La finca Ángel Amador es uno de esos parajes donde el verdor de los sembradíos se impone a las circunstancias. Gobernada antaño principalmente por los frutales, desde hace algún tiempo allí también se producen cultivos varios, en especial en esta época cuando se aprovechan las áreas bajas para producciones como frijol y tomate.

Es un enclave donde el esfuerzo se ha visto recompensado. Años atrás el marabú se erigía como dueño y señor de esas tierras hasta que llegó Ulises Tobías García González y lo desterró a golpe de sacrificio y voluntad.
En aquel momento se acercó al lugar en busca de ayuda con un tractor, sin embargo, el embullo por trabajar la tierra fue más fuerte, dejó a un lado el sector del Turismo donde laboraba y tras un esfuerzo colosal hoy presume de cinco caballerías que hace producir continuamente.
“Vivía en el reparto Campesino, allí sembraba un poquito de tomate para elaborar puré con una minindustria en aquel entonces –recordó Ulises Tobías–, cuando llegué aquí el hombre estaba vendiendo el tractor y me embullé a trabajar en el campo.

“Llevo acá alrededor de 16 años, no fue fácil, pero vislumbré que había futuro, me vinculé al banco y mediante este fui buscando capital y desarrollándome hasta lograr desmontar cuatro caballerías, para entonces comenzar a plantar y crear condiciones para levantar la finca. Hoy poseo un nivel de desarrollo que me confirma que di el paso correcto”.
Asociado a la cooperativa de créditos y servicios Ramón López Peña, al agricultor lo acompañan siete trabajadores a quienes de manera constante impulsa a buscar soluciones a las vicisitudes, “no nos podemos sentar en la casa, hay que encontrar variantes por aquí, por allá, pero tenemos que lograrlo y así lo estamos haciendo.
“Comencé con la siembra de frutales cuando esta finca pertenecía al Movimiento de Cooperativas de Frutales, conocido como el movimiento de las 67 hectáreas –rememoró–; luego me fui extendiendo al resto de las actividades, incluyendo un poco de ganado para asegurar el estiércol. Mi fuerte siempre fueron los frutales, pero han decaído con las dificultades de la industria”.
En este instante el agricultor posee plantados frijoles –negro, colorado y bayo–, tomate, col, pimiento, casi una hectárea de piña y otros frutales como cultivos permanentes. La base de estos es el mango, pero además tiene chirimoya, tamarindo, marañón, carambola, fruta del pan…
Para el riego de los sembradíos García González ha tenido que buscar alternativas, sobre todo cuando se mueve a las áreas alejadas. “El riego lo ejecuto con petróleo, poseo electricidad en el centro de la finca, ahí tengo dos turbinas, pero se me han quemado en par de ocasiones, debo revisar si es la entrada de demasiada corriente porque las reparaciones son costosas. Por eso no he podido regar aquella zona que es donde primero sembramos, hasta que la humedad salga en este segmento.

“Hace alrededor de tres meses aquí no llueve, antier cayó un chubasquito que apenas mojó la tierra. Esa agua siempre hace falta porque aunque exista humedad se necesita que penetre para que pueda aportar los nutrientes.
“Estoy habilitando una laguna con una pipa que lleno en cualquier sitio donde encuentre agua, luego la traslado hasta acá y la bombeo hacía los sembrados. La cuestión es que no nos vamos a detener nunca”.
Explicó que debe permanecer vigilante a la zona más seca porque sufre afectaciones por el fuego como consecuencia de la sequía. En el caso del mango gracias a sus dimensiones es factible hacerle guardarraya. Este va destinado a la industria y el resto de las frutas frescas se distribuyen entre los diferentes puntos de venta de la capital pinera.
En relación con el manejo de las enfermedades que atacan a las plantaciones, señaló que en este tiempo los semilleros se enferman con bastante regularidad; en tal sentido se dirigen al Departamento de Suelo y Sanidad Vegetal donde les proporcionan un producto que es un hongo vivo el cual al aplicarlo a los semilleros combate el hongo que es lo que más daña las posturas de tomate y col en este caso.
“Después le aplicamos materia orgánica mezclada con la carbonilla adquirida mediante los fabricadores de hornos de carbón; todo eso combinado con el estiércol lo aplicamos de fondo, teniendo en cuenta que los suelos carecen de nutrientes y este compuesto los enriquece.
“Estoy ubicando tanques en la cabeza de los campos de frijol para empezar a macerarle y aplicarle atajanegro al trips, ya que está al salir la flor del frijol y de esta forma poco a poco vamos resolviendo, porque no tenemos con qué combatir las enfermedades”.

Otra adversidad que enfrentan García González y sus hombres es la constante amenaza que generan las bandadas de guineos salvajes, una calamidad para la labor en el campo. “Aquí vemos bandos que no bajan de 30 animales. Por la mañana con un perro negro que tenemos logramos espantar las aves, pero al marcharnos regresan. Es complicado, porque el tiempo que empleas con la escopeta es tiempo que dejas de trabajar”.
Sobre el enfrentamiento a los malhechores que permanecen al acecho con las intenciones de hurtar las producciones y enriquecerse de manera ilícita, detalló que desde hace rato no tienen que lidiar con situaciones de este tipo.
“Hemos adoptado medidas, la finca está cercada en su totalidad, con anterioridad logramos atrapar a algunos de estos individuos que ya están cumpliendo sanción. Las personas saben que aquí reina el orden y eso lo respetan. Asimismo, prohibimos el tránsito de quienes para pescar en la presa intentan cruzar por la finca para llegar al embalse”.
Afirmó el productor que pretende sembrar calabaza y melón en la zona baja y al mismo tiempo estudia la posibilidad de incursionar en la producción de miel de abeja.
“Tenemos que buscar la sostenibilidad en la finca con el objetivo de siempre desarrollar alguna actividad, incluso pensamos en el arroz, al menos para el autoconsumo de los trabajadores. La intención es no estar cruzados de brazos. Me gusta soñar, aunque de diez sueños pueda concretar tres o cuatro. Todas las ideas y aspiraciones que se me ocurren las comparto con mis trabajadores para estimularlos”.
Justo la atención al hombre es un elemento al cual presta especial cuidado. “Los fines de semana les preparo un modulito con lo que tenga, me mantengo preocupado y así se los hago saber, no pueden carecer de nada.
“El fin de año les preparamos una actividad en el ranchón, fue un momento agradable que disfrutamos como en familia para que todos se sintieran bien; además de la comida, hubo obsequios y otras sorpresas en busca de lograr motivarlos para empezar el 2025 con nuevos bríos.
“Cuando termine con estos cultivos y aparezcan las lluvias me trasladaré hacia las áreas altas donde proyecto sembrar otras producciones como habichuela, yuca; con las gallinas que tengo quiero insertarme en la producción de huevos que hoy escasea; vamos fabricar un molino forrajero y seguir avanzando porque realmente estoy enamorado de esto”, concluyó.