Así anda Alejandro, Premio del Barrio de los CDR, entre vivos recuerdos, reflexiones y cederistas que lo siguen agasajando

“Tanto como alegre me siento con un compromiso enorme, muy fuerte y profundo por este Premio del Barrio, el más importante galardón de los CDR que distingue a colectivos y cederistas que aportan y unen, un orgullo que debemos seguir honrando siempre porque se trata de un estímulo con una historia y un aval de lucha, pero a la vez con una gran responsabilidad y empeño por delante”.

Aún emocionado expresó ese sentir Alejandro Cordero Baldomero, coordinador de la zona 10 de esa organización desde hace más de 20 años, presidente de su CDR 4 y con una trayectoria comunitaria más extensa que sobrepasa las seis décadas ya, en entrevista concedida minutos después del reconocimiento frente a su hogar en calle D, entre 8 y 10, a donde seguían llegando a felicitarlo vecinos y otras personas de barrios aledaños.
“Este es un Premio para siempre, para toda la vida, que sabré representar y defenderlo”, agrega quien desde muy joven se suma al llamado de Fidel a constituir en cada cuadra y manzana un comité de vigilancia que devendrían los CDR, forma parte de sus patrullas juveniles en La Habana siendo adolescente, asume varias responsabilidades e integrara su dirección municipal en la Isla de la Juventud durante años.

“Me sorprendieron con un premio que ni imaginaba, -confiesa con humildad el veterano líder ya con 58 años dirigiendo en CDR en el territorio- y menos esperaba aguardando una operación quirúrgica de la vista, tampoco sospechaba que vinieran el primer secretario del Partido en la Isla de la Juventud y diputado, Rafael Licea Mojena, una representación de la dirección nacional de la mayor organización de masa, y la presencia de tantos vecinos y hasta de un grupo musical…”.
“Compartir esta alegría con quienes hicieron posible un estímulo como este y haber trabajado juntos durante años, fue la mayor satisfacción y felicidad, porque, aunque se me otorgó en la categoría individual, son muchos los merecedores, gracias a una labor en equipo con personas consagradas al pueblo y a movilizar a la comunidad en la defensa y la seguridad del barrio, en la higiene, así como otras acciones por la salud como las donaciones de sangre…”
“Todos son compañeros muy valiosos que mucho hacen también -insiste- en la atención a los más vulnerables, en hacer producir espacios que puedan aprovecharse e impulsar otras tareas que también forman valores en los jóvenes en la medida en que participan y asumen cargos…”.
Con pasión habla de la labor comunitaria y menciona entre los resultados de la zona que lidera “el otorgamiento de la Bandera 28 de Septiembre, recibida por un trabajo ascendente de sus seis comités y la estructura zonal, así como la categoría de Vanguardia Nacional durante varios años e incluso merecer la sede de un acto municipal por el aniversario cederista, además de experiencias que fortalecen la organización”.

“No es nada fácil estar al frente de una zona durante tanto tiempo, -reconoce al preguntarle por las interioridades en la responsabilidad y reflexiona-: este cargo no puede limitarse a ser el coordinador, además de constancia requiere conocer al barrio, intercambiar con las familias vulnerables e incitarlas a participar en las transformaciones para su mejoramiento, estimular más a los cederistas y movilizarlos, dialogar con ellos, explicarles, buscar iniciativas de conjunto, tener al frente de cada cuadra a personas dispuestas, que aglutinen y entusiasmen en las tareas tradicionales y problemas a resolver, sobre todo, atraer a los más jóvenes, y valorar siempre la utilidad colectiva de la organización”.
“En este quehacer -destaca quien fuera delegado al Sexto, Séptimo y Octavo Congresos de la organización- nunca he tenido ni gota de cansancio ni he estado solo, al contrario, motivado porque me he sentido muy acompañado por mis vecinos, compañeros, cederistas de otras zonas hasta donde he llegado como parte de la dirección municipal”.
“Eso ha permitido cumplir de conjunto tareas en la vigilancia, la defensa, trabajos voluntarios, la guardia y recorridos, la recogida de materias primas, del funcionamiento, la cotización y aporte a la Patria, así como en apoyo al Poder Popular, a Salud Pública y a Educación, entre otras acciones, siempre con el compromiso del barrio”, subraya este hombre que fuera donante voluntario de sangre durante 19 años, seleccionado en varias ocasiones Vanguardia nacional y municipal, y merecedor de la Medalla Por la Defensa de la Patria y la Unidad del Barrio y de la Distinción 28 de Septiembre, las cuales cuida como preciado tesoro.
Habla del intenso quehacer con la pasión nacida por la organización desde sus años de adolescente, significa lo mucho que representa porque “es en la que más tiempo he permanecido” y aclara:
“Nunca me he propuesto buscar reconocimientos en tareas que exigen gran sacrificio, amor y compromiso revolucionario que hoy reafirmo más”, dice como burlándose de los años, los achaques y contratiempos.
Momentos antes de la conversación habían colocado además como otro reconocimiento la condición Aniversario 65 de los CDR en la fachada de su vivienda, cuya entrada embellece el Jardín muy bien cuidado por su esposa y un acogedor ambiente familiar que irradia solidaridad y ingenio más allá del hogar y la cuadra.
Aquí mismo me comenta de la iniciativa propuesta a la dirección de la Isla tras otorgársele al Municipio Especial la condición de Destacado.
“No podemos conformarnos, ese estímulo es acicate para más, tenemos condiciones para ser Vanguardia Nacional, por eso la idea de crear este movimiento: Mi espacio en la calle”, por mejores resultados.
Al respecto enfatiza el empeño de “fortalecer las estructuras de base y el diálogo casa a casa de ese compromiso para convertir cada CDR en la fuerza más activa y vigilante en la cuadra como pidiera Fidel al crearlos y la mejor forma de recordarlo en la jornada por su centenario”.

“Como algo familiar, entrañable y presente con sus ideas y su ejemplo está el Comandante en Jefe conmigo siempre”, enfatiza Cordero Baldomero, quien rememora los “muchos momentos en que conversé con él durante sus frecuentes visitas al territorio, en que cumplí tareas especiales y atendí con infinito placer”.
Entre tantos momentos recuerda “la vez en que me obsequió un automóvil y la foto enviada en 1989 con su firma junto al texto: la vida premia a los que se sacrifican, sin dudas, un inmenso estímulo de quien es inspiración”.
Así continúa su andar este perseverante líder comunitario -que hoy se recupera de la visión- entre vivos recuerdos, el acompañamiento de muchos, compromisos por delante, sueños que no se detienen y un barrio que lo sigue premiando.