Fotos: Gerardo Mayet Cruz y cortesía del entrevistado

“Todo comienza con aquel álbum y la colección de postales de los pasajes de la Revolución que mi papá Erasmo Cardona Correoso compra, llena y guarda desde antes de nacer mis hermanos y yo, porque él quería que sus hijos crecieran en un hogar donde se conversara de Martí, Maceo, Fidel y sus valores”, asegura Marcia Cardona Puig, educadora jubilada y reincorporada del círculo infantil Los Mambisitos, en Sierra Caballos.
En Cueto, su ciudad natal, estudia la Primaria y Secundaria. Al finalizar el noveno grado ingresa en la Escuela para Educadoras de Círculos Infantiles en Santiago de Cuba, donde se gradúa cuatro años después. En 1975, mientras cursa el segundo año el plantel, gana el primer lugar de la emulación nacional entre los centros de su tipo y lo premian con la participación en el desfile por el Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución José Martí en la capital cubana.
“Mi escuela abre el bloque donde nos ubican en la multitudinaria marcha. Ahí estaba Fidel en la tribuna, gritamos su nombre para llamar su atención. Fue mi primera vez tan cerca del Comandante en Jefe, momento de mucha emoción que no olvidaré nunca”, narra Marcia como si lo volviera a vivir.
Tras diplomarse, realiza los dos años de servicio social en Moa y al regresar a Cueto ejerce como subdirectora en el círculo infantil Sonrisa de Birán, donde resulta la Mejor Técnica del Año en 1981; la estimulan con un viaje a Varadero y la invitación para estar en la tribuna del acto provincial por el Día Internacional de los Trabajadores, en Holguín.

“Esa fue mi segunda ocasión con el Máximo Líder; esta vez estuve bien cerquita de él y llegué a sentir su energía, escuchar su voz, mirar sus gestos; quise abrazarlo, pero no pude”, acentúa Cardona Puig.
Entonces decide venir a la Isla de la Juventud para vivir con una hermana en La Fe. Rápido se incorpora a trabajar como educadora y transita por varios círculos infantiles hasta que en la etapa (1984-86) está al frente de la casita internacionalista Los Namibios creada para recibir algunas jóvenes namibias víctimas de la Masacre de Cassinga que llegaban encinta y otras que contraían matrimonio aquí.
“En octubre de 1985 acudimos a la Esbec Hendrik Witbooi por la visita de Fidel. Nos ubican en un aula. Casi al mediodía llega la comitiva. De pronto, Fidel entra. Los niños corean: “¡Fidel!, ¡Fidel!, ¡Fidel!” El Comandante nos tira el brazo por encima de los hombros y besa a cada niño y trabajadora.

“Me estremezco al rozar mi mejilla con su suave barba. Tengo ante mí a un hombre alto, con la piel muy blanca y unas manos lindas. Entonces presenta a Kenneth Kaunda, presidente de la República de Zambia, y estallan sus preguntas como ráfagas: “¿Cuántos niños son? ¿Los atienden bien? ¿En qué condiciones viven?…” Así acontece mi tercera vez con él.
“Han transcurrido los años y, con cierta nostalgia, suelo comentarle a mi esposo Pedro Jay Terry que la vida no me dio la oportunidad de poder contactar con algunos de esos niños nacidos aquí en la Isla, en Cuba, o con sus padres para saber el derrotero que tomaron y después escribirle una carta a Fidel contándole que el esfuerzo no fue en vano, lo cual ya no es posible, aunque para mí nuestro Líder Histórico sigue vivo”, concluye.
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