
Hace apenas unos días quedé encantada con su persona. Al verla junto a su hija me parecieron hermanas. Dice tener cierta edad, pero no la aparenta, en especial cuando baila.
Por los sucesos de su vida, se considera una mujer fuerte y a su vez presumida, risueña, soñadora. Dianella González Pérez vive en el consejo popular Pueblo Nuevo.
Quien ve a esta dama, tan fina y elegante, no imagina que fue la primera en asumir el reto como bicitaxista en el territorio. “Cuando decidí hacer esto atravesaba una etapa difícil en mi vida. Trabajaba en una fábrica de cerámica, con un salario de 168 pesos, ingreso insuficiente para beneficiar a mi familia.
“Entonces escuché a mi esposo hablar sobre una propuesta donde debía escoger entre comprar un aire acondicionado o un bicitaxi. Como él no tenía tiempo para manejarlo me ofrecí para hacerlo y con la recaudación del mismo reuniríamos para el aire. Me resultó algo difícil aprender a dominarlo, mas lo logré y en el 2001 cuando legalizaron los bicitaxis solicité la licencia para emprender mi nueva labor”.
Para esta pinera llena de energía no fue sencillo dejar atrás su trabajo anterior, sin embargo la labor como chofer le abrió otras puertas para salir adelante. “Para mí, hacer figuras de cerámica era un arte, me sentía realizada y libre de diseñar cualquier inspiración, pero por mis hijos me vi obligada a nuevos senderos.
“En aquel momento había un aproximado de 20 bicitaxistas en la Isla y la única fémina era yo. Esto trajo consigo algunas críticas y comentarios machistas, no obstante también hubo elogios. Me preguntaban como hacía para tener siempre esa voluntad, incluso llegaron a preocuparse por mi vida amorosa tras llegar agotada a la casa o me hablaban de la necesidad de tener en sus vidas una mujer luchadora como yo…”.

Por cinco, diez y hasta 20 pesos diarios recorrió Gerona y sus alrededores. Más que ruedas y pedales, su principal impulso fueron las ganas de ofrecerle mejor vida a su familia. Además, Dianella González buscó la forma de superarse con ayuda de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
“A los años de estar manejando el bici la Federación ofreció un curso emergente como profesora de Informática; yo tenía 12 grado y no dudé en presentarme. Después empecé en la Universidad por cuatro años y obtuve la Licenciatura en Educación en la Especialidad de Informática. Más adelante, con mi bicitaxi a la par, hice la maestría”, comenta agradecida.
Ella es un ejemplo de cómo la FMC ampara y vincula socialmente a las féminas cubanas, brindándoles la posibilidad de superarse y ser alguien en el futuro. Así se cumplimentaba uno de los objetivos fundamentales de esta organización: el empoderamiento de la mujer en nuestra sociedad.
Esta madre incansable confiesa sentirse orgullosa: “Gracias a mi superación pude mantenerme en pie cuando mi relación terminó y mi esposo vendió el bicitaxi. Fue un suceso que marcó mi vida porque habíamos construido muchas cosas juntos y en parte se lo debíamos a ese medio de trasporte del cual tuve que despedirme. Por suerte ya era una profesional y continué batallando con más ímpetu hasta hoy”.
Tal vez ya no la encontramos dando clases ni manejando su bicitaxi como hubiera querido, pero el amor y la entrega por cualquier labor realizada siempre la caracterizan, así como el vinito y la música que la acompañaron este siete de marzo en vísperas del Día Internacional de la Mujer, cuando Dianella cumplió 52 años rodeada del amor de sus hijos, a quienes ha dedicado los mejores empeños de su existencia.
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Hola es cierto. En ese momento yo era su esposo y trabajo nos costó que aprendiera. Se me iba para la cuneta y de nuevo a empezar hasta que ya fue de dominio el timón y entonces yo lo manejaba por las noches y ella por el día los fines de semana porque los dos trabajábamos. Así fuimos construyendo la casa que ella tiene en estos momentos .