¡Auxilio!, el pan se encoge

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Satisfacción en la población pinera, de boca en boca aparecía la venta de panes a precios diferenciados, un paliativo, “aun cuando el precio está algo alto se puede comprar de vez en vez”, decían los de menos remuneración económica.

Sin embargo, ese pan de casi un metro y brilloso, exquisito al paladar, ha ido mermando en tamaño; al principio sobresalía en una jaba de nailon, ahora caben hasta dos, y el precio sigue igual.

Muchas pueden ser las justificaciones al respecto, ya casi todos sin ser panaderos las conocen: humedad, la harina cambió, los hornos han tenido problemas, en fin, un sinnúmero de explicaciones que de ninguna manera influyen en los 80 pesos.

Y es aquí, ante situaciones de este tipo, que deben entrar en acción los especialistas de la calidad y los inspectores, si realmente acompañan al pueblo en eso de eliminar las violaciones que tanto nos afectan.

El costo de la vida está caro, en ocasiones de forma real y en otras a partir de especulaciones con el coste de las materias primas, entre otros factores, mientras lo que entra en los bolsillos se mantiene inalterable.

He dicho en varias oportunidades cómo la imagen de una entidad se fragua con la calidad de sus producciones y servicios de forma estable y sistemática, aun en las condiciones de Cuba, donde la llamada oferta y demanda se vulnera cada día.

También he repetido que para nosotros esas dos palabras son una ficción, por cuanto hay una súper demanda y muy pocas ofertas, situación aprovechada por individuos y hasta unidades estatales, de manera inescrupulosa.

Lo que está ocurriendo con el pan liberado no es privativo de otros productos, sobre todo en las viandas, los vegetales y condimentos frescos.

Dos ejemplos: qué cantidad de fertilizantes, riegos y otros recursos llevan tres o cuatro canteros de ajo porros, los mismos de siempre, y sin embargo el macito está a 30 y hasta 50 pesos.

O la mata de mamoncillos que lleva muchos años de plantada y solo hay que esperar la temporada para recoger los frutos, pues los ramitos –así como los de uva– se venden en todas nuestras calles entre 40 y 50 pesos, y ni hablar de la fruta del pan a 100 o más…, mientras al parecer a los encargados de regular precios les resbala, como decimos en buen cubano.

Volviendo a la Cadena del Pan, urge realizar los análisis pertinentes para determinar cómo es posible que a menos de tres meses de su aparición ya dicho producto se esté encogiendo, no busquen atenuantes en las lluvias de estos dos días, pues eso viene ocurriendo hace algunas semanas.

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Isla de la Juventud Opinión
Pedro Blanco Oliva
Pedro Blanco Oliva

Licenciado en Literatura y Español en la universidad Carlos Manuel de Céspedes, Isla de la Juventud. Diplomado en Periodismo con más de 40 años en la profesión

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