Leyla Maya es una diminuta criatura. Ya tiene cuatro meses. Luce hasta un lazo color violeta porque simboliza sensibilidad, esperanza y excepcionalidad. Pasa de brazo en brazo, todos quieren cargarla, acurrucarla en los brazos y tirarse fotos con ella; la niña en ocasiones llora, pero sonríe mucho, quizá por percibir el cariño no solo de sus padres sino también del personal médico.

“Para los neonatólogos nació a las 29 semanas, con un peso de 960 gramos (g)”, me dice Lesyanis Sánchez Martínez, su mamá, quien la sostiene en sus brazos toda emocionada porque quizá todavía le cueste creer que se le haya dado el milagro, luego de varios intentos.
“Permanecí en el hospital casi tres meses, salí el 16 de octubre y la cesárea mía fue el 14 de julio. Tuve muy buena atención por parte de los especialistas, sin palabras con los enfermeros y enfermeras, bueno del servicio completo de la sala de Neonatología, de verdad.
“Ahí tuvo infecciones y fue tratada por eso. No cogía el peso, avanzaba poco. Imagínate, estuvo en terapia 70 días, pero con la preocupación y cuidado que requieren los bebés en su condición me la pude llevar para la casa. Aquello fue tremendo, experimenté una alegría inmensa.
“Se ha adaptado de lo más bien, la familia para ella no era desconocida porque recibía muchas visitas, la veían y hablaban a través del cristal; además, aunque la ves hiperactiva es una niña bastante tranquila”.
“A todos los papás de bebés prematuro, ¡fuerza! y confianza en los médicos. Yo estoy muy agradecida con todas aquellas personas que de una forma u otra estuvieron y se preocuparon por mi bebé, ellos en verdad son su primera familia”.
Sonríe, al tiempo sus ojos se humedecen, la felicidad no cabe dentro de esta mamita, víctima de un parto prematuro debido a su hipertensión, por lo cual los médicos decidieron interrumpir su embarazo.
DESAFIO MÚLTIPLE

Para la doctora Damisleydis Sao Hernández, especialista de primer grado en Neonatología, el nacimiento de Leyla Maya fue todo un desafío múltiple.
Más adelante, prosiguió:
“Además de ser una recién nacida muy prematura, con bajo peso extremo -mundialmente los bebés menores de 1 000 g son un reto para cualquier personal de neonatología y sistema de salud-, también estaba el antecedente de que la madre había tenido una pérdida anterior, fuera del municipio.
“Ya Lesyanis tenía escasas posibilidades para próximas gestaciones, de ahí que asumimos el reto y el compromiso de lograr la supervivencia de esta recién nacida, para nosotros especial. Así Leyla se convirtió en la Bebé Arcoíris.
“Debido a su prematuridad quedó muchos días en hospitalización, sobre todo en nuestra terapia hasta que alcanzó los 1 822 g; primero estuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales UCIN), después en cuidados intermedios hasta que logra salir a la modalidad piel a piel junto con su mamá en aras de alcanzar el peso establecido para su egreso hospitalario, que fue 2 600 g.
“Todos los recién nacidos pierden peso al nacer, sobre todo los prematuros y la niña, además de su peso extremo tuvo una pérdida, que es fisiológica, por tanto, se quedó muy por debajo al de su nacimiento; debido a ello hubo que recuperarla nutricionalmente hasta que se recobrara y siguiera aumentando con una curva ascendente.
“Mientras menos peso el recién nacido tiene está más vulnerable y susceptible a complicaciones tiene. Logramos recuperarla con lactancia materna exclusiva porque la mamá tuvo buena producción láctea.
“Cada gramo en el servicio de Neonatología cuenta, cada gramo de peso para nosotros: 10, 20, 50 g es una fiesta, tienen un significado importante porque marcan la diferencia, por ello cuando llega la pesada en el servicio es un día de expectativas porque eso habla de esperanza y del cumplimiento de lo planificado para esos bebés.
“Para nosotros es una victoria cuando vemos que van aumentando porque en la medida que se logra significa que vamos ganando batallas y se acercan más al momento de estar con su mamá e irse para la casa.
“Leyla en estos momentos es el símbolo de la II Jornada de la Prematuridad que desarrollamos del 10 al 17 del mes en curso, es el resultado de nuestro trabajo y es una Bebé Arcoíris no solo para su familia sino para el servicio de Neonatología”.
En tal sentido enfatizó que han tenido un año muy difícil debido al incremento en los índices de prematuridad, al igual de la morbilidad, o sea, de las enfermedades relacionadas con los bebés en esta condición y lamentablemente un aumento en la mortalidad, por lo cual consideró “que ha sido una etapa dura y triste, donde Leyla Maya trasciende porque pudimos darle vida”.
DESAFÍOS

