
Cuba celebró uno de sus más grandes acontecimientos populares el 22 de diciembre de 1961, hace ahora 64 años, cuando se declaró territorio libre de analfabetismo al cumplirse con éxito la Campaña Nacional de Alfabetización, impulsada por el gobierno revolucionario a iniciativa del Comandante Ernesto Che Guevara.
Quedaron grabadas para la historia imágenes del singular momento: la Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana, repleta de un pueblo eufórico, las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro anunciando la culminación de la proeza y sus principales protagonistas, los jóvenes, que coreaban con firmeza: “¡Fidel, Fidel dinos qué otra cosa tenemos que hacer!”.
Tal vez ni ellos mismos podían aquilatar entonces la magnitud de lo que habían hecho, al contribuir a derrumbar el secular atraso de un país con años de ignorancia y abrir un horizonte de posibilidades a quien quisiera aprender y superarse para servir a la nación. Así comenzó una fértil cosecha de médicos, ingenieros, pedagogos, juristas, economistas y otros profesionales de diversas ramas.
A principios de 1960 se constituyó el Contingente de Maestros Voluntarios con unos tres mil integrantes, que realizaron tareas en zonas de montañas y, con posterioridad, se formaron las Brigadas Frank País que desarrollaron esa labor en áreas rurales de las provincias de Oriente y de Las Villas y en la Sierra de los Órganos de Pinar del Río.
Ya en el verano de 1961 sumaban alrededor de 178 mil alfabetizadores populares, 30 mil brigadistas obreros y 100 mil brigadistas Conrado Benítez, en honor al maestro voluntario mártir de 18 años asesinado por bandas contrarrevolucionarias en el Escambray. Todo un ejército para enseñar y hacer realidad lo soñado por José Martí: “Ser culto para ser libre”.
Durante la campaña aprendieron a leer y escribir más de 707 mil personas, con lo cual el índice de analfabetismo descendió desde un porcentaje superior al 20 (1958) al 3.9, índice mucho menor que cualquier territorio latinoamericano en ese momento.
Al hacer un estudio de procesos similares en ocho países, la Unesco destacó la intensidad, calidad y velocidad con que Cuba realizó la Campaña Nacional de Alfabetización, que permitió erradicar el analfabetismo y facilitar el acceso universal a la educación.
La experiencia cubana no estuvo exenta de riesgos; fue objeto del ataque de bandas contrarrevolucionarias que asesinaron a 10 participantes, entre ellos al brigadista Manuel Ascunce Domenech y al campesino Pedro Lantigua, dueño de la casa donde se alojaba el joven. Un hecho que laceró el alma de la nación en plena cruzada educativa.
Pero nuestra campaña tuvo también un hermoso legado que enaltece a Cuba. La profesora Leonela Inés Relys Díaz, Doctora en Ciencias Pedagógicas (ya fallecida), quien creó el método de alfabetización de adultos Yo sí puedo, mediante el cual aprendieron a leer y a escribir más de ocho millones de personas en el mundo; fue reconocida con el Premio Alfabetización 2006 Rey Sejong de la Unesco y el Premio Mestres 68 de la Universidad de Gerona 2012.
Por tan rica herencia el 22 de Diciembre se instituyó, igualmente, como Día del Educador en Cuba para honrar y agasajar a esa legión de hombres y mujeres en cuyos hombros descansa la formación integral de las nuevas generaciones y, por consiguiente, son un pilar importante en el afianzamiento del futuro de la nación.
El momento actual que vive el país exige el máximo de cada uno de ellos para acercarse en su desempeño cotidiano al sacerdocio que representa el magisterio, a la manera del célebre maestro del siglo XIX, José de la Luz y Caballero: “Enseñar puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”.
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