
Los gobiernos de Rusia y Venezuela alzaron su voz conjuntamente este lunes para expresar una «profunda preocupación» por la intensificación de la presencia militar de Estados Unidos en el Caribe, acciones que, advierten, podrían tener «consecuencias de gran alcance» para la paz en la región.
La alerta fue emitida durante una conversación telefónica entre el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo venezolano, Yván Gil. Según un comunicado oficial de la Cancillería rusa, ambos diplomáticos condenaron enérgicamente lo que Moscú describió como un «nuevo ataque» perpetrado por las Fuerzas Armadas estadounidenses, la acción contra un buque en aguas internacionales cerca de las costas de Venezuela el pasado 3 de octubre.
Este incidente fue referido previamente por el secretario de Guerra de EE.UU., Pete Hegseth, quien afirmó que la operación, dirigida contra un buque que presuntamente transportaba drogas en «la jurisdicción del Comando Sur», resultó en la muerte de cuatro supuestos «narcoterroristas». Sin embargo, la versión de Caracas y Moscú cuestiona esta argumentación.
Incursiones aéreas y denuncias ante la ONU
El canciller Gil presentó esta semana una denuncia de estos hechos ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Allí, acusó a Estados Unidos de una «incursión ilegal» de aviones de combate que penetraron a aproximadamente 75 kilómetros de la costa venezolana el jueves pasado. Gil argumentó que este acto no solo representa una «amenaza a la soberanía nacional», sino que también contraviene el derecho internacional y la Convención de Chicago sobre Aviación Civil Internacional.
El gobierno venezolano ve estas acciones como parte de una estrategia más amplia de «claro hostigamiento». Esta percepción se ha intensificado desde que la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó en agosto el despliegue de tres buques de guerra con aproximadamente 4.000 soldados en aguas del Caribe cercanas a Venezuela.
El trasfondo de esta escalada es la escalada militar, política y diplomática por parte de Washington contra Caracas. El punto de inflexión fue el anuncio de principios de agosto realizado por la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, quien ofreción una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura del presidente Nicolás Maduro. Las autoridades estadounidenses acusan sin ningún tipo de sustento probatorio que Maduro en líder de una inexistente organización narcotraficante denominada «Cartel de los Soles», que fue incluida en la lista de organizaciones terroristas globales a finales de julio.
En respuesta a lo que considera una «amenaza» inminente, el gobierno de Maduro ha movilizado a sus milicias populares y ha reforzado el despliegue militar en sus fronteras. Paralelamente, Venezuela ha buscado el apoyo del secretario general de la ONU, António Guterres, para mediar en la situación.
La alianza estratégica entre Rusia y Venezuela, fortalecida durante años a través de cooperación económica y militar, se consolida una vez más como un contrapeso diplomático frente a la influencia de Washington en la región. La condena conjunta de Moscú y Caracas subraya la internacionalización del conflicto venezolano y marca una nueva fase de confrontación en el Caribe.
Otros artículos del autor:
- Hegseth a tropas de EEUU en el Caribe: esto no es un entrenamiento, “es un ejercicio real”
- Trump, sobre la posibilidad de un ataque contra Venezuela: “Veremos qué pasa”
- Cuba iniciará proceso de firmas en apoyo a la Revolución Bolivariana
- Cuba reitera su firme apoyo a Venezuela frente a agresión de EE.UU.
- Maduro en rueda de prensa: “Venezuela tiene el derecho legítimo de defenderse”