
Globos, pulóver, lazos, corazones…todos azules, inundaron el céntrico Paseo Martí y el parque de los Hexágonos; cualquiera diría que Nueva Gerona se vistió de mar, algunas veces en calma y otras revuelto, de ese color que se ha transformado en un símbolo del autismo, no solo de las personas que lo padecen sino también de sus familias.
Conmueve, siempre emociona verlos desenvolverse junto a sus familias: La música de fondo y ellos con sus caritas temerosas intentan volar en aquella danza, resultado de las enseñanzas en la escuela José Antonio Echeverría, donde cursan estudios cerca de 22 niños en situación de discapacidad (deficiencias sensoriales y con el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Cada 2 de abril se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objetivo de contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas que viven con él; además de promover su inclusión como ciudadanos de pleno derecho en todos los ámbitos de la sociedad.

Y es que no siempre la sociedad tiene el mejor comportamiento con ellos y no debería ser, nadie pide venir a este mundo con alguna discapacidad; de vez en cuando hay que ponerse en la piel de los demás. Qué bueno sería vivir en una Cuba, Isla de la Juventud o mundo cada vez más sensible.
Así comprenderíamos y aceptaríamos a quienes tienen dificultades en la interacción social, retraso en las destrezas cognitivas o de aprendizaje, no establecen la mirada ni le interesan las personas, se aíslan, no le guste ser cariñoso y les cuesta socializar con otros niños; asimismo, presentan dificultades con el lenguaje, lo haya perdido o haga repeticiones de palabras o frases una y otra vez, a lo cual se le llama ecolalia.
Aunque de los orígenes de este trastorno se desconoce un poco, varios son los especialistas que lo atribuyen a factores genéticos y ambientales. En el año 2012, estudios realizados en el país confirmaban que el 0,04 por ciento de los infantes padecía algún Trastorno del Espectro Autista.
En el territorio la mayor parte de ellos reciben atención educativa especializada en la institución educativa; sin embargo, otros no, pero lo más importante es el diagnóstico, el cual no siempre se realiza en edades tempranas y este sigue siendo la mayor debilidad cuando también el territorio cuenta con el Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO).
Por lo general ocurre luego de los cinco años y lo ideal sería antes de los tres. Existen posibilidades de que así suceda, pues el bebé autista da señales desde la cuna, donde no le preocupa ser cargado, son demasiado tranquilos, se retrasan en pararse o sentarse, muestran otras manifestaciones que no son normales y ameritan la atención familiar y ser valoradas por especialistas.
Una oportuna actuación resulta determinante en el desarrollo futuro de estos niños. Yo sé que vivimos tiempos convulsos y muy agitados debido a las escaseces, pero de vez en cuando debemos hacer un alto en el camino, sobre todo cuando se tienen bebés, quienes deben robarnos todas las miradas y los desvelos.
¡Ah!, y cuidado con las nuevas tecnologías, son buenas sí, pero ya existen entendidos que hablan de un tipo de autismo muy específico, el autoinducido, causado por el exceso de exposición a los medios audiovisuales y pantallas, el cual restringe tanto la interacción social de los infantes como el lenguaje.
A mí en lo personal me fascina el azul, pero ojalá no fuera necesario pintar ni un día más con este color porque ello significaría que ya no será necesario concientizar a las personas para mirar con ojos nobles no solo a quienes tienen esta condición sino a aquellos con necesidades especiales porque todos merecemos derechos y calidad de vida, porque todos cabemos dentro de ese gigante globo llamado tierra.


