El pasado 21 de enero conocimos de la partida física de Ramón Reinaldo Rives, nuestro Mongo Rives, personalidad antológica de la música pinera y máximo promotor del contagioso sucu suco.

Mongo fue amigo personal de Adalberto Álvarez Zayas, quien producto de una complicación derivada de la covid-19, falleció el primero de septiembre del 2021. Este músico, compositor, arreglista y director de orquesta conocido como el Caballero del Son está considerado como uno de los soneros más versionados internacionalmente.
En el libro Mongo Rives: el “Rey el Sucu suco”, escrito por el avileño Fernando Díaz Martínez, y de próxima aparición por Ediciones El Abra, se recoge un testimonio ofrecido por Adalberto a dicho autor. Nuestra editorial lo ofrece, en calidad de primicia.

“El sucu suco Cántalo, pero báilalo, es de la autoría de Silvio Rodríguez, lo monté en la orquesta con mucho entusiasmo y felizmente pegó. Yo tenía como referencia la existencia de Mongo, pero aún no lo conocía. De su repertorio, el número que más me gustaba era, y es, El rabito del lechón. Este posee todo el ritmo y la cubanía del Sucu suco pinero, no por gusto ha pegado tanto en todos los tiempos.
“En el festival de Varadero vino Fito Páez y al oír el montaje de Cántalo… le gustó enormemente y aquello me agradó, e inclusive me queda pendiente un trabajo que haremos con ese número para rescatarlo en los próximos meses.
“Al pasar el tiempo pude ir a la Isla y conocí a Mongo personalmente y después nos hemos visto tres veces. Qué decirte, Mongo es muy de la Isla y muy de Cuba, tiene el carisma propio que impacta, como dice otro amigo, Frank Fernández: “es un hombre de la tierra y le admiro su perseverancia por la defensa que ha realizado del sucu suco.
“Del ritmo puedo decir que es muy pegajoso, de ahí que hice la fusión de él con el son. Yo creo que le ha faltado que otras orquestas le hayan dado más apoyo en el montaje del sucu suco en sus repertorios, eso le hubiera dado más difusión como lo hemos hecho con otros ritmos: Chachachá, Mozambique, etcétera. Tal vez así hubiera salido del ámbito campesino al urbano, pero de todos modos es un orgullo que haya surgido en Cuba, porque en realidad es muy alegre y el público lo disfruta mucho al oírlo y al bailarlo”.
(*) Editor de la editorial El Abra
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