Avelino impone récord en el arte de producir miel

Avelino acumula una larga experiencia contribuyendo con un reglón muy necesario para la exportación/ FOTO: Yuniesky La Rosa Pérez

Productores como Orlando Avelino Martínez Álvarez no se dan en los árboles ni aparecen debajo de cualquier piedra, brotan precisamente, de aquella tierra pródiga en engendrar agricultores con un linaje especial curtido durante generaciones en producir riquezas desde la tierra.

El frijol es uno de los cultivos que actualmente tiene sembrado en su finca/ FOTO: Yuniesky La Rosa Pérez

Asociado a la cooperativa de créditos y servicios Julio Antonio Mella, allá en las puertas de la zona sur de la Isla de la Juventud Avelino –como todos lo conocen– tiene su finca Villa Teresa donde hace de todo, es apicultor, ganadero, avícola, produce cultivos varios y frutales. Hoy tiene sembradíos de frijol, calabaza, pepino, boniato y en estos días se disponía a plantar tomate y pimiento; pero en esta oportunidad la buena nueva está relacionada con ese milenario arte que requiere dedicación, esfuerzo y una conexión especial con las abejas para criarlas, cuidarlas y obtener su miel.

Lidiar con la laboriosa anthophila no está al alcance de cualquiera, pues un enjambre bien molesto de estos excepcionales insectos atemoriza hasta el más pinto de la paloma, sin embargo, Martínez Álvarez con sus más de 25 años de experiencia en la apicultura y una anatomía adaptada ya a los aguijonazos, ha conseguido acercar ese vínculo y gracias a ello establecer este año un récord de más de diez toneladas de miel de abeja producida.

Pero llegar a ese peldaño no ha sido fácil, ha recorrido un largo camino no exento de dificultades y a la vez fascinante. Según nos cuenta, todo comenzó en la década del ’90 en pleno período especial cuando la máxima dirección del país convocó al campesinado cubano a incorporarse a otros programas de la agricultura como el porcino, avícola y la apicultura.

“Empecé en el año 1999 con 20 colmenas –rememora– que me facilitó la apicultura a partir de que me integré al programa, no sabía nada al respecto, pero busqué el apoyo de los apicultores para que me dieran el primer mínimo técnico de cómo se trabajaba y ya en la actualidad poseo 232 colmenas.

El trabajo con las abejas precisa dedicación, esfuerzo y una conexión especial con estos insectos/ FOTO: Yuniesky La Rosa Pérez

“Pudiera tener 500 o 600 pero viví la amarga experiencia del huracán Gustav que de contar con 205 me dejó 67. No encontramos más ninguna, desaparecieron con el ciclón y volvimos a empezar. Hemos tenido algunos tropiezos, en este caso enfermedades como la lo que americana y la lo que europea que nos han afectado bastante en el rendimiento de las colmenas, pues la que se enferma debemos quemarla y sacarla para que no perjudiquen al resto.

FOTO: Yuniesky La Rosa Pérez

“Un año también tuvimos afectaciones con la Aethina tumida que es el escarabajo de la colmena que se alimenta de la miel y parasita tanto la miel como la colmena y al final se muere porque hace sus propias larvas en la misma copa celda de las abejas. Ahí volvimos a perder colmenas y retrocedimos.

“Las cosas de la naturaleza son impredecibles, hay momentos que los insectos son de alto índice de afectación y en otros están en equilibrio con el ambiente. Nosotros hacemos cada año lo que corresponde a la colmena, sin embargo, lo que obstaculiza el avance no es su crecimiento sino el factor climatológico, eso influye mucho en la abeja y yo no le puedo mejorar el problema de la floración”.

Respecto a la floración de nuestro ecosistema el avicultor señaló al marabú como uno de los que no aporta nada. “Para mí el marabú tiene ya más del 90 por ciento de las tierras copadas. Tuvimos más de la mitad de la Isla sembrada de cítrico que era muy beneficioso por la elevada floración que aportaba, eso ya no lo tenemos, en los campos donde hubo cítrico hoy abunda el marabú que no da ni poli, ni miel”.

Explicó que el marabú y su rápida expansión imposibilitan el desarrollo de las plantas que aportan floración. Por consiguiente, esa tierra no es tan productiva para la abeja porque no posee el florecimiento que ella necesita. No obstante, siempre aparece una planta capaz de desafiar al indeseable arbusto espinoso.

“En este mes contamos con el bejuco indio, ese sí lo hemos aprovechado. El bejuco indio se sube en las plantas de marabú y da buen potencial de miel, por eso en fin de año sacamos tanta miel. Además, nos ayuda que no exista ventolera y que la frialdad no sea tan intensa porque el viento y el frío seco consumen la humedad de la miel y secan la flor. Este año ha sido bueno en ese sentido, eso nos pasa cada cuatro o cinco años más o menos”.

