Carta de educador con muchos hijos

Isla de la Juventud, Esbec No. 16 Batalla de Karramara Septiembre 9 de 1978

Hermano:

Tres veces estuve en los puntos de reclutamiento y siempre me negaron el cumplimiento de misión por ser profesor universitario.

Hoy, por fin, me levanto cada día y asisto al izamiento de dos banderas, la nuestra y la de Etiopía. Ahora sé cómo te sentías cuando, en el batallón Los Olivos, combatiste por la independencia de Angola.

Ahora soy profesor deEspañol para extranjeros y le imparto clases a los huérfanos de guerra que el gobierno etíope agrupó en el campamento militar de Tatek. La mayoría son niños, y no están mucho más allá de los nueve o diez años, aunque también vinieron otros, más grandes, que fueron hasta combatientes junto a los cubanos.

Sus profesores hablan un inglés muy parecido al mío, por lo cual, entre tantas cosas, me toca un poco hacer de traductor. La primera sorpresa fue con los horarios, cuando vieron que el desayuno sería a las 6 y 30… ni se imagina la que se armó. Allá el día comienza al despuntar el sol; las seis ante meridiano son su hora cero-cero; de modo que las 6 y 30 corresponden a nuestras 12 y 30. ¿Y a quién se le ocurre tomar el desayuno pasado el mediodía?

Muchos enredos lingüísticos de este tipo tengo para contar en otra ocasión. Solo agregó uno, tanita para ellos significa latica; y nuestra compañera más pequeña, la profesora Tanita…  !qué risa!..: “la profesora latica”.

Vamos a cosas más serias. Mis alumnos, en lo físico, son de rasgos finos y las hembras de una femineidad natural preciosa. Tienen una cultura increíble, desarrollada en 3 000 años como nación. Nadie, en tanto tiempo, logró someterlos; son leones en el combate.

No bautizan sus hijos al nacer, los observan y esperan para darles un nombre según su comportamiento. Los más pequeños de la escuela son Almáz, Birtukan y Shifarraw (dos hembras, un varón), diamante, virtud y batallador; ya puedes imaginar cómo fueron en su cuna.

En cuanto a enfermedades, casi la mitad de nuestros alumnos padece glaucoma. Invade los ojos, los torna blancos y priva de la vista. A nosotros corresponde también hacer de médicos. Mandamos a dormir, a las diez de la noche, y luego pasamos litera por litera, con un tubo de colirio muy graso, dejando par de gotas en cada ojo. Un momento después las pestañas están pegajosas y los niños parpadean fuerte con sus caritas enlagañadas…… Parte el alma, se lo juro.Y hay que ponerse duro para soportarlo. Pero somos sus padres y madres cubanos, no tienen otros; cualquier cosa sería poco para curar a nuestros hijos.

Sin embargo, no tienen un solo parásito intestinal. Comprobado con los análisis de laboratorio. Todo lo comen condimentado con berber, un picante diez veces más fuerte que el ají guaguao. No hay parásito que resista tanta candela. Estoy aprendiendo a comer con picante, aunque se me salgan las lágrimas.

Te dejo, mi herma. En otra te sigo contando. Come picante. Un abrazo.

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