Por estos días en que algunos padres no ven el término de las jornadas ante las ocurrencias de sus hijos, bien pudieran pensar en explotar más la técnica origami, arte educativo de origen japonés, con el cual las personas desarrollan su expresión artística e intelectual mientras transforman el papel en formas de distintos tamaños y simbología, partiendo de una base inicial cuadrada o rectangular.

La idea me vino al ver el interés de mi sobrina Alexa al moldear lo mismo animales, flores, árboles y búcaros sin utilizar tijeras ni pegamento, tan sólo papel y las manos.
Quien lo practica goza de calma, paciencia y perseverancia, propio de las terapias basadas en el ejercicio manual. Además, resulta de gran ayuda en la educación porque desarrolla destreza, exactitud y precisión a partir de una estricta concentración para elaborar las figuras y fortalece la autoestima, pues quien trabaja el origami está a cargo de sus propias creaciones.
Este arte es una ocupación apasionante para los amantes de las figuras y las formas; muy apropiado a la hora de trabajar con grupos y su gran ventaja es, sin dudas, el material empleado: solo papel.
También estimula la capacidad de observación, la coordinación visual-motora, la destreza manual y la creatividad artística de niños y adolescentes, quienes tienen un eficaz desarrollo integral y armonioso de su personalidad al ejercerlo con sistematicidad.

La faceta más conocida del origami es la artística, sin embargo, en algunos hospitales de otros países lo utilizan desde hace años en el tratamiento a menores con problemas emocionales, con dificultades de atención e hiperactividad.
En el campo de la medicina, aseguran los especialistas que podría ayudar en la rehabilitación, tanto de afecciones de traumatismo óseo como de tipo nerviosas o musculares que afectan la posterior movilidad de manos y dedos. La actividad origamística, como todo trabajo manual, colabora a la recuperación funcional, estimula los mecanismos de coordinación, y los circuitos nerviosos y musculares correspondientes.
Sus orígenes se remontan hasta china, donde existen sofisticadas figuras desde hace años; para los japoneses estas poseían significados ceremoniales y simbólicos. Durante el período Heinan en Japón (794 a 1185), pasó a ser parte de los rituales de la nobleza porque el papel era un artículo que no todos los habitantes podían conseguir por considerarse de lujo.
Los samuráis intercambiaban regalos, considerados como amuletos de buena suerte y la nobleza celebraba sus bodas envolviendo los vasos de sake con papel doblado en forma de mariposa.
En nuestro país, aunque no es por todos conocida esta técnica, sí existe una Asociación Cubana del Origami, radicada en la capital y organizadora de diferentes eventos donde se dan a conocer las creaciones de sus afiliados.
Entonces, la próxima vez que disponga de papel y tiempo libre, tiene aquí una excelente opción…¿Se embulla?