
A poco más de una semana del impacto del huracán Melissa en el oriente de Cuba, Cubadebate conversó con Francisco Pichón, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en la isla, quien detalló las acciones emprendidas por la organización y sus agencias en apoyo a la respuesta nacional a la emergencia. Pichón se refirió al despliegue de equipos sobre el terreno, la coordinación con las autoridades y el lanzamiento de un Plan de Acción para movilizar recursos internacionales que ayuden a enfrentar los daños. Además, destacó la eficacia del sistema de Defensa Civil cubano y la implementación en el país de un Marco de Acción Anticipatoria que permitió iniciar la asistencia incluso antes del impacto del meteoro.
En los últimos días una delegación del Sistema de las Naciones Unidas, encabezada por usted, tuvo la oportunidad de visitar las zonas afectadas por el huracán Melissa en el oriente de Cuba. ¿Pudiera comentarnos algunas de las impresiones de esa visita?
—Invitados por las autoridades y la Defensa Civil, una delegación nuestra visitó los municipios más afectados de Santiago de Cuba y Granma, como El Cobre y Cauto Cristo. Durante la visita, se pudo constatar de primera mano los enormes esfuerzos realizados por todos los niveles de gobierno para salvaguardar la vida humana previo y durante el huracán y la posterior movilización para la recuperación.
Quiero destacar especialmente que, a pesar de la magnitud del desastre, no se reportaron pérdidas de vidas humanas. Este resultado excepcional, que contrasta con la tragedia de otros países, es un testimonio directo de la eficacia del sistema de la Defensa Civil cubana. La protección de 735 000 personas es el fruto de una movilización preventiva basada en décadas de trabajo, anticipación y prevención de desastres, lo que honra tener a la Defensa Civil como contraparte.
Quiero destacar también la coordinación previa entre las diferentes instancias gubernamentales y los diferentes actores en el territorio, incluyendo la sociedad civil, para lograr ese resultado.
Realizamos algunos sobrevuelos para observar los impactos en la infraestructura o las áreas que todavía están bajo agua. No obstante, lo más valioso fue hablar con las comunidades, con la gente que está en la calle apoyando a sus vecinos o con las propias personas damnificadas que cargaban sus teléfonos en un punto central. Escuchar sus testimonios sobre los impactos a nivel personal o familiar, y ver las actividades de limpieza que se están llevando a cabo, fue fundamental.
Una de las cosas que más me impresionó fue constatar la urgencia, por ejemplo, en Cauto Cristo, de la necesidad de reabrir las escuelas. Nada envía un mensaje de normalidad más claro que poder restablecer las clases y que los niños regresen a las aulas.
También fue notable la movilización interna dentro del país. En todo momento, incluso durante nuestro retorno a La Habana, vimos maquinaria viajando constantemente hacia el oriente. Ustedes deben saberlo mejor que nosotros: hay una gran solidaridad de las provincias y de las demás autoridades provinciales para apoyar a los sectores más afectados. Asimismo, vimos tropas de artistas, cuyo objetivo es animar a los niños, crear momentos de diversión y ayudarles a despejar la mente de la situación que enfrentan. Esto demuestra que algunas comunidades ya están avanzando en la fase de recuperación.
Esto me hace recordar lo sucedido hace un año con los huracanes Óscar y Rafael, en dos extremos opuestos del país, y los dos sismos, todo en un lapso de 20 días. Aquella situación fue mucho más compleja, incluso para el propio sistema de Naciones Unidas, ya que acompañar dos emergencias casi simultáneas en dos extremos del país, con todas las implicaciones logísticas que conlleva, es un verdadero desafío. En cambio, en esta ocasión, vemos el apoyo tradicional y solidario de las provincias hacia las áreas más afectadas, lo cual es digno de reconocer.
Desde las Naciones Unidas, en el marco de nuestro mandato y de nuestro plan de cooperación con el país, tenemos un pilar muy bien anclado sobre la gestión de riesgos, donde ubicamos todo este trabajo de respuesta a desastres. Siempre buscamos nuevos instrumentos, como el Marco de Acción Anticipatoria, que hace hincapié en el preposicionamiento de bienes dentro del país. Conociendo las dificultades de Cuba debido a las sanciones para importar bienes rápidamente —un proceso que suele tomar mucho tiempo—, aceleramos la respuesta humanitaria movilizando bienes que ya están ubicados estratégicamente en el territorio.

