
Ni durante la ceremonia, efectuada en el Salón de Protocolo El Laguito, en La Habana, trasmitida por el Noticiero, alcancé descifrar su rosto, el del trabajador de Transporte Público, el chófer del “camello” o simplemente “El Mulo”, como muchos lo llaman. Quizá por esa manía que tienen los nasobucos de ocultar los rostros.
Ese día, previo a la fiesta del proletariado mundial y cuando el corazón se le ensanchaba por la emoción, un guajirito devenido pinero recibía de manos de Miguel Díaz-Canel, primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, el Título Honorífico de Héroe del Trabajo.

Solo cuando vi pasar algunas de las fotos mostradas por las redes sociales de su llegada al Municipio pude percatarme que ese hombre callado, de baja estatura y paso lento, con el que tantas veces me crucé en el barrio y hasta intercambiamos saludos era el Héroe: Modesto Samón Pérez, el cuarto que en el territorio recibe esta condecoración, una de las más importantes que otorga el Consejo de Estado.
Todavía no salgo del asombro. Sin saberlo tenía ante mí a uno de esos tantos héroes anónimos que no vuelan ni tienen súper poderes y sí van por la vida callados, modestos, alegres, incansables y con el alma noble arrastrando, contagiando, trastocándolo todo con su ejemplo y trabajo.
Ahora la curiosidad periodística me late, siento que quedan historias por desentrañar, por eso desde su llegada al Nueve Plantas, donde los vecinos, familiares y directivos lo recibieron, aplaudieron y felicitaron, estuve tras su búsqueda, esa que tuve que suspenden porque en estos tiempos de covid-19 ante cualquier sospecha es preciso limitar los movimientos.
Entonces apelé a otras herramientas que me brinda el oficio: Uf…hace mucho que me llaman así, eso de Mulo es por lo amable y trabajador que soy, dando siempre el ejemplo por donde quiera que paso.
Para todos los que se lo han ganado es un mérito grande, y resultado del buen ejemplo que les damos a todos los trabajadores.
La entrega fue un momento memorable, sobre todo al ser entregado por el presidente del país. Fue mucha la emoción, nos dijo que había que seguir pal ante.
Días después estuve en el desfile por el Primero de Mayo en La Habana, hacía dos años que no teníamos marcha por la pandemia, pero fue masiva, había mucha gente y pude ver también a Raúl contento, feliz; eso fue como otro estímulo.
Bueno, lo del Título Honorífico se debe a mi trabajo, es lo que más he hecho en mi vida. Soy del oriente del país, pero llegué al territorio en el 86, aquí me siento bien, creé mi familia, pero siempre añoro mi tierra, aunque en realidad creo que ahora soy de Cuba entera. Desde entonces laboro en el sector del Transporte, ahí he sido custodio, fregador, ponchero, hasta llegar a conductor.
Pero estoy donde se me necesite, así he estado dando mi contribución en los contingentes Lázaro Peña para la recogida de toronja, el 26 de Julio, el Batallón Comunista, las movilizaciones para la agricultura.
En una ocasión acepté integrar una brigada para ir a la capital del país para el corte de caña, mi compañero y yo nos convertimos en “millonarios”, fuimos los que más picamos.
Recuerdo, también, cuando me llamaron para apoyar la construcción de viviendas a los damnificados de los ciclones, convertimos algunas secundarias en el campo en edificaciones familiares, quedaron buenísimas, la gente se quedó no solo contenta sino también asombrada. Ahí me hice albañil. Ahora me encuentro en la ofensiva contra los mosquitos, dando mi granito de arena en la campaña antivectorial.
Por esa respuesta ante el trabajo, nunca decir no y estar dispuesto siempre he recibido durante 20 años consecutivos la condición de Vanguardia Nacional, la orden Lázaro Peña de primer y segundo grado, la de por más de 35 años en el sector del transporte y otros reconocimientos y estímulos.
¡Ah!.. cuando llegué a la Isla, luego de la condecoración, tuve un recibimiento que no me esperaba. Los dirigentes del Partido y el Gobierno, hasta el director de la empresa y mi familia me esperaban en el aeropuerto.
Luego estuvo en mi centro de trabajo y al final en el barrio, en el reparto Abel Santamaría, vivo en el Nueve Plantas, ahí tuve muy buena acogida por los combatientes, factores de la comunidad y mis vecinos, muchos me felicitaban desde los balcones.
No soy muy buen matemático, pero llevo como unos 20 años viviendo en ese edificio, donde acepté, ante la negativa de algunos, ser presidente del CDR 3 de la zona 30, era mi deber, soy militante del Partido. Cumplimos con las tareas y la cotización por lo general la entregamos en los primeros meses del año.
Sí, también, soy donante de sangre desde hace unas cuantas décadas, tengo 59 años de edad y creo que desde los 20 estoy donando. Me satisface, es como salvar vidas y me han reconocido ese gesto.
No soy yo el único, en mi CDR tenemos más donantes. Este barrio es tranquilo, todos nos conocemos y llevamos como familia. Cuando yo estaba para La Habana, ellos fueron quienes ayudaron a los míos en lo que hizo falta.
Vivimos ocho en el apartamento, estamos apretadito, pero como dice la canción… relaja´o, hasta que se puede mejorar.
Mi familia ha aguantado a un “Mulo” duro, porque para yo lograr todo esto uno debe tener una familia que te ayude y apoye, por eso siempre digo que se merece todas las condecoraciones ganadas.
Yo? Seguir trabajando, no me cansa, soy un hombre de trabajo, y como dice Díaz Canel iremos pal ante poniéndole corazón a todo.
Sé que nos volveremos a cruzar en el camino a casa, pero esta vez mi saludo hacia este hombre parco y que emana una modestia admirable, será diferente porque ya sé que tengo ante mí a un Héroe de verdad, de esos que derriban montañas a golpe de trabajo.
Hasta el momento en la Isla de la Juventud se les ha entregado el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, una de las importantes condecoraciones que otorga el Consejo de Estado a cuatro trabajadores:
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Ricardo Iglesias Paniagua
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María Ramírez Anache
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Basilio Gowen Alfonso
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Modesto Samón Pérez
Imágenes de su llegada al territorio: Colaboración del telecentro Islavisión
