Donde son felices y se forman para la vida (+ Fotos)

Foto: Yoandris Delgado Matos

A propósito del aniversario 62 de la creación de los círculos infantiles en Cuba

Que si es bueno que vaya, que si no lo es. Que si está muy chico, que si ya es tiempo de ir. Que si nos va a extrañar, que si allí se divierte y no se acuerda de nadie…en fin, que sí, ¡qué son felices allí!!!

Donde pasan más horas que en casa, donde beben la leche y no dejan sorbo, que son bien portados y nada majaderos, disciplinados, de practicar buenos modales, de ser educados, pedir permiso y no alzar la voz; y de nosotros, los padres y la familia, quedarnos en modo asombro de: woow, pero, ¿cómo?

Y así pasan de la adaptación, a quedarse todo el día, comer el almuerzo y las meriendas, organizar juguetes y ayudar y corresponder con igual o superior afecto a la educadora, a su “seño”, la también madre, la “gallina de tantos pollitos”.

Foto: Yoandris Delgado Matos

Fuera mitos y bendita realidad la de nuestros niños en los círculos infantiles. Hoy se dice fácil, pero sumar 62 años de creación de estas instituciones de la primera infancia en Cuba, ha sido una mezcla de esfuerzos, dedicación, empeños para darles lo mejor a esos “futuros camilitos”, “mambisitos”, “florecitas de azahar”, “semillitas del futuro” que son los infantes en cada uno de esos centros que llevan igual nombre.

Que son inconformes los padres, sí; que quieren lo mejor para sus niños, las educadoras también; que no son perfectas y que dan todo de sí para entregar los mejores cuidados a esos príncipes y princesas, no hay verdad mayor que esa. No hay en el mundo tesoro más cuidado que la salud, la alegría y el correcto aprendizaje que el de estos pequeños.

Este diez de abril fue feliz, fue jornada para festejar las más de seis décadas de que en Cuba se fundara una institución como esta con el empuje de Vilma Espín y Fidel Castro, para que las madres pudieran incorporarse a la vida social y productiva, a la vez que sus retoños permanecían a buen resguardo.

¡Qué sueño tan hermoso cobró vida en aquella década del ’60 del pasado siglo! Ignoramos hoy el avance que significaba esa inmensa obra de la Revolución para las mujeres de la época. Sin embargo, ahí está, como monumento intangible, pero que apreciamos en el día a día, con el ir y venir de los pequeñines, la algarabía en los salones, en su gimnasia matutina, en los rostros disfrazados cuando hay actividad.

¡Eso sí es felicidad!

Y los toman de la mano, y les enseñan el perdón, las disculpas, las gracias, el por favor, el amor a los otros, la amabilidad, la empatía, la solidaridad, el trabajo, el valor de las cosas y de quienes les rodean, a levantarse tras la caída y que está bien caerse, que cada paso que se da hay que darlo con alegría y con la confianza de que siempre se puede seguir adelante…allí no solo son niños, se forman como personas de bien. Lo dibujan como figura, pero también viven en él; es un círculo de garabatos, pero es y los marca para toda la vida.

Foto: Yoandris Delgado Matos
Foto: Yoandris Delgado Matos
Foto: Yoandris Delgado Matos
Foto: Yoandris Delgado Matos

 

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Educación Isla de la Juventud
Casandra Almira Maqueira
Casandra Almira Maqueira

Licenciada en Estudios Socioculturales en la Universidad Jesús Montané Oropesa, Isla de la Juventud

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