Familia, refugio de amor

Existen muchas nociones de lo que debe ser la familia perfecta. Para algunos debe tener las clásicas figuras paterna y materna en aras de consolidar las diferentes aristas que ayudarán a formar el carácter de las nuevas generaciones. Sin embargo, para otros –no tan pocos– la familia ideal solo lleva implícito un detalle, amor.

Redacción Digital

Por estos días se celebraron en Cuba dos fechas que no son para nada excluyentes: el día de las familias y el de la lucha contra la homofobia y la transfobia.  Y es que en pleno siglo XXI, en esta Isla caribeña aún persiste –en gran medida– el machismo como marca impresa en el ADN y la mentalidad. Sin embargo, son innegables los pasos que se han dado con vistas a crear una sociedad más inclusiva.

En la Cuba de hoy se ha vuelto casi tan común encontrar una familia conformada por un hijo y una madre soltera, como un hijo, su madre y su pareja, otra mujer. Las hay también de nené, mamá y padrastro y papá y su pareja, otro hombre, sin que ello limite las buenas relaciones y sobre todo la crianza responsable y afectiva.

No es preciso ser sicólogo para entender que padres felices y plenos, sin el peso de las frustraciones por no responder a los esquemas que la sociedad muchas veces impone, serán mejores educadores para sus retoños. Esos que conocerán entonces que la sexualidad tiene matices, que la autoaceptación y la autoestima son tan vitales como el aire, que ser feliz es más importante que ser “políticamente correcto”.

Sin que los extremistas –que siempre los hay– asuman este texto como una oda a la “nueva corriente de la homosexualidad”, sí es una forma de visibilizar que para ser un buen padre o madre, tío o abuela, no es preciso encajar siempre en el molde.

Esa teoría de que los niños imitarán el comportamiento sexual de uno de sus progenitores si este es homosexual, hasta ahora ha probado ser solo eso, una teoría. Lo que sí está comprobado es que los más pequeños entienden de amor, de respeto y de tolerancia, conductas que reproducen si son educados en ellas.

Toca entonces volvernos padres, familias, amigos, ciudadanos más emocionalmente inteligentes, más abiertos a entender nuestras diferencias y abrazarlas en aras de construir una sociedad más armónica. Toca enarbolar el amor como bandera para que los lazos de familiares no se resquebrajen ante la ignorancia,  será ese nuestro mejor legado a las generaciones que están por venir.

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Isla de la Juventud Opinión
Yenisé Pérez Ramírez
Yenisé Pérez Ramírez

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana

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