El embarazo en la adolescencia no deja de ser una preocupación de estos tiempos. Estudios realizados por demógrafos cubanos, con el objetivo de evaluar la repercusión biosicosocial han demostrado un rejuvenecimiento de la fecundidad en esta etapa de la vida.
Cada vez, puede resultar más frecuente encontrar muchachas en estado de gestación en edades tempranas de su juventud, lo que, a su vez, compromete las oportunidades de desarrollo de las adolescentes, al desvincularse del sistema educativo.
Esta situación genera, por supuesto, un obstáculo para la culminación de la educación integral, lo cual repercute en desventajas en torno a la inserción laboral y productiva.
La noticia que le cambió la vida

Foto: Yojamna Sánchez
Da gusto ver a María Karla Gallardo Perera jugando con el pequeño Cristofer Líam de un año y medio, son dos niños que disfrutan juntos, aunque a sus 16 años ella ya tiene la responsabilidad de ser su madre. Viven en el reparto Juan Delio Chacón, y a ella se le puede contemplar ir y venir con él enhorquetado a su cintura como dicen por ahí, unas vestida de civil, otras veces, de completo uniforme.

Foto: Casandra Almira
La decisión de no desvincularse del estudio partió primero de su mamá, quien ahora se hace cargo de los dos, mientras María Carla se muestra entusiasmada con la idea de poder continuar con los planes para su vida, incluso con un hijo a su corta edad.
La jovencita cursa el primer año en la especialidad de Geografía en la escuela formadora de maestros Martha Machado Cuní y accedió a compartir su historia, muy repetida hoy en la sociedad cubana y la pinera.
“Estudiaba en la secundaria básica 15 de Mayo y me enteré del embarazo porque no me caía la menstruación. Se lo dije a mi mamá –relata– me llevaron al hospital y me hicieron un ultrasonido. Tenía siete semanas, me lo iban a sacar pero no se pudo porque tenía la hemoglobina baja y era una situación riesgosa para mi vida y más porque soy menor de edad.
“De habérmelo podido interrumpir, lo hubiera hecho –confiesa respecto al embarazo– ese primer tiempo fue difícil. Me dieron licencia de maternidad. Venían a darme las clases aquí en la casa y así fue hasta que terminé el noveno grado con todas las asignaturas aprobadas. Después opté entonces por la carrera de Geografía.
“Mi niño nació el primero de octubre de 2021, ya va para dos años. Fui cesárea porque pesó casi ocho libras”, cuenta desde la inocencia de no conocer las múltiples complicaciones a su edad y sorprende escucharla hablar como si fuera toda una mujer; no tenía preferencia por un sexo u otro, rememora con carita de niña feliz al decir que cuando nació su Cristofer y lo vio, sintió una gran felicidad.
El desafío de no desvincularse
“Primero dormía toda la noche, después no. Le di el pecho hasta los tres meses. Recuerdo que al principio cuando empecé en la escuela estando allá lo extrañaba, mi mamá me lo cuidaba y sí, en la Martha Machado me ayudaron mucho, porque él era pequeñito; daba clases solo hasta el mediodía, luego venía para la casa.
“Ya está incorporado en su círculo infantil y estoy en la escuela hasta la tarde. Cuando llego le doy su jugo, lo baño y más tarde la comida. Por la noche se duerme temprano y aprovecho para hacer las cosas que tienen que ver con él y así ayudar a mi mamá porque ella no lo puede hacer todo, después hago las tareas y estudio”.
María Karla no puede dejar de hacer alusión al único apoyo que tiene y es, por encima de todo, incondicional: el de su madre Kirenia Perera Constantín.
“De verdad que sin ella no pudiera estudiar. Conozco otras muchachitas que también tienen niños chiquitos y han tenido que dejar la escuela porque no tienen ayuda. Un niño es cosa seria, pero he podido seguir estudiando como las demás, ¡quién no quiere eso a esta edad!
“Le aconsejaría al resto de las adolescentes y jóvenes –expresa ya desde su experiencia– que eviten un embarazo antes de tiempo; que esta edad no es para ser madre, sino para estudiar, salir a pasear, disfrutar y protegerte porque también hay enfermedades. No es fácil para nadie, pero lo estoy haciendo y espero poder terminar mi carrera, hacerme profesora y tener un futuro en el que pueda mantener a mi hijo”.
Una realidad que requiere atención
Al ahondar sobre el asunto, para nada ajeno a nuestra realidad, pudimos conocer en la Dirección General de Educación que, si bien este fenómeno se manifiesta en las jovencitas de nuestro territorio, lo mismo en la enseñanza secundaria, como preuniversitaria y politécnica, existe una preocupante cifra concentrada en la escuela Martha Machado, a la cual pertenece María Karla.

