
Sé que no siempre dio la mala imagen que me llevé en días recientes; incluso, años atrás, tuvo momentos de esplendor, mas hoy hallé un negativo ambiente por unas dos horas.
“Adónde te he traído, hijo mío”, le dije a mi Nino preadolescente mientras esperábamos para pelarse y llegó un muchacho no trabajador de la barbería ubicada en el Paseo Martí y puso un reguetón estridente. Él solo me miró y sonrió porque tenía en el juego del celular su escape a las voces subidas de tono, la fea vista de los hombres tomando, fumando y el espectáculo que daba dentro del establecimiento alguien con un visible trastorno mental, todo eso en horario laboral, fotografía para clientes y transeúntes.
“Evidentemente debe de estar arrendado”, pensé, aunque lo normal es que cuando se alquila un lugar se pinte y le den, al menos, cierta cultura del detalle, sobre todo si tiene la excelente ubicación de la barbería y constituye la cara de nuestro bulevar.
Más que un sitio donde prestan un servicio público, parecía una esquina de un barrio marginal por los temas de conversación de un trabajador, un “socio” y la mirada complaciente de los demás.
Dos días después unas diez personas esperábamos –pasada la hora de abrir– a que las trabajadoras de la ferretería que también funge como comisionista al lado de la peluquería Bella Isla terminaran una reunión.
Estos son apenas dos ejemplos de una triste y cotidiana realidad. Cuando en marzo tuve la posibilidad de acompañar a María del Carmen Concepción Rodríguez, presidenta de la comisión permanente de trabajo de Atención a los Servicios de la Asamblea Nacional del Poder Popular en un recorrido por una treintena de sitios, como parte de la visita parlamentaria al territorio por tres días para constatar en unidades del comercio minorista y mayorista la calidad de los servicios, entre otros temas, en algunos de ellos nos llevamos similar apreciación, maltrato a los clientes, falta de sentido de pertenencia y más.
Aún en medio de los innegables esfuerzos del Partido, el Gobierno y directivos del Comercio y la Gastronomía aquí, del llamado del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez a que primen la sensibilidad y el respeto por el pueblo, mucho, pero mucho camino queda por andar en esta Isla nuestra donde al parecer la pandemia dejó cierto inmovilismo y tronchó las ganas, la iniciativa y la preocupación por el buen desempeño de cuanto se hace.
Pero, aunque se hagan visitas y controles, por desgracia quienes dirigen no pueden estar a toda hora, así que nos toca ser proactivos y denunciar, criticar, alertar y exigir porque la meta sea la excelencia en el servicio y la prioridad el cliente, es decir, el pueblo.