
“Oh, que dulce es morir cuando se muere luchando audaz por defender la patria”, escribió José Martí al final de su obra Abdala y honró sus versos al ofrendar su vida el 19 de mayo de 1895.
A 127 años de su caída en combate en Dos Ríos, una representación del pueblo pinero en el emblemático Monumento Nacional y casa museo finca El Abra, que perpetúa su estancia aquí en 1870, evocó en esta jornada de jueves la vida breve, pero fecunda, del Héroe Nacional, organizador de la que llamó la Guerra Necesaria, con la cual los cubanos volvieron a arremeter contra España para liberar la nación del colonialismo.

Entre música, danza y poesía el talento artístico –en lo fundamental de la escuela elemental de arte Leonardo Luberta Noy– enalteció desde la belleza la existencia y obra del hombre de estatura universal.
Carmen Cadena Mecías, profesora e historiadora, en las palabras centrales del acto político cultural dio respuesta a la interrogante de por qué Martí vino a Cuba y fue al combate desobedeciendo la orientación del General en Jefe Máximo Gómez Báez.
“Viene a Cuba precisamente a combatir, su objetivo era estar entre los combatientes, compartir su vida y muerte; en parte ese era un anhelo suyo desde el 1868, pero en este momento su propósito fundamental es crear en Cuba, donde como se decía en aquel tiempo, se estaba batiendo el cobre y donde ya había estallado la guerra, la república, la Revolución en la cual no se podía dar cabida a los errores de atrás.
“Ese fue su proyecto, del cual su grupo gestor fue el Partido Revolucionario Cubano que él creó, organizó y unió. Su objetivo político esencial fue venir a crear la Constituyente y a eso iba hacia Camagüey. La guerra es la guerra y Dos Ríos fue un fatídico evento en el cual participa y pierde la vida”.
En la cita con la historia se rememoró su legado que hasta la actualidad continúa siendo fuente de motivación y enseñanza para el pueblo y los martianos de todo el mundo.



