En la cotidianidad, marcada por los tiempos de escasez que se viven, aflora la hermandad entre la gente de la Cuba de hoy en la pastilla regalada al niño enfermo, el pedazo de calabaza para la sopa del abuelo vecino…, mas verdaderamente hecha luz en medio de la tragedia.
Ver la publicación de Ricardo Zacarías en Facebook brindando su camión para trasladar ayuda humanitaria a Matanzas no sorprendió en lo absoluto a esta reportera, más bien entre la consternación y la seguridad de que los matanceros no están solos, me dije, es lo único que podemos hacer, ayudar en cuanto haga falta. Vinieron entonces los recuerdos de los peores momentos de la covid en los que cada quien aportaba con lo que tenía y los de los sucesos del hotel Saratoga de los cuales aún lloramos a los que partieron.
Vuelven días terribles y de dolor para el país que no acaba de levantar cabeza, como se dice en buen cubano, entre la pandemia, una crisis internacional que arrecia lejos de mejorar, un inflexible bloqueo que no da un respiro, ciclones…, pero sin abandonar la certeza de que Cuba es una sola, más allá de las provincias, del occidente, el centro y el oriente; de credos, principios y de si se apoya o no a la Revolución, esa que se manifiesta en el arrojo de los bomberos que entran a la Base de Súpertanqueros a riesgo de sus vidas y en los médicos y las enfermeras, que de forma voluntaria se presentan en los hospitales a trabajar.
Está la Revolución, que es su pueblo, en la figura de los máximos dirigentes allí, junto a quienes lloran a sus seres queridos, como lo hubiera hecho Fidel y la vemos expresada también, en el brazo que se extiende para donar la sangre, el hermosísimo gesto de los cuentapropistas de llevar sus productos a las familias que permanecen evacuadas, en la disposición de millones de personas para ir y contribuir en cuanto se pueda.
Vive nuevamente la Patria jornadas en las que la solidaridad de naciones hermanas se fortalece, donde no se pregunta como dijera el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, se manda; en que no faltan las manos amigas para en la ayuda física y desde el sentimiento decir aquí estamos sin intereses. Cuba late ahora mismo en un solo sentir, con el corazón en Matanzas, tierra en la que el humanismo adquiere una dimensión insospechada y la valentía y la entrega hacen de la esperanza el galardón para sobrevivir a la tragedia.
