La familia inmensa de Aracelis a los 104 años

“En este cumpleaños 104 me siento muy alegre por haber tenido muchas visitas y llamadas telefónicas felicitándome, llegar a esta edad con buena salud a pesar de haber nacido sietemesina, pero con buen cuidado y compartir con familiares, vecinos y muchos más…”.

Chelo con la gorra del mayor Rafael, su delegado, en un aniversario 104 lleno de detalles y sensibilidad/ Foto: Diego Rodríguez Molina

Son las palabras con que, entre la tierna sonrisa y pausado hablar, Aracelis Sánchez Espinosa, más conocida por Chelo en la barriada de Saigón, Nueva Gerona, relata sus satisfacciones por arribar al onomástico este seis de junio en que no solo relata “la llegada al mundo en 1921 en Lajitas de Media Luna, Manzanillo y su infancia junto a Celia Sánchez Manduley y a su padre, el doctor rural Manuel Sánchez Silveira, quien fuera su primer médico…”.

“Me enorgullezco de él –evoca– porque era muy bueno y servicial, que no acostumbraba a cobrar, un hombre del pueblo, al igual que su hija Celia, quien lo ayudaba en las consultas antes de unirse al Ejército Rebelde”, donde fuera una de las principales colaboradoras de Fidel hasta su muerte en 1980.

“Éramos familia”, agrega quien conserva su rostro y hasta el perfil similar al de Celia, además del carácter afable que las asemeja.

Tampoco olvida “a varios rebeldes que llegaban a casa” donde ella “les preparaba arroz con gallina, puerco asado en púa, café…,” y entre los combatientes que bajaban hasta allí recuerda “no solo a Celia, sino también a Fidel y Vilma Espín”, la heroína que fuera presidenta de la FMC.

En la calle 42 número 1728 reside Chelo con una de sus seis hijos, pero ella aclara “tener más, son no solo nietos y biznietos, sino también muchas amistades y vecinos con los cuales me he encariñado… son como hijos también y para quienes siempre tengo un abrazo, palabras de aliento, una sonrisa, al igual que en cada tarea que hago con amor en casa, en el barrio, en el jardín…”.

Ella es quizá la de mayor edad en la población actual de la Isla de la Juventud, adonde llegó con 70 años y hoy conserva muy buena memoria a la par de la nobleza y sencillez que la distinguen.

Entre quienes llegaron a felicitarla está el mayor Rafael Pantoja Caboverde, combatiente del Ministerio del Interior y delegado de la circunscripción 9 del Poder Popular donde reside la anciana y con quien conversó animadamente durante mi visita invitado por líderes de la zona 80 de los CDR atentos a detalles como estos.

“En este cumpleaños especial no podía faltar mi abrazo ni el reconocimiento de todos los electores” le expresó el oficial, luego de haber recibido ese día un importante estímulo por realizar el mayor aporte a la Patria en la institución, que ese día también estaba de aniversario (64) y cuyo júbilo compartió con la centenaria.

Con ella jaraneó, le deseó mucha salud, le puso su gorra de militar en gesto de cariño, brindó con el café que a ella le gusta, le habló de su labor como representante del pueblo y dialogó con tal sensibilidad que aprecié en pocas palabras el intenso calor humano de esa familia grande que estrecha a los cubanos.

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Isla de la Juventud
Diego Rodríguez Molina
Diego Rodríguez Molina

Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana.

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