Sí, voy a hablar del bloqueo, ese engendro estadounidense que pretende asfixiarnos por más de sesenta años y que impide la compra de las materias primas para producir los medicamentos y otros productos necesarios; inexistente para aquellos incapaces de leer un periódico, ver el noticiero u oír una información radial, y que vienen a ser los principales parlanchines en nuestros barrios y a los que debemos combatir.
Sin embargo, el tema principal de este comentario es el relacionado con el actuar cotidiano de las entidades y personas incumplidoras de sus deberes, tanto sociales como laborales.
Y estoy hablando de los funcionarios que atienden al público, a los cuales tiene que esperar que terminen esa parte del jueguito en el celular para atenderte, o los ciudadanos que llegan a una cola y dicen, conmigo vienen cuatro, en franco irrespeto con el resto.
En los momentos tensos que vive el país, con carencias de todo tipo, resulta imprescindible buscar iniciativas para eliminar irritabilidades, no obstante, en los últimos tiempos hay una tendencia a acrecentarlas.
Ejemplos sobran, a la hora de realizar trámites simples como la compra de un balón de gas licuado, donde el número de documentos exigidos excede en mucho la operación de compra- venta.
Carné de Identidad, tarjeta de cliente, firma del talonario correspondiente, cuando solo debe exigirse el último comprobante y la libreta de abastecimiento.
Otro tanto ocurre con la llegada de los módulos, que vienen a cuenta gota, con la consiguiente afectación laboral de las personas, y aclaro, estando los productos en el territorio.
También están los familiares aprovechadores de los viejitos de la casa para hacer compras, muchos de ellos sin poder valerse por sí mismos, en detrimento de las acciones del Estado por hacerles la vida mejor a aquellas personas de la tercera edad que tanto aportaron, en su mayoría, a que estemos hoy aquí, con carencias, pero con dignidad, libertad y soberanía.
Muchos otros ejemplos se podrían señalar, pero de lo que se trata es de no perder las esencias del cubano, alegres, solidarios, patriotas, emprendedores.
Los tiempos son tremendos, el acoso arrecia, el mundo vive una ebullición nunca antes vista, el cambio climático es evidente, mangos en febrero, frente fríos sin lluvias…
Ante todos estos retos, sin quitar las ineficiencias productivas, el burocratismo galopante resulta impostergable, como decía el máximo líder de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en su siempre presente concepto de Revolución: Cambiar todo lo que deba ser cambiado.
Claro, con iniciativas creadoras que beneficien a todos y hagan más llevadera y sin tanto sobresalto la vida cotidiana.
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