadente,
pero este pueblo insurgente
sigue tus pasos invictos.
La muerte cobra a la vida
desastrosas decisiones,
y hay más equivocaciones
mientras más grave es la herida.
A un lustro de tu partida
un cisma impone su veda
a la razón, y la enreda
en sus hilos de locura,
y en lugar de la cordura
se alza el “sálvese quien pueda”.
II
Y Cuba, en tal escenario,
prende la llama del bien,
y ya vacuna también
con su aporte solidario.
En el quinto aniversario
de tu partida nos retas
a conquistar nuevas metas
y hacer un mundo mejor
en el que escudos de amor
detengan las bayonetas.
III
Ofrendas de amor eterno
te llegarán, Comandante,
porque ni por un instante
se ha cerrado tu cuaderno.
Lo actualizará el Gobierno
con criterio de experticia,
enfilando su pericia
hacia empeños superiores
con los que rendir honores
a tu obsesión de justicia.
En tiempos de resistencia
tu legado se renueva,
y cada tribuna eleva
tu visionaria advertencia.
La criminal apetencia
de un enemigo insaciable
convierte en irrevocable
tu mandato de firmeza,
y con esa fortaleza
Cuba será inexpugnable.
POR Martín Rodríguez Rodríguez
Colaborador y profesor de la universidad Jesús Montané Oropesa
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