
La Habana, 14 sep (ACN) Atender a las personas en situación de vulnerabilidad desde una perspectiva integral, empática y transformadora, en su casa, en su barrio, con mucha ciencia y corazón, es el gran desafío que tienen por delante los Trabajadores Sociales, programa fundado por Fidel, y que, 25 años después, sigue siendo imprescindible para sostener el alma de la Revolución, destaca Juventud Rebelde.
Farah María Álvarez Perdomo, jefa del Departamento de Prevención y Asistencia Social, de la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social, en Sancti Spíritus, habló al diario sobre los protagonistas de un programa que nació hace 25 años para aliviar muchos de «los dolores de Cuba».
Y no solo lo define así, en forma de resumen por su experiencia en el terreno, sino porque atesora cada frase del padre fundador de la etapa de la historia del trabajo social a partir de 2000: Fidel Castro Ruz, subraya la publicación.
En su discurso, en la inauguración de la Escuela de trabajadores sociales de Villa Clara, en 2001, Fidel expresó: «Este ejército de trabajadores sociales será el gran escudo, el gran apoyo, el gran hermano, el gran defensor… El trabajo del trabajador social es detectar y conocer todas y cada una de las tragedias humanas».
En todos estos años de existencia no hay duda de que resulta un programa de avanzada, desde el punto de vista social y político, tal como lo explica Teresa Muñoz, profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana en su artículo, en coautoría con Lourdes de Urrutia Barroso: Trabajo Social y Políticas Sociales: experiencias de institucionalización en Cuba durante la última década, publicado en la Revista Santiago, de 2011.
«Se considera una vía para la detección y atención a la población necesitada, criterio que se ajusta a lo expresado por Fidel en las conclusiones del 6to. Taller de Universidades”.
En esa ocasión el Comandante en Jefe afirmó: “Nosotros tenemos que crear una sociedad que sea modelo de justicia, de cultura, de preparación, de riqueza espiritual y de solución adecuada a sus necesidades materiales…. El trabajo social tiene una tarea macro estructural dirigida al conocimiento de todos los problemas sociales con el propósito de elevar el nivel cultural de la población”.
Pasados 25 años de la génesis de aquella idea, que, por supuesto, no fue la primera vez que se habló de trabajo social en Cuba, sino en la etapa más reciente, urge auscultar la salud de una labor que sostiene lo más profundo de una nación. Médicos del alma, como los bautizó el Comandante en Jefe.
Un equipo de JR indagó en varios lugares de la geografía nacional acerca de cómo hoy se identifican las causas que condicionan desigualdades y las fuentes de malestar, y en cómo se movilizan recursos humanos e institucionales para satisfacer necesidades y el bienestar de la población.
«Es sintomático que después de 1959 se haya profundizado en la profesión de trabajo social en Cuba y se laborara en función de esta, casi siempre en los momentos de crisis de la sociedad, pues aparece su demanda y eso en alguna medida nos habla de la relación que tiene la profesión con los momentos asociados al cómo late y cómo vive la sociedad cubana», declaró Teresa Muñoz al diario.
Por ello, cuando en la década de los 90 Cuba vivió uno de los contextos más complejos hasta ese momento del período revolucionario y afloraron, entre otros males, las limitaciones económicas, insuficiente eficacia de varias instituciones y contradicciones en la materialización de las políticas públicas, fue una necesidad del país reestructurar el sistema de las políticas sociales.
Sin tiempo que perder, la máxima dirección del país con la Unión de Jóvenes Comunistas como su mano derecha, afrontó el gran reto de ofrecer alternativas de educación y empleo a jóvenes que, como consecuencia de ese escenario nacional, se encontraban en situación de vulnerabilidad.
Ahí están los orígenes de varios programas sociales como son: las escuelas de formación emergente de maestros primarios, de enfermería, de instructores de arte y las de formación de trabajadores sociales, refiere Juventud Rebelde.
«Es una profesión que hay que respetar. Tiene sus esferas de actuación, sus funciones. Tiene métodos científicos para su desempeño, para el involucramiento de las personas y los grupos sociales, los hogares, las familias, las comunidades que queremos transformar. Y no es solo una transformación material del entorno. Lo más importante creo que es el proceso de captura de las subjetividades de las personas que se está produciendo», alegó la investigadora Teresa Muñoz.
«Cuba no es una sola, y precisa de mucha sensibilidad humana, de mucho corazón», aseguró.
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