Cristóbal, digno de admirar

Foto: Archivo

¿Por qué el estadio de pelota se llama Cristóbal Labra?, pregunta el ingeniero agrónomo Germán Silvio Suárez Ávila a Estela, Yeira, Leyla, Daileysi y Anyelina.

Las niñas callan y el abuelo de Cristian Carlos y Justin despeja la interrogante: “Lleva ese nombre para honrar a Cristóbal Labra Pérez y recordar su muerte heroica al intentar, junto a sus compañeros, apagar el fuego del almacén donde se guardaba el abono químico en la granja de La Reforma.

“Desde niño viví en ese poblado y los más viejos me lo contaron como hago ahora con ustedes en Sierra Caballos.

“Al ver las emisiones de humo negro un miliciano hace tres disparos de aviso, se escuchan en el campamento, todos corren hacia la nave de madera con techo de guano llena de fertilizantes, la cual coge candela por la caída del mechón de luz brillante para iluminar.

“Los jóvenes –algunos con la boca y la nariz cubiertos con pañuelos– intentan sacar los sacos, algunos quemados.

“A Cristóbal, jefe de la vaquería 16 en el entonces polo ganadero, tres veces lo sacan y regresa para no dejar perder los bienes del pueblo, hasta que la asfixia, causada por los gases tóxicos, le corta la respiración, pues era asmático, y se desmaya.

“Estaba en mal estado, pierde el conocimiento, lo montan en un camión y trasladan al hospital militar de Santa Fe, donde médicos y enfermeras tratan de salvarlo…; al otro día, en la tarde del 23 de junio de 1966, fallece. Tenía solo 27 años. A los demás protagonistas de esa heroicidad también los examinan…”, acota el orador.

“Por la noche –prosigue– llevan el cadáver en avión hacia La Habana, lo velan en el recinto del sindicato del paradero de las rutas 20 y 58, donde Cristóbal trabajaba de chofer”.

Daileysi quiere saber cómo llegó Cristóbal Labra a la Isla.

“Era pinareño, militante de la UJC y uno de los 1 500 del contingente agropecuario Luis Ramírez López para reconstruir la Isla –devastada por el ciclón Alma– y arriba el 15 de junio de 1966”.

Germán, quien cumplió misión internacionalista en Angola, continúa el relato: “Como constancia del fatal suceso, sus compañeros pusieron una piedra donde plasmaron su nombre y la fecha del deceso. Allí, donde se hallaba el almacén, fue erigido un obelisco de mármol con el emblema de la Unión de Jóvenes Comunistas y una tarja con igual mensaje que el grabado en el pedrusco.

Foto: Lodeysi Boza Pons (*)

“En cada aniversario de su partida columnistas de la década del ’60, junto a pobladores van hasta el monumento que lo recuerda”.

El disertante muestra y les pasa el libro Cristóbal más que el nombre de un estadio, de Luisa Herrera Martínez; llama la atención de las pioneras la memoria fotográfica de las páginas finales.

Estela agradece a su vecino por relatar la historia de un joven digno de admirar.

(*) Colaboradora

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Historia Isla de la Juventud
Mayra Lamotte Castillo
Mayra Lamotte Castillo

Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana; tiene más de 40 años en la profesión.

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