Con su capital engalanada y alegre, obras nuevas y reconstruidas, el aporte de diversos actores económicos y sueños por hacer realidad, los pineros celebran esta semana el cumpleaños 194 de Nueva Gerona

Por este aniversario de la capital de la hoy Isla de la Juventud comienza la Jornada de la Cultura Pinera, otorgan importantes estímulos a personalidades locales y evoca la ascendente trayectoria de un territorio que a pesar del abandono oficial de los colonialistas españoles y su empeño de hacerlo lugar de confinamiento, más afianzó su cubanía y patriotismo frente a los planes anexionistas de EEUU a inicios del pasado siglo.
No falta la gala cultural con lo más representativo del talento artístico del municipio especial, al calor de una Jornada que se extenderá hasta el 22 de diciembre, Día del Educador, e incluye actividades artísticas, culturales, políticas, deportivas y sociales con el protagonismo de los barrios pineros.
Entre las actividades el homenaje contempla además la entrega del Premio de la Ciudad2024 y un simposio acerca de la Cultura Pinera por historiadores, quienes profundizan acerca de una región que a pesar de ser más antiguas del archipiélago cubano fue la última en fundar su capital, hace solo 194 años –más de tres siglos después de las primeras villas, como Baracoa y Trinidad–.
Esto dice mucho del olvido de los colonizadores en Isla de Pinos, apellidada en 1978 con el nombre de sus verdaderos conquistadores: Isla de la Juventud.
CONTRASTES Y SIMBOLISMOS
Pero en contraposición con el abandono y entreguismo de sus primeras décadas, Nueva Gerona devino capital del quehacer independentista, cuya máxima expresión fue el levantamiento armado del 26 de julio de 1896 por deportados y revolucionarios pineros para obtener armas e incorporarse a la lucha.

El nuevo asentamiento, que en sus inicios contó con 171 habitantes fue progresando y renovando las típicas techumbres de guano, paredes de yagua, por edificaciones más consistentes al utilizar el adobe, el embarrado y cubiertas de tejas. Se levantaron fábricas de cal, tejares, talleres de carpintería y pequeños astilleros, entre otras instalaciones.
A pesar del tiempo la villa conserva una rica historia en sus calles, esquinas y en sus vecinos. Es por ello que ha sobrevivido su Centro Urbano con edificaciones de gran valor patrimonial por sus méritos arquitectónicos, históricos, culturales y ambientales, símbolos de la identidad pinera. Por sus calles y edificios anduvo el patriota adolescente José Martí en 1870.
Pero la tardía empresa colonizadora no fue iniciativa propia ni generosidad de la metrópoli, entonces gobernada por el reaccionario monarca Fernando VII, sino respuesta a presiones de potencias como Inglaterra, Francia y EE.UU, que vieron en el refugio de piratas que seguía siendo el territorio, amenaza para sus naves mercantes, cada vez más extendidas por América, de donde llegaban, además, los aires libertarios de las repúblicas latinoamericanas recién sacudidas del colonialismo. Esto obligó a fortificar el flanco sur de su último reducto americano.
A diferencia de otras fundaciones contemporánea, como Nuevitas y Cienfuegos, la pinera estuvo determinada no por la necesidad de incentivar, como se dijo entonces, la población blanca –mayoritaria (199) al casi triplicar a la negra y parda (69), por demás dispersa, según estadísticas de 1827–, sino por el miedo ante la posibilidad de ocupación por los rebeldes de las excolonias hispanas y convertirse en foco revolucionario, sobre todo después de perseguir aquí en 1825 a insurgentes antes de marchar a las tierras liberadas por Bolívar y conocer los proyectos solidarios amasados por El Libertador y Sucre en relación con Cuba.
Así emprendieron las autoridades ibéricas el establecimiento del nuevo poblamiento que llamaron Colonia Reina Amalia –en honor a la tercera esposa del monarca– y de su capital: Nueva Gerona, en homenaje al Capitán General de Cuba, Francisco Dionisio Vives, que había defendido ciudad española de Girona, de la que procedían mucho de los aquí asentados.
