
El pasado 10 de julio, las Jornadas Antiimperialistas Moncada volvieron a convertirse en una trinchera de pensamiento crítico en la Semana Negra de Gijón. En esta ocasión, el periodista y analista geopolítico Roberto Montoya presentó su último libro, Trump 2.0. El retorno del autócrata, publicado por Akal, con una intervención tan sobria como demoledora. El foco no fue una posibilidad futura, sino un presente urgente: Donald Trump ya ha regresado a la Casa Blanca, y lo ha hecho para consumar una ofensiva global con consecuencias dramáticas para la democracia, la paz y el equilibrio internacional.
El acto fue presentado por Roberto Sánchez Ramos “Ribi”, quien trazó desde el primer momento un marco político y emocional que interpeló a todas las personas presentes. Ribi comenzó recordando que casi 90 años atrás, otro presidente, el mexicano Lázaro Cárdenas, acogió con dignidad a los exiliados de la República española. Hoy, dijo, la Asociación que lleva su nombre no puede sino ponerse del lado del pueblo palestino, convertido en víctima de un genocidio impune y silenciado. En un discurso encendido y lúcido, denunció la hipocresía de las potencias occidentales, que “boicotean la resistencia y aplauden la masacre”, al tiempo que ironizaba con la “ciudad humanitaria” que Trump y sus aliados proyectan en Gaza: “un campo de concentración para 600.000 personas”. Ribi también evocó con amarga ironía la reciente entrada en prisión de las seis sindicalistas de La Suiza, acusando a una justicia que “muerde siempre a los descalzos” y concluyó con un homenaje emocionado: “Nosotros somos el sol, y los hijos de puta son los que traen las nubes negras acompañadas de bombas para matar mujeres y niños”.
Por su parte, Juan Ponte, director general de la Agenda 2030 del Gobierno de Asturias, reivindicó el sentido profundo de las Jornadas Moncada en un contexto de extrema gravedad internacional. En un breve pero elocuente discurso, recordó que la Agenda 2030 —maltratada por los voceros de la ultraderecha— se basa en tres pilares esenciales: la sostenibilidad social, la sostenibilidad medioambiental y la sostenibilidad económica o gobernanza democrática. Ponte recordó la advertencia temprana de Fidel Castro en la cumbre de Río de Janeiro de 1992: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer: el hombre”. La cita sirvió como hilo conductor para conectar el antiimperialismo clásico con las nuevas luchas ecosociales. “La crítica al capitalismo fósil no es una moda, es una necesidad de supervivencia”, dijo Ponte, señalando cómo el nuevo mandato de Trump no solo agrava la crisis climática, sino que acelera la destrucción de los derechos sociales y civiles a escala global.
Ya en su intervención, Roberto Montoya planteó con claridad que Trump no es solo una figura política: es la expresión condensada de un nuevo modelo autoritario y oligárquico que aspira a rediseñar el mundo. Si en su primer mandato tuvo que enfrentarse a resistencias internas dentro del Partido Republicano, hoy cuenta con el control del Congreso, del Tribunal Supremo y con una base social fanatizada dispuesta incluso a la insurrección. Montoya explicó cómo el trumpismo ha sabido agrupar a los perdedores de la globalización y a las grandes fortunas tecnológicas en un bloque social paradójico, pero eficaz: “Ha logrado algo que no consiguieron ni Reagan ni Bush: movilizar, estructurar y blindar una corriente reaccionaria que no se limita a Estados Unidos, sino que es referente para la extrema derecha global”.

El periodista alertó de que este segundo mandato no solo multiplica las redadas y deportaciones masivas —con objetivos de hasta 3.000 personas por día—, sino que impone una reforma fiscal regresiva, desmantela la sanidad pública, recorta libertades sindicales y consagra el negacionismo climático. Pero es en el terreno internacional donde Montoya desplegó su análisis más crítico. Señaló cómo Trump ha forzado a los aliados de la OTAN a elevar su gasto militar al 5% del PIB, ha amenazado con anexionarse Groenlandia y Canadá, y ha dinamitado toda mediación diplomática en Oriente Medio. “La Unión Europea, desdibujada y sumisa, no ha sido capaz ni siquiera de condenar de forma unánime el genocidio en Gaza”, denunció Montoya.
Asimismo, advirtió sobre la ofensiva directa de EE.UU. contra Irán, tras los bombardeos a sus instalaciones nucleares, y el riesgo de una conflagración regional de consecuencias incalculables. “Israel está aprovechando un contexto geopolítico favorable para arrastrar a Washington a una guerra que podría incendiar todo Oriente Próximo”, afirmó. China, añadió, observa con preocupación el deterioro de la región, dado su interés estratégico por mantener la estabilidad en zonas clave para su abastecimiento energético y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.
Montoya concluyó subrayando que Trump 2.0 no es una continuación, sino una radicalización. No estamos —advirtió— ante un presidente excéntrico, sino ante un autócrata en formación que ha empezado a desmontar las instituciones republicanas desde dentro, limitando incluso el poder de los jueces federales para frenar sus órdenes ejecutivas. “Está probando hasta dónde puede llegar. Y por ahora, nadie lo está deteniendo”. Su llamado final fue claro: sin movilización social, sin organización política internacionalista, sin una izquierda que recupere la iniciativa, el proyecto trumpista puede consolidarse como la nueva normalidad autoritaria del siglo XXI.
Con este acto, las Jornadas Moncada reafirman su papel como espacio de resistencia intelectual y compromiso político. Frente al avance del nuevo ciclo imperialista, en Gijón volvió a alzarse una voz clara: la del internacionalismo, la de la denuncia de las guerras y la del pensamiento crítico que no se resigna. En palabras de Montoya, recordando a Fidel: “Hágase más racional la vida humana, páguese la deuda ecológica y no la deuda externa, desaparezca el hambre y no el hombre”. Un mensaje para el presente que interpela ya al futuro.

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