Otro día de la temporada julio–febrero comienza, esta vez es el Ferrocemento 247 el que trae la carga; todo funciona como manecillas de un reloj, en el tiempo pactado cada quien está en su puesto.
Consulto la hora, 1:30 de la madrugada, llegamos a la puerta con antelación, no conocemos bien la rutina; esta noche nos probaremos en la lucha contra Morfeo que libran –durante más de siete meses– los trabajadores de la Planta de Langosta de la empresa pesquera industrial del municipio, Pescaisla.
A nuestro llamado llega Migdalia Rives Rodríguez, directora de la Unidad Empresarial de Base Induisla, aguarda en la entrada mientras saluda a cada uno de los trabajadores que “llegan de forma escalonada, de 2:00 a 2:30 a.m.”.

Hace un par de llamadas. “Vienen con retraso”, dice, e insiste en la puntualidad de la “enviada” –como llaman al navío que transporta las langostas capturadas desde los centros de acopio hacia la industria–.
Unas 5.7 toneladas deben arribar en esta jornada que, tras el inesperado contratiempo, llegan por fin a las 2:49 a.m.; tiran cabo hacia la orilla y una vez detenido el barco comienza el verdadero ajetreo.
CLASIFICACIÓN
Migdalia supervisa que todo esté en orden para iniciar. Allí nos presenta a Eliades González Lobaina, jefe de la Planta de Langosta, quien nos acompañará durante el extenso y exhaustivo recorrido de la llamada Reina del Caribe por el procesamiento industrial.

Antes, nos dirigimos al área de taquillas, un grupo de requisitos se han de cumplir para poder ingresar a la industria. Gorro, nasobuco, camisa de mangas largas, pantalón, botas de goma, guantes, según lo requiera, son algunos de los implementos de seguridad y salud en el trabajo de los que dispone cada empleado o visitante, en nuestro caso.
La desinfección en la barrera sanitaria es el paso siguiente, agua con detergente, luego clorada y gel desinfectante para las manos.
– ¡Listo! Ya podemos entrar.
Unos diez compartimentos conforman la industria en su interior; como si fuera pleno día transcurren allí las largas horas de madrugadas en campaña. Vamos directo a la sala de recepción, donde los obreros, cual hormigas, trabajan sin cesar y con total maestría.
“Aquí –detalla González Lobaina– se seleccionan por tallas las que pasan al proceso de precocinado y las que se empacan crudas, además de las ya descoladas en el centro de acopio que van directo al salón”.

Pero no todas llegan en óptimo estado, nos dice Eliades que “la que viene entera, pero muerta –y por tanto no cumple los requerimientos establecidos– se descola y lleva un tratamiento para que no se vaya a manchar y pueda incorporarse al proceso.
“En esta área contamos con 11 trabajadores más un técnico de calidad; y aquel que ves allá –subraya mientras señala con su dedo índice– tiene retirado el nasobuco para detectar por el olor si alguna de las langostas se encuentra en mal estado”.

Para ello, la estancia en el centro de acopio no debe exceder las 72 horas después de la captura, sin embargo, para evitar cualquier percance “las estamos trayendo a las 48 horas, allí permanecen vivas en un vivero natural o corrales en el agua hasta completar la carga”.
MUERTE INDUCIDA
Una vez concluida la descarga de las cajas del barco –alrededor de media hora por tonelada– y la respectiva clasificación, unos 18 cestos se dirigen a los estanques de muerte inducida.

“Aquí se sacrifican por asfixia –explica Eliades–, se sumergen en una solución de sal de un tres al cinco por ciento, o sea, un tratamiento químico con metabisulfito de sodio, el cual le mata el oxígeno al agua y produce una muerte rápida y sin estrés, para una fácil manipulación en las operaciones siguientes y prevenir la mancha oscura o melanosis.
“Según el tamaño –prosigue– es el tiempo que se dejan en esta solución; al sacarse pasan al salón de lavado, envoltura y clasificación, donde se corrigen con más exactitud las tallas comerciales”.

En este punto, alrededor de las 5:30 de la mañana, diversos salones se encuentran en función a la vez: la caldera en que se precocina, las mesas donde se extrae la masa de cabeza y rejos –de consumo local–, el área de cola y el salón de empaque de la entera.
APUNTE PARA CONTINUAR
Poco más de un centenar de trabajadores integran la Planta de Langosta, importante rubro exportable dirigido a clientes de Europa y Asia, se trata de hombres y mujeres consagrados a tal oficio que reúnen, incluso, más de 25 y 30 años de labor ininterrumpida en el sector. (Continuará…)

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