
Poco a poco la carne de cerdo deja de ser un plato común en la mesa de los cubanos y, por supuesto, de los pineros, quienes consideran que tenerla constituye un lujo debido a la escasez y sus precios especulativos en el mercado, donde se cotiza a 320 pesos la libra.
La semana pasada este periódico publicó un comentario titulado Se cambia pollo por carne de cerdo, en el cual exponíamos algunas consideraciones en cuanto a los bajos niveles productivos y los diversos “corrales” adonde la han llevado quienes tienen el control tanto de la venta como de los precios.
A su vez prometíamos acercarnos a los porqués de las bajas producciones porcinas en la Isla de la Juventud, la estrategia para su recuperación y la garantía de la apetitosa carne para fin de año.
Para ello fuimos en busca de varios de los directivos de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Porcino, pero antes de adentrarnos en el tema resulta válido plantear que en los años del 2014 al 2018 este territorio llegó a producir 4 000 toneladas (t) de carne de cerdo en pie; sin embargo, el panorama actual es diferente y complejo.
Recordemos que hasta entonces el programa porcino que desarrollaba el país se basaba en una cría intensiva en la que un cerdo requiere comer, para su crianza y engorde, cereales, proteínas como la soya, y aminoácidos que conforman un pienso para en seis meses pesar 90 kilogramos.
Según José Corría López, jefe de Producción de la UEB perteneciente a la Empresa Ganadera, la masa animal muestra un decrecimiento en más de 12 000 cabezas en las unidades comerciales y en la producción no especializada que tenían contratada con las bases productivas.
Explicó que llegaron a tener 112 productores dedicados a esta especie casi en peligro de extinción, y en la actualidad apenas quedan seis, quienes tienen un ínfimo número de animales concertados con la entidad.
¿QUE HA PASADO ENTONCES?
Precisa el directivo que a raíz de la compleja situación económica que atraviesa Cuba desde el 2020 por el recrudecimiento de las sanciones y la persecución financiera impuesta por el gobierno norteamericano, y la pandemia, “la producción de pienso para la especie porcina se ha deprimido. El país solo garantiza un porciento para la variedad genética, de ahí que la política de las unidades del territorio esté encaminada a sembrar el alimento animal”.
No obstante, apuntó que por diferentes factores no han podido lograr los niveles necesarios de viandas, granos y plantas proteicas con vistas a garantizarles la alimentación.
“Desde el 2021 tenemos una asignación mensual de subproducto de trigo que transportamos hacia la Isla y solo en agosto se pudieron traer 100 t, en septiembre apenas 16 t y en octubre similar cantidad; en estos momentos se paralizó la entrega porque el país no ha podido comprar más trigo, cuyas cotizaciones en el mercado internacional se incrementaron en un 9,4 por ciento, según la Fao.
“Hoy alimentamos la masa con cultivos, como la yuca, el boniato o el plátano, contratados con las bases productivas, pero a elevados precios, lo cual encarece el costo de las producciones. Además, no disponer de una planta para el procesamiento del pienso criollo y solo poseer tres molinos pequeños de poca cobertura, imposibilita la elaboración de harina de yuca y boniato, que pueda mezclarse con la soya asignada para proteger la masa animal.
Destacó Corría López que en estos momentos tratan de estabilizar la producción, “ya contamos con el Centro Multiplicador Porcino que debe cerrar diciembre con 120 reproductoras con el fin de buscar vientres para el 2023 y así fortalecer el programa en las granjas; también disponemos de unas 235 hectáreas (ha) para el fomento de alimento animal.
“En Julio Antonio Mella tenemos 200 ha con un nivel infestado de marabú, pero no de alto grado; sin embargo, ha sido imposible comenzar porque no está el cercado perimetral para proteger los cultivos.
“Nos esforzamos por generar ventas que nos propicien capacidad de liquidez (CL) para así poder adquirir el alambre, de tal manera de cercar esas áreas y comenzar un desarrollo del programa de plantas proteicas (morera, king grass, tithonia, caña), que con la yuca y el boniato nos permita procesar en los molinos disponibles los alimentos y sustentar la masa”.

Toda esta situación ha lacerado la autoestima de los trabajadores, de ahí que elevarla constituya una de las prioridades: “Nos corresponde levantar ese espíritu de trabajo que siempre han tenido los hombres y mujeres del sector, quienes siempre han sido personas consagradas y con mucho compromiso.
“En la medida que incrementemos producciones, rescataremos a los productores y trabajadores que se han ido pero tienen la disposición de incorporarse”.
