
¿Cuál es la esencia de la vida? Servir a otros y hacer el bien, decía el filósofo griego Aristóteles. La esencia está muy ligada a los sentimientos y los pineros hemos experimentado los más nobles tras conocer el lamentable accidente ocurrido en la ruta Batabanó-Habana, al volcarse el ómnibus 610 con unos 45 pasajeros, en su mayoría pertenecientes a la Isla de Juventud.
Los parentescos no han sido determinantes para las constantes preocupaciones. Fue suficiente conocer que eran pineros los fallecidos y accidentados para que se desatara un cálido mar de solidaridad.
Desde la máxima dirección del Partido y el Gobierno con el aseguramiento de una embarcación, el mismo día tres de junio cuando ocurrió el accidente, para que los familiares fueran trasladados hacia la capital del país en aras de hacerles compañía a los hospitalizados hasta las propias personas ofrecidas para donar sangre, preparar merienda o recoger provisiones para entregárselas a quienes aguardan en los hospitales por el restablecimiento de sus parientes.
Conmovedoras historias se tejen desde que se supo la noticia. Conocí de quienes acudieron a la terminal Viajero, sin tener implicados en el suceso, por haber quedado impactado con la noticia, tender la mano o sacar de su apretado bolsillo un modesto aporte.

Las redes sociales se arropan de gestos sublimes y admirables. Ahí vi a mi antiguo vecino Vladimir Montout, quien ahora reside en La Habana, junto a su lada P 206 472, disponible para “trasladar libre de costo a cualquier familiar del accidente de mi Isla” y para ello dejaba su número de celular.
Noemí Dilaysi Calderín, por su parte también mostró su disposición de colaborar mediante un post: “Mis coterráneos pineros que tengan niños hospitalizados en el pediátrico Juan Manuel Márquez estoy a su disposición. No duden en ponerse en contacto conmigo”.
Y qué decir de los aportes de emprendimientos, tales como: Bar El Chévere, El Matrimonio, Bar Bajo 0, Bar La Isabella, La Curra, Hakuna Matata, La Jiacasa, Moto Isla, Julio 43, VIP Salón y el Bar-Restaurante El Dominó, entre otros que se unieron con el fin de acopiar cuanto pudiera servir para conformar una valija con ayuda para los accidentados y familiares.
Por si fuera poco, para la capital fue Niurka Hernández, trabajadora social del policlínico dos Leonilda Tamayo Matos, cargada con la encomienda y, sobre todo, con amor y voluntad, para realizar la entrega en los centros hospitalarios Miguel Enríquez, Calixto García, Juan Manuel Márquez y Carlos J. Finlay, donde son atendidos los lesionados. ¡Qué grandeza!, ¡cuánta sensibilidad!
A varios días del doloroso suceso continúan las preocupaciones, las llamadas, las recargas a celulares de familiares de los hospitalizados, las meriendas, los desprendimientos, los desvelos… porque así de grande somos los cubanos ante las adversidades.
Una vez escuché que: No hay nada más fuerte en el mundo que el corazón de un voluntario, y me enorgullece que en estas circunstancias florezcan los voluntarios y se agigante el corazón de los pineros.
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