Cada vez los pilluelos utilizan técnicas más sofisticadas, se valen de las más inimaginables artimañas para falsear el consumo real; el propósito es pagar menos para no hacerle un agujero a la economía familiar, pero sí a la del país, el cual enfrenta una compleja situación energética.

El robo de electricidad pudiera ser un tema recurrente en nuestro medio de comunicación; sin embargo, no lo es porque a pesar de las medidas establecidas para los infractores, lejos de erradicarse la tendencia es a mantenerse o incrementarse.
Para que se tenga una idea. Según informaciones suministradas por especialistas de la Dirección Comercial de la Empresa Eléctrica en agosto detectaron 91 fraudes y en septiembre –cuando indagamos– ya sobrepasaban los diez hechos, aun sin haber transcurrido los primeros 15 días.
Las estafas detectadas por el cuerpo de inspección de la entidad han posibilitado la recuperación de 275,4 MWh de energía, que representan 1 218 496 pesos.
Algunos son reincidentes, otros de nueva incorporación en esta fechoría; todos a partir de la adulteración del metrocontador, al cual lo mismo le manipulan la relojería, usan imanes potentes, acuden al empalme directo y cuantas técnicas se les ocurren con el fin de evitar que este registre toda la energía consumida en el mes.
Sorprende el número de reincidentes, pues la aplicación del Decreto Ley 260 sobre las Contravenciones personales de las regulaciones del servicio eléctrico no solo establece una multa de 500 pesos, el retiro del metro y, por ende, el corte del servicio, sino también el cobro de la energía gastada durante un año a partir de la carga que tenga su vivienda.
En la entidad me comentaron de personas que han llegado a pagar más de 100 000 pesos, pero al parecer a algunos transgresores el dinero les corre a borbotones, al punto de continuar con las indisciplinas.
No pocos para justificar su reprochable actuación se escudan bajo las nuevas tarifas eléctricas: “son muy elevadas”, “imposibles de pagar”, “están calientes”… entre otras alegaciones para evadir el elevado consumo, cuando lo más sensato es acudir al uso adecuado de los equipos electrodomésticos sin renunciar a la modernidad.
Tales “pilluelos” no consideran la opción de ahorrar, sí de adulterar el metrocontador y hasta sobornar a los lectores- cobradores si fuera preciso; no obstante, los especialistas de la Empresa Eléctrica intensificarán los recorridos y las inspecciones por las demarcaciones para enfrentar los fraudes, que vale agregar constituyen un delito por el cual se puede sancionar con privación de libertad de tres meses a un año o multa de 100 a 300 cuotas o ambas, según establece el artículo 325 del Código Penal.
No creo que haya que llegar a tanto. El llamado es dejar a un lado los artificios para “disfrazar” el gasto eléctrico y consumir solo la energía necesaria, máxime en estos tiempos de contingencia energética.