Foto: Yojamna Sánchez
Dayamí Velázquez Soto, subdirectora educativa, quien junto a la promotora de Salud atiende estos temas, refirió que “en nuestro proyecto institucional tenemos bien determinados los temas para el trabajo o tratamiento de la salud, y precisamente dentro de ellos está el embarazo en la adolescencia, el uso de métodos anticonceptivos y las enfermedades de trasmisión sexual.
“En la actualidad –subraya– no estamos tan críticos. Tenemos cuatro embarazadas, una en tercer año, dos en cuarto y una en segundo año; sin embargo, sí contamos con unas cuantas que tienen hijos, en total 16, a las cuales les ofrecemos un tratamiento diferenciado en cuanto al apoyo que necesitan por parte de los profesores y el grupo.
“De estas 16 –aclara Dayamí– cuatro de ellas ingresaron a nuestro centro ya siendo madres, o sea, ese proceso de maternidad, resultado de relaciones prematuras, lo hicieron estando aún en la secundaria básica.
“Aunque no tenemos cifras exactas en este momento, sí puedo decir que hemos tenido casos de muchachas que no se han reincorporado a los estudios, bien porque no han contado con el apoyo familiar y han tenido que asumir la maternidad completamente solas, o porque luego el bebé no resulta con toda la salud que siempre una madre aspira”.
No obstante, la escuela también realiza acciones para posibilitar o facilitar el ingreso de los niños a los círculos infantiles, y así sus jóvenes madres puedan continuar su vida escolar; a partir, además, de una relación estrecha que desde el primer momento del embarazo establece la escuela con la familia.
“El trabajo preventivo existe –destaca Velázquez Soto–, incluso ellas misma exponen a sus compañeros su experiencia de vida, pero las condiciones propicias para que el fenómeno persista, existen, la inmadurez, recibimos estudiantes ya con una malformación en la educación sexual”.
A pesar de ese contexto, Dayamí, quien lleva cerca de ocho años de labor en el referido plantel, comenta que ha habido una disminución de los casos de estudiantes embarazadas, lo cual requiere un trabajo más fortalecido, así como un estudio de causa para prevenir la gestación temprana.
De causas y consecuencias
Las implicaciones socioculturales de esta tendencia, así como sicológicas no dejan de poseer un elevado costo personal, educacional, familiar y social.

Foto: Yojamna Sánchez
Miguel Mojena Domínguez, director de la formadora de maestros, pudo concluir que necesitan un estudio profundo del tema en ese centro educativo, precisar causas y encontrar alternativas que puedan disminuir las cifras es un interés crucial para bien formar a quienes luego dedicarán su vida a educar en la Isla.
“Entre las causantes fundamentales –explica Miguel Mojena– creo que tenemos las escasas actividades interesantes para nuestros educandos, la calidad en cuanto a nivel cultural del estudiante, familias divididas, dígase muchachas que viven solas o con los novios o esposos.
“Aquí, aunque llevo poco tiempo, ya hemos creado alternativas de distracción sana, para concentrarlos en otras actividades; por ejemplo, creamos unos equipos de pelota y voleibol, pero les exigimos que estén bien académicamente”.
Profundizar en el tema del embarazo en este segmento etario tiene muchas aristas y merece la labor mancomunada de distintos perfiles de las ciencias sociales, que puedan ofrecer una mejor visión y establecer una ruta para el cambio.
Asimismo, constituye una problemática social que requiere atención desde las políticas públicas y de estrategias integrales, máxime cuando la fecundidad en la adolescencia representa un desafío de la salud sexual y reproductiva en el país y el territorio pinero.