Avelino también se refirió a las vicisitudes materiales que enfrenta en esta fascinante actividad que sí depende del hombre, en este caso las láminas, el alambre, las cajas, los cuadros.

“Ahora mismo yo podía haber tenido mis 232 colmenas montadas a tres cuerpos, no pude lograrlo al no disponer de suficientes láminas para montar, a pesar de que tenía capacidad para continuar montando.

“Estamos acostumbrados a que los materiales los produzca el Estado y nosotros se los pagamos porque no tenemos carpintería, ni la capacidad para hacer los elementos de cuadros y colmenas. Cuando buscamos a un carpintero privado nos golpea con el tema de los precios, entonces a la hora de cambiar una cosa por otra, al final no hicimos nada porque estamos pagando las cosas muy caras”.

En relación con los elementos de colmenas detalló que no se echan a perder con facilidad teniendo en cuenta que están cubiertos adentro con una temperatura de 27 a 30 grados sin humedad, evitando que la madera pudra. Asimismo, aclaró que sí debe cambiarse porque el cuadro envejece, se pone negro, el albhielo se empequeñece y disminuye la capacidad.

“Cuando el albhielo es chiquito la abeja es de menor tamaño y a menor tamaño menor capacidad de traer alimento a su colmena. ¿Qué hacemos? Quitamos el cuadro negro, cortamos el alambre, procesamos la cera, la hervimos, la volvemos hacer en panel y la retornamos a la empresa nacional para que nos haga las láminas de cera.

“Nosotros no contamos con máquinas para hacer las láminas, lo único que tenemos son los bidones, el deseador y las máquinas extractoras, veremos ahora con el nuevo sistema de pago en USD qué podemos lograr con lo que nos ponga el país. Si con el dinero que me dan puedo comprar una máquina laminadora ya no tendría que mandar mi cera para que me hagan las láminas.

“A mí me ponen un plan de cera, lo cumplo y sobrecumplo, quiere decir que por el límite de condiciones que tengo me tienen que retornar la cera, pero no viene. En el país hay dificultades con la energía eléctrica, en la fábrica de hacer laminación disponen de pocas horas de electricidad, entonces no pueden cumplir. Al final entendemos la situación, pero es un obstáculo para poder crecer, ser mejores este año, el próximo y aportar más al país”.

Para el curtido apicultor son alrededor de 26 años contribuyendo con un renglón tan necesario para la exportación, “si se suman todos mis años de trabajo con la miel que he entregado que promedia entre las cinco y diez toneladas por año, creo que son unas cuantas toneladas y si se multiplica por 390 o 400 euros, es algún dinero que he podido aportar al país.

“Aun así estuvieron mucho tiempo sin pagar, nada más nos daban la moneda nacional 1 400 pesos y 60 CUC. Considero que esas sumas no respaldaban el trabajo que tenemos; pero las cosas van pasando y al menos ya se nos está pagando 600 USD por la tonelada de miel.

“Podría ser un poquito mejor para beneficiarnos más y poder hacer más cosas. Por ejemplo, yo recorro mis colmenas que son casi 30 kilómetros en un tractor porque las colmenas se ponen cada cinco kilómetros de distancia un apiario de otro de acuerdo con lo establecido, y tengo que lidiar con el déficit de combustible, neumáticos y piezas de repuesto, y no solo soy apicultor me dedico a otras funciones como la ganadería y los cultivos varios”.

Retomando el curioso tema de las picaduras el Martínez Álvarez calcula alrededor de un centenar en un día. “Lo que hago es quitar la figuita nada más y no pasa nada. Les puedo decir que en un día en lo que voy y vengo de las colmenas o se pongan bravas como a veces sucede y no las logré controlar bien con el humo, te fueron arriba y puedes contar las que tú quieras”.

Especificó que donde más duelen las picaduras es justo debajo de la uña. “Aquí en este lugarcito de la uña, entonces hay que introducir la mano en un cubo de agua y esperar tres o cuatro minutos a que pase, creo que eso es peor que machucarte la uña con un martillo.

“A veces cuando me pican en el cuello al llegar a la casa le digo a mi esposa que me revise y me quite la figa, pues en la posición que está prácticamente no la veo y ahí permanece hasta que logramos retirarla, por lo menos ya ni roncha nos hacen”.

Preparando el ahumador apícola que utiliza para esparcir el humo en las colmenas/ FOTO: Yuniesky La Rosa Pérez

Mientras prepara el pequeño artefacto que utiliza para esparcir el humo en las colmenas y se dispone a una nueva jornada ponderó que a diario aprende algo nuevo con ellas. “Todos los días te dice algo, cuando la destapas te informa que es lo mejor, entonces haces algo diferente y cada vez percibes que tienes mejores resultados. A mí me encanta este trabajo porque siempre me hacen sentir bien”, concluyó.

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Yuniesky La Rosa Pérez
Yuniesky La Rosa Pérez

Licenciado en Comunicación Social en la universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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