ENTRE CICLONES NACE LA VILLA
Cinco años tardaron los presidiarios y soldados enviados en levantar medio centenar de casas, núcleo original de la ciudad que, según los mapas de la época, no tenían más de siete cuadras de largo por tres de ancho, junto al río Las Casas, en una amplia sabana escoltada por marmóreas sierras.
Un ciclón saludaría el inicio de las construcciones y otro despediría los trabajos con afectaciones y atrasos en las obras. A esos trastornos se unieron la desatención oficial, los frecuentes ataques de piratas y bandidos, e incluso el rechazo de algunos locales, augurando el fin de su ventajoso trato con esos malhechores, pero la tarea culminó en 1830, y comenzaron falsas promesas.
El 22 de diciembre de ese año la prensa oficial –el Diario de La Habana– publica el Acta de Colonización, junto a una nota propagandística para atraer colonos, y a poco de comenzar el reparto de lotes, decayó el entusiasmo inicial, las autoridades dejaron a su suerte a los colonos –mayoritariamente pobres, carentes de medios y finalmente abandonaron sus áreas o las dedicaron sólo a la subsistencia–, distribuyeron de modo desigual la tierra, favorecieron a una minoría privilegiada de funcionarios españoles o acaparadores que jamás pusieron a producir las extensiones otorgadas. Pronto reconocieron el fracaso de la empresa, que 12 años después, de 140 lotes, apenas se habían ocupado 70.
La ciudad, por su parte, apenas creció, y en 1845 no pasaban de 76 las casas, la mayoría en mal estado y ninguna de mampostería.
La tardía colonización devino naufragio y el nacimiento de la capital otra odisea, estos pasos contribuyeron a desaparecer el predominio pirateril en la sociedad pinera, que desde entonces se vinculó más a la Patria.
DONDE SE FRUSTRÓ LA ANEXIÓN YANQUI
Se robusteció la cubanía cuando más quisieron separar la islita, como cuando la confinaron a cárcel para independentistas, o refrendaron en su tratado de paz con EE.UU., a espaldas de los cubanos, la indefinición que alentara apetitos imperiales. Nueva Gerona continuó siendo escenario de las luchas que frustraron la anexión yanqui en el primer cuarto del siglo XX, primero con las armas junto al coronel mambí y primer alcalde Juan Manuel Sánchez Amat y luego con Mella al frente, y se opuso a los crímenes de Presidio Modelo, con el verbo de Pablo de la Torriente.
No pocos hogares, como el de Montané-Oropesa, acogieron a familiares de los revolucionarios encarcelados, devinieron apoyo a Fidel y sus compañeros e incluso aportaron guerrilleros al Ejército Rebelde; y desde la Iglesia partió su cura, Guillermo Sardiñas, rumbo a la Sierra, de donde bajó con sotana verde olivo.
Por sus calles corrió desde el mismo primer día de 1959 el torrente popular a tomar el poder revolucionario; se atrincheró en su defensa, ripostó a aviones mercenarios en 1961 y vio morir a los ametrallados del buque Baire, al pescador que prefirió arriesgar su vida para que no secuestraran su barco y a los sobrevivientes de la lancha minada por terroristas de la CIA en 1964.
Para mayor simbolismo, el mismo día en que muere El Libertador Simón Bolívar –17 de diciembre de 1830–, nace la cuidad, que durante más de un siglo naufragó, quedó a la deriva en el Caribe y rescataron jóvenes del país.
Pero más que salvarla, la conquistaron. La multiplicaron con edificios, calles y repartos, diversificaron y desarrollaron su economía e hicieron del territorio escuela para el Tercer Mundo. Crearon familia y futuro, poblaron a su capital de entusiasmo y habitantes –que aumentaron en décadas tanto como no lo hizo en más de un siglo– y se transformaron a sí mismos, a su gente y al entorno.
En Nueva Gerona, como dijo Martí, los años pasan madurando, no envejeciendo, y menos en tiempos de integración latinoamericana en que además de los colaboradores en Venezuela, el municipio especial ratifica su apoyo a la XXIV Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en Caracas, Venezuela, donde retumbó este 14 de diciembre la voz de Cuba en la palabra de su presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
(*) Colaborador