En su infancia prefería jugar en el parque Estrada Palma cerca de su casa, en Cárdenas, su ciudad natal. Le gustaba compartir los juguetes con sus amigos sin hacer distinción si eran de familias pudientes o hijos de las empleadas de su hogar.
“José Antonio Echeverría Bianchi era un niño muy bueno, pero si alguien trataba de cometer una injusticia frente a él, se ponía como una fiera: ¡Un corazón de oro, cargado de dinamita!”, testimoniaría un viejo guardaparque según refirió el periodista Pedro Antonio García en el artículo El camino de la libertad, publicado en la revista Bohemia.
Ya de joven, el alumno cardenense de la carrera de Arquitectura en la Universidad de La Habana, culto, humanista y de una gran madurez política simbolizaba la aspiración al cambio revolucionario en las filas estudiantiles.
Un cartel desplegado contra el tirano Fulgencio Batista en los carnavales habaneros de marzo de 1954, demostró que la Federación Estudiantil Universitaria (Feu), encabezada por Echeverría Bianchi aumentaría sus acciones contra aquel régimen de oprobio que llegó al poder mediante un golpe de Estado. También tuvo amplia participación en la campaña nacional por la amnistía de los Moncadistas que guardaban prisión en Isla de Pinos.
En el contexto de un país neocolonial el 24 de febrero de 1956, en el Aula Magna de la Universidad, durante la conmemoración de la fecha patriótica José Antonio hizo pública la creación del Directorio Revolucionario, brazo armado de la Feu.
Al respecto Faure Chomón Mediavilla, uno de sus fundadores, precisó: “Era un nombre muy vinculado a las luchas estudiantiles desde la dirección de la Feu de Julio Antonio Mella y los Directorios de 1927 y 1930.Y decidimos que no llevara la palabra estudiantil sino Revolucionario, porque incluía también los obreros y todos los sectores populares”.
Significativo resultó, en agosto de 1956, el encuentro del líder abogado Fidel Castro Ruz con José Antonio Echeverría, en México, donde suscribieron la Carta de México, que unió a la Feu y al Movimiento 26 de Julio. Ambas fuerzas revolucionarias llamaron a la unidad en la lucha para derrocar a la sanguinaria dictadura, realizar una legítima Revolución e hicieron el compromiso de llevar la liberación a Cuba en 1956.
Tres objetivos planeó el Directorio Revolucionario en las acciones del 13 de marzo de 1957: el asalto al Palacio Presidencial por un comando de 50 combatientes con armas automáticas para ajusticiar al dictador Fulgencio Batista en su propia madriguera, quien logró escapar. Al unísono, la toma Radio Reloj, por José Antonio y 15 hombres para difundir la noticia de la muerte del tirano y convocar a la insurrección nacional, pero la alocución nunca salió al aire por haber sido interrumpida.
El tercero, consistía en instalar en la Universidad de La Habana el cuartel general y luego entregarle las armas al pueblo en aras de comenzar una insurrección armada en la capital.
Momentos antes de partir hacia la emisora Echeverría escribió: “Esta acción envuelve grandes riesgos para todos nosotros y lo sabemos (…) Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo. Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo (…)”.
Aquel 13 de marzo, hace 66 años, tras desatarse una terrible persecución, con 24 años, cayó como un valiente José Antonio Echeverría a un costado de la Universidad, su muerte fue un duro golpe para el movimiento estudiantil y la Revolución.
Aunque una veintena de combatientes perdieron la vida se puso de relieve la heroicidad y ansias de justicia de una generación que representa un ejemplo vivo para nuestros jóvenes quienes están presentes en las grandes heroicidades de la Patria.
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