El frío se instala en las calles de nuestra Isla, y el abrigo se convierte en un escudo necesario. Pero, más allá de la protección contra el viento y las bajas temperaturas, los abrigos se transforman en una forma de expresión. Unos buscan simplemente calor, otros aprovechan la oportunidad para lucir su estilo personal: colores vivos, patrones atrevidos o tejidos que destacan entre la grisura del entorno. En cada esquina, esta prenda se convierte en protagonista de un pequeño desfile urbano. Los tonos oscuros hablan de sobriedad, mientras que los colores llamativos reflejan audacia. Así, mientras el aire se enfría, la moda se convierte en una forma de desafiar la estación entrante, dando luz a las calles y mostrando lo que cada uno lleva por dentro.
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