Wilfredo Sosa García, especialista de primer grado en Neonatología y al frente del servicio, manifestó que en los últimos seis años los índices de prematuridad se comportan en la Isla por encima de lo establecido a nivel nacional.
“Solo en este último año hemos tenido 36 prematuros, lo cual indica un aproximado de 7,6 por cada mil nacidos vivos, que para nosotros es un índice elevado. Con los retos que se imponen ahora con la sobrevida de estos recién nacidos y la viabilidad con la que se trabaja este resultado constituye un serio problema no solo para el servicio sino a nivel de país y mundial”.
Al referirse a las causas de la prematuridad en el territorio, señaló: “Si durante el embarazo no hay un buen seguimiento y cuidado por parte de las gestantes, el parto puede apresurarse y presentar algunas complicaciones; no obstante, sí tenemos identificado que el flujo vaginal está constituyendo un factor determinante.
“La nación cuenta con el Programa Materno Infantil (PAMI), que a pesar de las dificultades con los insumos, equipos y medicamentos disponemos de un nivel de recursos y eso nos posibilita el quehacer; sin embargo, uno de los desafíos más grandes que tenemos está relacionado con la viabilidad de los recién nacidos, que a nivel internacional cada vez está más baja.
“Ya Cuba tiene una sobre las 26 semanas de vida, lo cual exige mayores recursos en cuanto a equipamientos, tales como ventiladores, monitores, incubadoras, entre otros destinados a su atención, de ahí que el trabajo se encarece; al mismo tiempo la labor humana es fundamental para salvar estas vidas.
“También contamos con una serie de especialidades que nutren la atención a estos bebés. Hace cerca de un año ya tenemos vinculada al servicio una especialista en rehabilitación y no solo se benefician las criaturas pretérminas sino aquellos que nacen con asfixia, trastornos neurológicos, macrosómicos y disímiles traumas; esta integración nos permite ser más ágiles en la recuperación.
Sosa García destacó la remodelación en la sala de Neonatología, resaltando la recuperación del cubículo de terapia intensiva, pues le cambiaron la cubierta que estaba totalmente deteriorada; además en breve tendrán la incorporación del equipo flujo laminar, mediante el cual podrán preparar las soluciones parenterales y la medicación en un ambiente mucho más estéril; todo ello posibilitará una superior atención a los neonatos.
CIENCIA Y HUMANIDAD
La atención neonatal en Cuba comenzó en 1961 y ha contribuido a disminuir la mortalidad infantil. Hasta entonces se registra la alcanzada en el 2018 con 3,9 por mil nacidos vivos como la tasa más baja lograda en la historia.
En la sala de Neonatología del hospital general Héroes del Baire, donde todo comienza, la vida se defiende con amor, ciencia y humanidad. Cada integrante del colectivo, incluso, los jubilados, se aferra con paciencia y ternura a la esperanza, a la sonrisa de cada infante. Bien pudiera atestiguarlo la gratitud de no pocas familias y también Leyla Maya Torres Sánchez, la Bebé Arcoíris.