LA RECUPERACIÓN LLEVA TIEMPO
Con Yanel Labaceno Castillo, director de la UEB, conversamos durante uno de estos recorridos donde el Partido y el Gobierno chequean la recuperación del programa, al respecto informó que cuentan con tres unidades comerciales: el Centro Multiplicador Porcino Arcadio Martín, la Granja Porcina La Melvis y la Granja Porcina de Ciro Redondo.
A ello se suma el centro multiplicador de cerdo capa oscura del productor Genito Delgado en La Reforma, donde se crean las cochinatas para la formación de los cotos porcinos destinados al desarrollo de la masa.
Hasta ahí hemos ido en más de una ocasión. Se trata de animales más resistentes, pero menos productivos, que admiten una alimentación con menos pienso, adaptada a bajos insumos y a comidas diversas (subproductos de cosechas, palmiche, entre otros). Desandan por sus tierras y da gusto verlos saludables y hasta regresar con tan solo un silbido del incansable productor.
“Las granjas Ciro Redondo y La Melvis atraviesan una situación difícil y en ambas trabajamos para mantener la masa básica; mientras el Centro Multiplicador Porcino evidencia un quehacer más sostenido, los animales presentan mejor estado y allí pretendemos llegar a 120 reproductoras para formar las cochinatas y no tener que comprarlas fuera de la Isla.
“De los más de 500 animales de La Melvis, entre reproductoras, cebas, precebas, cochinatas y sementales, 51 cochinatas genéticas fueron traídas de Pinar del Río para remplazar la masa y buscar vientres nuevos.
“Hasta el Municipio se han trasladado 147 cochinatas de genética, con esos animales por el porciento de extracción que está establecido podemos lograr hasta 70 puercas para entregarlas el fin de año como primer objetivo. El segundo es que nosotros podemos incorporar esos animales a la reproducción y a partir de ahí obtener los que vamos a entregar en convenio.
“Ya hoy se cuenta con 232 cerdos en convenio con productores, más de 800 cebas, 85 crías y más de 160 reproductoras gestadas, cifras que no existían cuando la nueva dirección de la UEB asumió la responsabilidad.
“Las condiciones son adversas, debemos buscar la liquidez porque no tenemos para comprar los recursos necesarios en moneda libremente convertible (MLC). Se trabaja, pero la recuperación lleva tiempo”.
¿HABRÁ CARNE DE CERDO PARA FIN DE AÑO?
Si estará la carne de cerdo en la mesa del pinero para las tradicionales festividades por fin de año, es una pregunta recurrente en no pocos pobladores, en tal sentido Corría López, aseguró que cuentan en las instalaciones con más de 1 000 animales destinados a la venta a la población en diciembre.
“Concebimos un programa montado sobre 78 t de carne con estos ejemplares; no obstante, hoy el peso promedio de los animales es bastante bajo por problemas con la alimentación.
“Sin embargo, exploramos alternativas, visitamos a los productores que poseen crianza de cerdo en busca de una contratación que lo beneficie con la venta de una o dos precebas por el retorno de la carne que ellos sean capaces de vendernos a un precio por acuerdo fijado con dicho campesino. El dinero para pagarle al que acepte esa colaboración no es un problema.
“Le podemos informar al pueblo que habrá un nivel de carne de cerdo, no queremos crear falsas expectativas. En esta oportunidad habrá oferta, pero no será suficiente y desgraciadamente tampoco estará a precios de años anteriores.
“Ahora producir un kilogramo de carne de cerdo en pie nos está costando por encima de los 400 pesos, o sea 400 000 pesos para obtener una tonelada, lo cual indudablemente indica que los precios no se parecerán a los de antaño, pero nunca equiparados con los abusivos existentes en el mercado informal”.
Queda un mundo por hacer en cuanto a la recuperación del programa porcino en la Isla, sobre todo ganar en organización y atención a los porcicultores para que en medio del complejo panorama afloren mejores resultados y que estos, por supuesto, no anden tan escurridizos en las tarimas y cocinas pineras.
Se nos ocurre hasta tirar al ruedo, valorar la posibilidad de flexibilizar la prohibición de la cría en cochiqueras colectivas, siempre distantes de la ciudad, con condiciones higiénicas y estricto control, medida adoptada ante aquella tensa situación epidemiológica generada por el cólera que ahora pasó sin que se cambiara la disposición.
La producción porcina amerita miradas más integrales, se impone rescatarla y para ello habrá que promover la cría, potenciar a productores, sembrar el alimento, ponerle capital y ciencia a su desarrollo; además de enderezar algunos entuertos, solo así la carne de cerdo volverá a estar a pululu en la Isla.
