Dichas con la Generación del Centenario de Fidel

Ha comenzado en la asediada Cuba el curso escolar en medio de una adversa situación económica, de carencias materiales agravadas por la hostil política de máxima presión del gobierno de Estados Unidos y un contexto mundial marcado por incertidumbres que en otras latitudes obligan a cerrar escuelas, a recortes y ajustes excluyentes en servicios públicos, así como a privatizaciones que desampara a muchos.

Redacción digital

Mas, en la nación cada vez más bloqueada no dejan espacio a la desatención y son inmensas la alegría y confianza de su gente, aún de quienes están en situación de vulnerabilidad.

En pleno siglo de la información, paradójicamente, un informe del Banco Mundial y la Unicef, expone que cuatro de cada cinco menores de diez años no saben leer ni escribir en Latinoamérica y el Caribe, donde hay 32 millones de analfabetos, con El Salvador y Haití entre los más afectados.

Son las duras realidades que no pueden esconderse en este mundo en crisis multidimensional y cuyas salidas cierran poderosos, egoístas y odiadores por doquier, como tampoco pueden ocultar que el primer país de América Latina en erradicar el analfabetismo de su territorio hace casi ya 65 años, es Cuba, emprendiera un nuevo período lectivo que prosigue ese histórico logro y garantiza la gratuidad de la enseñanza, sin distinción ni discriminación alguna.

Indiscutible suceso de pueblo constituye aquí cada septiembre cual fiesta del saber y los sueños en barrios, familias y colectivos.

Para el esperado acontecimiento no solo se prepararon miles de educadores en el empeño de hacer del aprendizaje y la formación integral de los alumnos objetivo supremo, pues se suman trabajadores de otras entidades en aseguramientos como pintura, limpieza y otros, que agigantan la unidad a la par del ingenio y la sensibilidad cuando más privaciones confabulan enemigos afuera y dentro.

Hay muchas maneras en que los cubanos nos reímos de las carencias que terminan enseñando lo que viene en libros y solo afianzan valores cultivados en esta escuela cotidiana en que convertimos los obstáculos no en pretextos para rendirse ni amilanarse, sino en lecciones magistrales para resistir, crear, vencer y hacer realidad sueños inimaginables.

Lo ocurrido en escuelas y hogares por estos días en Cuba es vivo testimonio de la capacidad del pueblo para buscar soluciones, aún en medio de la mayor adversidad o lo que parece imposible, y expresa también la voluntad de un Estado que destina alrededor del 24 por ciento del presupuesto a su educación inclusiva, salvadora, participativa y humanista, repleta de fortalezas que privilegian a los cubanos y no siempre valoramos en toda su magnitud.

Entre esos baluartes está la inminente publicación del nuevo Código de la Niñez, las Adolescencias y las Juventudes, aprobado tras amplio proceso de consulta.

Es una oportunidad inmensa para preparar a los integrantes del sistema educativo, a padres y toda la sociedad en esa norma jurídica que establece un marco institucional destinado a implementar políticas que garanticen protección, inclusión y la contribución de ese grupo etario y es calificada como la más avanzada del país en la interacción de las nuevas generaciones con el retador mundo digital con amenazas y oportunidades en Internet y la Inteligencia Artificial, que no faltan en programas de estudio.

Hará inolvidable a este curso, sobre todo, consolidar este nuevo paso a favor del derecho de esos grupos etarios y que subraya el compromiso ético con su educación y desarrollo, desde un enfoque inclusivo e integral, como sujetos de derechos con voz propia, capaces de aportar, transformar y construir un país mejor.

Entre las prioridades del curso está continuar fortaleciendo esa formación integral con materiales curriculares, pero sobre todo con visión integral, que ventile temas preocupantes vinculados con la droga y el embarazo en la adolescencia.

Es primicia contar con esa guía y herramienta –e implementarla– que reconoce la participación de niños y adolescentes, sus derechos a ser escuchados y a que sus opiniones las tengan en cuenta según su edad y madurez, además de garantizar su protagonismo en los espacios familiar y educativo, social y cultural.

Pero la mayor motivación será el Centenario del natalicio de Fidel en una jornada que transcurrirá hasta el 13 de agosto de 2026, en la cual, como enfatiza la convocatoria al programa conmemorativo: “Será una celebración donde los niños, adolescentes y jóvenes, quienes con su accionar aspiran a convertirse en la Generación del Centenario de Fidel, tendrán un papel protagónico, asumiendo con orgullo el compromiso de mantener encendida la llama de la Revolución”.

Él es un país, y más que recordarlo como el héroe extraordinario que es, urge traerlo al presente y continuar el camino que nos trazó, con la participación de todo el pueblo para fortalecer la obra legada con un pensamiento, acción y ejemplo que son fuente de eternas enseñanzas, hoy más necesarias como líder visionario que se adelantó a su tiempo y alertó los mejores caminos a la Humanidad.

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Educación Opinión
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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