
Este 8 de septiembre, el primer ministro francés, François Bayrou, perdió de forma abrumadora la moción de confianza que él mismo había convocado en la Asamblea Nacional; ahora, tendrá que dimitir, solo nueve meses después de recibir el cargo.
La política francesa ha estado sumida en un caos desde que el presidente Emmanuel Macron convocó elecciones legislativas anticipadas el año pasado, lo que amplió aún más las ya existentes grietas al interior del Parlamento.
Este escenario, sumado al rechazo de los sectores opositores al plan presupuestario de Bayrou para sanear las finanzas públicas, fue determinante para la caída del cuarto primer ministro de Macron desde 2024.
La deuda incontrolable
El saliente primer ministro francés solicitó el voto de confianza ante el Parlamento luego de solicitar la aprobación de sus impopulares planes presupuestarios. El mes pasado, Bayrou reveló una propuesta para recortar 44 000 millones de euros (equivalente a 51 000 millones de dólares) en el gasto fiscal de 2026, después de que Francia superara una deuda del 5.8% como proporción de su producto interno bruto (PIB) el año pasado, muy por encima del objetivo oficial de la Unión Europea del 3%.
En aquel entonces, el funcionario francés argumentó su decisión afirmando que era necesario tomar decisiones difíciles. Fue entonces la oportunidad de oro para sus opositores de derecha y de izquierda para derrocarlo.
El futuro de la economía del país es uno de los pendientes más urgentes para el Gobierno: Francia se enfrenta a una grave crisis de deuda. Al cierre del primer trimestre de 2025, por ejemplo, la deuda francesa ascendía a 3.3 billones de euros, lo que representa el 114% del PIB.
Lo anterior en una nación en la que la deuda sigue siendo una partida presupuestaria importante, ya que representa cerca del 7% del gasto público.
La deuda francesa se disparó con fuerza, en parte, debido a la generosidad del Gobierno durante la pandemia del covid-19 y el aumento del coste de vida en la V República.
Así las cosas, hasta el mismo ministro de Finanzas, Eric Lombard, ha reconocido la urgencia financiera. Lombard ha dicho que el próximo premier deberá elaborar un presupuesto para 2026 antes del 7 de octubre, un plan que tendrá que ser menos ambicioso que el de Bayrou si quiere tener éxito.
Es posible que la siguiente figura a cargo del Gobierno francés recurra a más impuestos que a los recortes del gasto para reducir el déficit presupuestario. A propósito, los socialistas (de cuyas filas podría surgir el siguiente primer ministro) piden un aumento de impuestos para los más ricos del país que, en su totalidad, recaude unos 15 000 millones de euros.
Diferencias irreconciliables
Antes de la votación de este lunes, Bayrou buscó el apoyo de distintos líderes políticos de todos los sectores para evitar su salida.
El eurodiputado de izquierdas Raphaël Glucksmann se entrevistó con el primer ministro la semana pasada y, luego del encuentro, afirmó que el centrista debía cancelar la moción de confianza si realmente quería negociar. Un punto de vista similar al de los opositores de Gobierno, que tildaron la moción de confianza como un “suicidio político”.
En el caso de la derecha, Marine Le Pen y Jordan Bardella, su pupilo de la ultraderechista Agrupación Nacional, también se reunieron con Bayrou. Juntos le reafirmaron su total rechazo a las soluciones que planteaba y le pidieron nuevas elecciones legislativas.
Una postura que se mantiene hasta el día de hoy. Le Pen, quien fue condenada en abril por malversación de fondos, pidió este lunes “una disolución extremadamente rápida del Parlamento”. A lo que Bardella agregó: “Cuanto antes volvamos a las urnas, antes tendrá Francia un presupuesto”.
Del otro lado del espectro político, Jean-Luc Mélenchon, de la Francia Insumisa, ha dicho que no apoyará a ningún Gobierno que no sea liderado por su partido, mientras que exige la dimisión de Macron.
Más allá de este cruce de posturas, la realidad parlamentaria es ejemplo de la división política. Los legisladores de extrema derecha e izquierda tienen más de 320 escaños en la Asamblea Nacional, mientras que los centristas y los conservadores aliados tienen 210, un terreno demasiado hostil para la supervivencia del Gobierno del centroderechista Bayrou.
La no retirada de Macron
Un punto en el que coinciden los extremos, tanto de derecha como de izquierda, es en su rechazo a Macron. Y Bayrou, como primer ministro del presidente, se convirtió en el blanco de ese descontento hacia el mandatario francés.
Ambos bandos piden cada vez con más fuerza la salida de Macron, a quien responsabilizan por la situación actual del país. Sin embargo, el presidente ha dicho que tiene la intención de “cumplir su mandato” y ha instado a las fuerzas políticas a “encontrar vías de acuerdo”.
(Con información de EFE, AP y Reuters)
Otros artículos del autor:
- Putin afirma que es posible lograr un consenso respecto a las garantías de seguridad para Ucrania
- Granada eliminará juramento a monarquía británica en histórico paso hacia independencia plena
- Triunfo del peronismo y revés para Milei en legislativas de Buenos Aires
- Fortalecen Cuba y Vietnam lazos de solidaridad
- Brasil condena “ataque injustificable” de EEUU a Programa Más Médicos