
A sus 31 años Dayana Coss Delgado, instructora de arte de danza y jefa de cátedra de la especialidad en la Casa de la Cultura Municipal es una joven profesionalmente realizada; hace lo que le gusta, lo siente y disfruta.
Y no podía ser de otra manera, de solo escucharla hablar una infiere que su trabajo le apasiona. Lo de enseñar y bailar le corre por las venas y desde pequeña tenía bien claro lo que quería ser.
“Siempre quise ser profesora; recuerdo que me gustaba participar con las otras niñas del barrio en las actividades del CDR. En la secundaria básica también me seleccionaban para los chequeos de emulación porque veían en mí esa creatividad y deseos de hacer en función del arte”.
Este 18 de febrero se conmemora el Día del Instructor de Arte y a Dayana la encuentro con las niñas de su taller ensayando para la gran actividad que se realizará en la noche de esa jornada. Tiene a bien volver atrás en los años y recuerda cuánto se esforzó para optar por el curso de instructores de arte que se desarrollaba en el Municipio por sexta vez y todo lo que ha hecho hasta la actualidad.
“Vi que la carrera era mi oportunidad de estudiar lo que quería. Estudié, me gradué y mi primer año de trabajo fue en la escuela primaria Celia Sánchez; luego me trasladé a Patria donde impartí clases a los muchachos de secretariado y mecánico automotriz y alcancé la máxima evaluación, después llegué aquí, a la Casa de la Cultura.
“Lo que más disfruto es trabajar con niños. Ver el proceso desde que tienen cuatro o cinco años hasta que logran entrar en la escuela de arte que es mi principal propósito, los que no lo hacen les seguimos dando talleres hasta que son jóvenes”.
Con varios reconocimientos por su desempeño como profesora y coreógrafa en las Fiestas Pineras, esa es otra arista de su trabajo que le place mucho realizar.
“Para ellas buscamos niños y jóvenes aficionados que nunca han dado talleres y tienen el deseo de subirse a una carroza porque les gusta, es su sueño y solo tenemos tres meses para prepararlos, que lo hagan y bien porque el objetivo es brindarle al pueblo un espectáculo de calidad. Lleva gran esfuerzo la verdad”.
Confiesa que le encanta la danza de creación: “Las clases de composición, los niveles porque el niño chiquitico desde ahí es que empieza a ser creativo; los ponemos hacer de animales, objetos y en su mente van creando y adquieren en ascenso un desarrollo notable”.

Y si un reto ha tenido en sus más de 15 años de trabajo es La Colmenita Pinera: “Llegué a tener alrededor de 150 alumnos, pero todos muy disciplinados. Es algo que demanda mucho de mí, como el proyecto de género urbano en el que ahora me encuentro inmersa con jóvenes varones y para lo cual tengo que estudiar y prepararme. Eso además de los tres talleres que tengo acá con La Colmenita, otro con jóvenes y un tercero de personas más adultas que son mi cotidianidad.
“Digo que me muero aquí en la Casa de la Cultura porque es lo que más anhelo en la vida, trabajar en este lugar. Lo amo y creo que si no amas tu trabajo no eres nada. Lo que más me satisface es que los muchachos me digan, profe, gracias, aún los ya profesionales porque se formaron aquí. Ser instructora de arte es lo que soy y seré”.