Ante un fenómeno de esta naturaleza y dimensión, obviamente tanto nuestras capacidades como Sistema de Naciones Unidas, como las capacidades de las instituciones nacionales, se ponen a prueba; y sobre todo, la capacidad de coordinar entre tantos actores a diferentes niveles.
Yo pienso que esa es una fortaleza del trabajo en Cuba, muy a pesar de la situación económica del país, muy a pesar de las limitaciones en cuanto a la financiación, que todos sabemos imponen restricciones a la respuesta que el país puede dar en un momento como este.
Es por eso que la cooperación internacional tiene un papel importante para acompañar al país en esa respuesta. Y quiero enfatizar esa palabra, “acompañar”, porque ustedes deben saber —y si no, es bueno chequear la Resolución 46/182 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se refiere a la respuesta humanitaria—. Esa resolución indica muy claramente que la respuesta a un desastre es responsabilidad del Estado miembro y se realiza bajo su liderazgo. El trabajo que el Sistema de Naciones Unidas y otros actores, como la Cruz Roja, etc., damos, es para acompañar al país en esa respuesta y, por supuesto, coordinarnos entre todos para fortalecerla.
Precisamente, el Sistema de Naciones Unidas en Cuba anunció un Plan de Acción para apoyar al país en esta emergencia. ¿Pudiera ofrecernos detalles sobre este instrumento?
—Desde 2008, hemos desplegado el instrumento conocido como “Plan de Acción” como un mecanismo coordinado entre las agencias del Sistema de Naciones Unidas. En Cuba, contamos con 23 agencias, la mitad de ellas con presencia física en el país. De ellas, 11 participan activamente en este Plan, ya que sus mandatos les permiten responder a emergencias, y su trabajo se organiza en seis sectores prioritarios:
1) Vivienda y albergue, donde hay daños generalizados en cuatro provincias; 2) Seguridad alimentaria y nutricional; 3) Logística; 4) Educación; 5) Salud; y 6) Agua y saneamiento.
Es importante destacar que este instrumento, que hemos activado para este huracán, está referenciado en la Resolución 46/182 de la ONU. Su principal función es permitir una respuesta coordinada no solo dentro del Sistema, sino también con otros actores de la cooperación internacional que deseen contribuir, utilizando el Plan como guía. Además, es una herramienta fundamental para movilizar recursos financieros.
Este Plan de Acción específico fue lanzado la semana pasada en un evento con la comunidad internacional en nuestra casa de Naciones Unidas, el cual fue muy concurrido pese a la convocatoria rápida. Su formulación se inició hace unos diez días, basándose en los impactos conocidos del huracán y en las evaluaciones realizadas por las autoridades nacionales en el terreno, priorizando las necesidades más urgentes.
Nos referimos a este Plan como un “plan vivo” porque está en constante evolución. Una semana después de su lanzamiento y tras visitas de campo, identificamos la necesidad de actualizar la cuantificación de daños en sectores clave como vivienda, agricultura, instalaciones hospitalarias y centros educativos. Desde su publicación, emitimos informes de actualización cada dos o tres días, que están disponibles en la página web de la Oficia de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y se basan en información oficial.
La meta de financiación establecida en el Plan es de 74 millones de dólares, una cifra ambiciosa que no representa fondos disponibles, sino la necesidad identificada. Hasta la fecha, hemos asegurado compromisos por un poco más de 11 millones de dólares, con contribuciones de 4 millones de USD para el Marco de Acción Anticipatoria por parte del Fondo Central de Emergencias de las Naciones Unidas (CERF), fondos propios de las agencias, y otros de socios como la Unión Europea (en estrecha coordinación con su brazo humanitario, ECHO), y gobiernos como los de Corea y el Reino Unido. Nuestra tarea pendiente es movilizar los 63 millones restantes para cubrir las necesidades principales.
El huracán impactó directa o indirectamente a aproximadamente 2,2 millones de personas en 33 municipios. Si bien 3,5 millones estuvieron expuestas, no todas sufrieron daños. La meta del Plan es apoyar directamente a al menos 1 millón de las personas más afectadas, una cifra que puede refinarse con las evaluaciones en curso y que es importante precisar para evitar confusiones en los medios.

El Marco de Acción Anticipatorio fue crucial para preposicionar bienes esenciales, como alimentos para centros de evacuación, plantas purificadoras de agua y semillas de ciclo corto en áreas agrícolas vulnerables. Estas acciones se realizaron en estrecha coordinación con el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, y los ministerios e instituciones nacionales vinculados a cada sector, como el Ministerio de Agricultura (MINAG), el Instituto de Recursos Hidráulicos, el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), entre otros, reconociendo en cada caso su liderazgo y capacidades.
Esta coordinación ha sido fundamental. Nos permitió hacer una transición más rápida y efectiva del Marco Anticipatorio al Plan de Acción posterior al desastre. La capacidad de Cuba para prevenir la pérdida de vidas es notable, y como Naciones Unidas, estamos satisfechos de haber podido contribuir a esta fase del proceso de respuesta mediante una coordinación sólida y el uso de estos instrumentos complementarios.
Usted viajará próximamente a Nueva York a presentar el Plan de Acción a los Estados miembros de la ONU. ¿Cuáles son los siguientes pasos?
—En cuanto a los siguientes pasos, nuestro primer compromiso es trabajar incansablemente para movilizar los recursos propuestos en este plan. Como mencioné, de los 74 millones, aún tenemos que movilizar 63 millones. Contamos con socios como el Fondo CERF de OCHA, así como con otras fuentes y socios internacionales. La respuesta de países como México, Colombia, Venezuela y España ha sido significativa; no hablamos solo de las agencias de la ONU, sino también de naciones que están haciéndose presentes.
Personalmente, el jueves estaré en Nueva York para presentar nuestro plan de acción ante los Estados miembros de la ONU. Este lanzamiento busca lograr una mayor concientización sobre las necesidades y prioridades, y así buscar una movilización de recursos más amplia por parte de los diferentes estados miembros. Muchos ya están aportando a nivel de país, pero el lanzamiento en Nueva York permite una mayor visibilidad ante la comunidad internacional y nos permite ir con la experiencia directa de haber estado en el terreno y conocer de primera mano cómo se está gestionando la respuesta.
A nombre del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba y de las agencias que son los protagonistas y líderes de los sectores de este plan de acción, quiero reiterar nuestro compromiso de seguir acompañando al país en esta emergencia y en otras. Siempre decimos que los desafíos de Cuba también son los desafíos del Sistema de las Naciones Unidas; estamos aquí para apoyar las prioridades del país y eso significa, ahora mismo, acompañar la respuesta al huracán, y ayudar a atender las necesidades de las personas damnificadas.








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