
Estalla la alegría y es indescriptible la emoción. Los pineros vibran de júbilo y esperanza. Las Heroínas del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado y Melba Hernández Rodríguez del Rey, junto a las familias corren a fundirse en un abrazo con los jóvenes de la Generación del Centenario.
En dos grupos los liberan del recinto carcelario de Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, aquella tarde del 15 de mayo de 1955, gracias al reclamo popular y a la posición de los combatientes de rechazar las burdas maniobras de la tiranía de socavar su integridad: el dictador Fulgencio Batista firma la amnistía.
Al bajar la escalinata del Presidio Modelo queda atrás un período fructífero y de grandes experiencias en que la galera deviene escuela al crearse la academia Abel Santamaría Cuadrado y la biblioteca Raúl Gómez García para la preparación intelectual e ideológica de esos dignos hombres.
Fidel desde su celda reconstruye su alegato de autodefensa, La historia me absolverá, a partir del meticuloso trabajo de escribir entre líneas de las cartas con zumo de limón, para poder burlar la censura. El jugo de limón se seca y luego cuando planchas el papel sale lo escrito.
Fueron confinados durante casi dos años porque, bajo la guía política y militar del joven abogado Fidel Castro Ruz, asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes para golpear la base de sustentación del régimen opresor y emprender el camino hacia la última etapa de lucha por la emancipación nacional.
Aunque esas acciones no alcanzaron su propósito inmediato al fallar el factor sorpresa, su repercusión resultó extraordinaria. Luego vendrían los juicios, las condenas de la Causa 37 y la prisión fecunda.
De inmediato los familiares de los Moncadistas crearon un Comité Pro-Amnistía de ayuda a los presos políticos, siendo la casa de los padres de Jesús Montané Oropesa el centro de las actividades. Promovido por las madres, en Nueva Gerona se gestó un movimiento de protesta, el cual cobró fuerza y se extendió por la nación hasta sacarlos del penal.
Aquellos hombres ya no eran los mismos, había surgido una nueva vanguardia revolucionaria con su programa y estrategia propios que avanzaba con la mirada firme y esperanzadora que los conduciría al desembarco del yate Granma, al Turquino y al triunfo del Primero de Enero de 1959.
Pineras y pineros están dispuestos a defenderlo con igual fervor que ellos lo hicieron; por ende, se suman a la batalla por la soberanía alimentaria, el desarrollo económico social del territorio con ciencia, innovación, comunicación social e informatización y, no menos importante: defienden el país en el terreno virtual desde las redes ante las campañas enemigas por desacreditar a la Revolución.
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