“Raspar el zapato” entre 30

Cual parejas dispuestas a danzar un vals de quinceañera se adueñan del salón de la Casa de Cultura de Nueva Gerona; la emoción es palpable, la única diferencia está en el paso del tiempo marcado en sus rostros, que ya no lucen la frescura de los años mozos.

El club de danzón Alturas de Simpson lleva 22 años de creado/ Foto: Cortesía de la Casa de la Cultura de Nueva Gerona

Son 30, 20 hombres y diez mujeres; ellas lucen abanico, vestido o saya ancha, mientras los señores están muy elegantes con sus zapatos especiales, guayaberas, camisas, pantalones amplios  y sombreros.

Puede ser el primer o el tercer domingo del mes; marcada la hora comienza el ir y venir de los movimientos del baile: el danzón, esa expresión rítmica de la nación cubana.

Ellos hacen lucir a las mujeres tocándolas solo con la mano izquierda mientras posan en la cintura la mano derecha, conduciéndolas, de manera suave, por la pista, haciéndolas resplandecer como verdaderas princesas.

Comienza la cadencia ante la primera y segunda melodías, luego el compás y alegría inundan el espacio mientras florean a las damas, bailan de manera cerrada de cuatro a ocho compases.

ENCUENTROS PARA ALIVIAR EL CORAZÓN

Consuelo León Crespo presenta la peña, se trata del club de danzón Alturas de Simpson. Bate su abanico y en calidad de Presidenta habla de los 22 febreros acumulados, razón por la cual se les dedica en este 2023 la Jornada de la Cultura Pinera.

No solo bailan también realizan talleres de creación para enseñar los pasos del importante baile de salón / Foto: Cortesía de la Casa de la Cultura de Nueva Gerona

“Aquí aprendemos a revitalizar y difundir el danzón, no es un baile complicado, pero tiene pasos y movimientos elaborados. Venir a estos encuentros nos ayuda a aliviar el corazón, según el ritmo de la pieza musical que en ese momento esté sonando. El danzón más que un baile es un estilo de vida, una forma artística y hasta un momento de diversión y relajamiento”, subraya la longeva, quien lleva en su hombro 75 almanaques.

Sigue la actuación: Se escuchan las canciones Boda de Oro, Almendra y La Lupe; entran entonces Mérida, Sonia, Luis, Memé y también Consuelo para cantar. Cierra el bloque con las tonadas La flauta mágica y Las Alturas de Simpson.

“De escuchar las notas a uno le entran ganas de pasar a la pista y raspar el zapato. Gracias a este baile algunos han mejorado la depresión, la diabetes o la artritis. Sin dudas tiene fines terapéuticos”, expresa León Crespo quien rememora el surgimiento de este baile de origen cubano, creado y difundido el primero de enero de 1879 por Miguel Faílde y Pérez (1852-1921) cuando estrena Las Alturas de Simpson en los salones del Liceo de Matanzas; a inicios del siglo XX llegó a México por Veracruz y Yucatán y comenzó a adquirir popularidad.

“Muchos creen que es un baile ‘de viejitos’, aunque también hay jóvenes y niños que se sienten interesados por este género musical, por eso desarrollamos talleres para favorecer su continuidad y vínculos generacionales, además de preservar y revitalizar las particularidades danzarias que han identificado al danzón a través de la historia”, aclara Iraida Aldama Martínez, directora del Sistema Municipal de Casa de Cultura.

Es importante resaltar la capacidad creativa y de autogestión de los danzoneros pineros quienes, con numerosas iniciativas, sufragan las actividades que desarrollan en su incansable labor cultural como atención y reconocimiento a los miembros destacados, actividades de extensión cultural, organización de concursos y otras acciones con lo abonado cada mes para el funcionamiento interno del Club, además de representar un ahorro económico a la institución que los acoge.

Bailar danzón para estos abuelos es sinónimo de terapia para el alma, goce corporal y disfrute espiritual, es un estimulante para alejar situaciones y malestares, lo cual contribuye a elevar su capacidad creativa y salud mental.

Y mientras esta reportera se despide, en la casa de cultura de Nueva Gerona Mérida Fernández incita a vocalizar La Lupe y sus compañeros se preparan para “raspar el zapato” sabiéndose representantes de nuestra idiosincrasia, reflejo de la vigencia de un ritmo tan cubano como las palmas.

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