
Las expectativas sobre la implementación de un mercado cambiario de tasa flotante en nuestro país han llegado a su momento cumbre, y por fin el Banco Central de Cuba (BCC) acaba de anunciar su oficialización.
En lo concreto, ello significa que el BCC irrumpe en el mercado cambiario de manera formal, actuando como un competidor más, pero intermediando administrativamente en este, de modo que las tasas de cambio no serán fijas, sino que flotarán diariamente de acuerdo con la oferta y la demanda.
Aunque se trata de una medida necesaria, es oportuno aclarar que esta no se toma en un momento ideal de la economía, y contra ella conspiran bajos niveles de producción, decrecimiento de exportaciones, restricciones externas en el acceso a créditos y financiamiento, y un todavía elevado déficit fiscal.
Ello supone que, de inicio, no podrá esperarse la total satisfacción de la demanda potencial, y que, si bien la voluntad expresa es llegar a una tasa que verdaderamente responda a las condiciones reales de la economía, en la lógica competitiva cambiaria se imponen determinados incentivos y, por tanto, también al inicio la tasa deberá mantenerse cercana a la que actualmente rige en el mercado informal.
De acuerdo con lo anunciado, en una primera etapa del sistema cambiario, este se estructura en tres segmentos: los dos primeros correspondientes a tasas fijas ya existentes. O sea, un primer segmento que opera a 1 por 24, y un segundo que lo hace a 1 por 120.
La novedad implica la incorporación de un tercer segmento, al que podrán acceder personas naturales y jurídicas, y cuyas tasas serán publicadas diariamente por el BCC en su condición de autoridad monetaria del país.
Si bien resulta estratégico que todos los actores de la economía operen en igualdad de condiciones, a la unificación de las tasas solo podrá llegarse de manera gradual, por futuras aproximaciones sucesivas. Una brusca devaluación del peso implicaría efectos inflacionarios mayores que los actuales.
La convertibilidad del peso cubano es vital. Nuestra economía es pequeña, abierta, depende del sector externo, de modo que la medida posibilita una mejor conexión de la economía interna con la exterior.
Aparte de personas naturales, y formas no estatales de gestión económica, a este mercado también podrán acceder entidades exportadoras y que generen divisas para el país desde sus cuentas bancarias.
Ello significa un notable estímulo a la actividad exportadora, pues, de tal modo, dichas entidades podrán contar con mejores condiciones financieras que les posibiliten realizar inversiones, cubrir gastos en pesos cubanos y aumentar salarios, entre otros incentivos.
La exportación constituye la principal fuente de captación de divisas para el país: por tanto, estimularla es muy importante para la economía. Con la divisa se sustentan nuestros gastos de energía, de alimentación, de medicamentos, y otros de importancia vital, y sin los que el país no pudiera operar.
En el caso de la población, podrán acudir a las sucursales bancarias o a las casas de cambio (cadeca) para vender sus divisas. Esto es un valor añadido, pues se trata de espacios seguros, confiables, sin los riesgos que implica operar en mercados no oficiales.
Se ha informado que este mercado venderá lo que compra, sin demandar recursos que utiliza el país para su operatoria. Así, entonces, la disponibilidad para la compra solo pudiera aumentar mediante un proceso gradual, en la medida que el mercado se vaya robusteciendo. Se trata de un sistema naciente, cuyo crecimiento solo es posible en el tiempo.
El ordenamiento de este mercado permitirá un mejor control fiscal. Ello redundará en una disminución de la inflación, y una mayor disponibilidad de recursos para el Presupuesto nacional, lo cual beneficiaría sectores como la salud, la educación y la cultura, entre otros del sistema presupuestario.
La desdolarización de la economía solo podrá eliminarse mediante una mayor disponibilidad de productos y servicios en moneda nacional. Para ello es vital que parte de las divisas captadas incentive producciones locales que impacten favorablemente el mercado.
Se trata de una meta para la cual el nuevo sistema cambiario crea condiciones favorables en actores que han estado enfrentando condiciones difíciles para su reaprovisionamiento.
Es un hecho que las tasas ilegales han estado sirviendo de referencia en la formación de precios que impactan directamente en la población. Se trata de un efecto que no tendrá solución inmediata; pero si de forma paulatina, dado que las nuevas tasas estarán respaldadas por operaciones reales, no por manipulaciones especulativas como hasta el momento.
La informalidad del sistema cambiario ha contribuido al surgimiento de figuras delictivas y creado múltiples distorsiones en la economía. Entre estos se hallan el secuestro de las remesas internacionales, cosa que no solo afecta la economía nacional, sino también a la privada de las familias. El nuevo sistema cambiario permitirá que quienes reciban remesas en divisas tengan un lugar seguro donde cambiarlas.
Quizá quedan en el tintero otras ventajas, pero las expuestas permiten asegurar que, sin dudas, se ha dado un paso importante en el camino correcto hacia el necesario reordenamiento macroeconómico. Incluso, más que correcto, diría que se trata de un salto vital en medio de la guerra visceral que se nos impone.
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