“…sin movimiento de masas no hay revolución posible”, le escribió Fidel desde Presidio Modelo a Haydée Santamaría y Melba Hernández en carta donde les encomienda la misión de imprimir y distribuir su discurso en el juicio tras el asalto al Cuartel Moncada, conocido como La historia me absolverá, y en cuya reconstrucción trabajara en secreto desde esa cárcel.

Del 18 de junio de 1954 data esa misiva donde insistía en que la referida autodefensa, además de denunciar los crímenes de la dictadura de Batista, contenía el programa de la Revolución, la cual prosigue invicta con el protagonismo conferido al pueblo.
Es admirable que a 70 años de tal afirmación del joven líder de apenas 27 años se confirme su validez en que las masas hayan hecho suya esa lucha, encarnen la voluntad del Comandante en Jefe y prosigan sus ideas y obra en condiciones tan adversas que hacen mayor la victoria.
Ese principio ha sido constante con un movimiento popular creciente que no solo garantiza el poder del soberano pueblo, sino que lo amplía en todos los ámbitos de la vida de los cubanos, desde la movilización popular que en 1955 hizo posible la salida triunfal de Fidel del encierro, hasta la viva democracia que desde el barrio blinda a Cuba ante los ataques enemigos.
Ese protagonismo popular hace invencible a los cubanos en la batalla por su existencia como nación y un futuro digno.
Son muchos los momentos que ratifican la continuidad de aquella afirmación, pero entre tantos escojo algunos que son decisivos.
En la clausura del VII Congreso del Partido, en abril del 2016, el General de Ejército Raúl Castro dejó claro a los que sueñan con desviarnos: “La Revolución jamás encontrará solución a sus problemas de espaldas al pueblo, ni con la restauración del capitalismo, que conllevaría a la aplicación de terapias de choque a las capas de la población con menos recursos y destruiría la unidad y la confianza de la mayoría… en torno a la Revolución y al Partido”.
Tales alertas están en línea con las advertencias de Fidel al peligro de que la Revolución puede ser destruida no por el enemigo imperialista, sino por nuestras deficiencias, por eso insistía en perfeccionar todo.
Nunca podremos olvidar ni subestimar que las indisciplinas, ilegalidades, la corrupción y otras actitudes negativas destruyen valores éticos, debilitan la moral y minan por dentro colectivos, desvían recursos imprescindibles para el desarrollo, desaniman y afectan nuestros objetivos de progreso y bienestar.
Las lecciones de la historia nos enseñan a que no queda otra alternativa que cerrar filas frente a estos fenómenos cuyo efecto desmoralizador previó Fidel cuando aquel trascendental discurso en el aula magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005, hizo profundas reflexiones sobre los graves desafíos de la humanidad como consecuencia de las absurdas políticas imperiales, el papel de nuestro país en esa batalla global y los esfuerzos de la Revolución para construir la sociedad más justa de la historia.
Con su enorme visión de futuro advirtió entonces sobre los errores y graves desviaciones a enfrentar, el reto del pueblo de garantizar la continuidad frente a las amenazas y su absoluta confianza en la victoria.
La estrecha vinculación con el pueblo en esa batalla ha permitido en los últimos años descubrir, prevenir y enfrentar múltiples y complicados delitos.
“…la batalla contra las actividades antisociales y delictivas debe igualmente ser una batalla de todo el pueblo”, alertó Fidel en 1971. Y seis años después lo ratificaba ante la Asamblea Nacional del Poder Popular: “Tenemos un enorme terreno: luchar sin tregua contra todo negligente, contra todo espíritu burocrático, contra toda indolencia, sin tregua, de la misma manera que luchamos y estamos luchando contra la delincuencia”.
Con unidad, cohesión y firmeza revolucionaria como podemos afrontar y derrotar la corrupción, el delito, las ilegalidades e indisciplinas sociales, que atentan contra el bienestar social y conquistas sagradas del pueblo cubano: la seguridad, el orden y la tranquilidad ciudadana. pic.twitter.com/83YGcam0yK
— MTSS CUBA (@MTSS_CUBA) February 14, 2024
¿No es acaso la misma estrategia actual para corregir distorsiones y reimpulsar la economía?, que ratifica que el enfrentamiento a la corrupción e indisciplinas no es un problema solo de la Policía, sino de todos, desde el Gobierno y las empresas hasta los barrios, porque muchos de los productos sustraídos que revenden personas inescrupulosas proceden de una fábrica.
Aquel movimiento de masas de que hablaba Fidel no quedó en la carta escrita desde la prisión, urge hoy más que nunca antes como parte de una Revolución de pueblo en defensa de sus derechos y el futuro.
(*) Colaborador