
Una nueva era de asedio y máxima presión por los EE. UU. contra Cuba ha iniciado Donald Trump, el tristemente célebre presidente del decadente imperio que desde las primeras jornadas así lo confirma ese gobierno ultraconservador que sueña con ínfulas de emperador.
No solo intensifica las medidas para atacar el sistema político decidido por el pueblo cubano, sino que pretende interferir en su soberanía, como la reactivación del Título III de la Ley Helms-Burton anunciada por el nuevo secretario de Estado, Marcos Rubio y que permite a ciudadanos estadounidenses presentar demandas en cortes de EE. UU. contra entidades que hagan negocios con propiedades nacionalizadas en Cuba, una medida que también reinstaura la Lista de Entidades Cubanas Restringidas, prohibiendo a individuos y empresas estadounidenses realizar transacciones con las entidades incluidas en la lista, sujetas además a otras sanciones económicas.
Como si esto fuera poco, el día del regreso de Trump a la oficina oval, Cuba fue arbitrariamente devuelta a la lista de países “patrocinadores” del terrorismo, apenas seis días después de que el presidente saliente Joe Biden eliminara, tardíamente, a la nación caribeña del espurio registro ante la falta de pruebas para que La Habana figure entre las naciones que patrocinan acciones terroristas.
Pero el castigo incluye mayores controles a las exportaciones, restricciones en la ayuda extranjera, requisitos más rigurosos para la emisión de visas y diversas penalizaciones económicas.
Mas, la decisión calificada por el presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de “arrogante y desprecio por la verdad”, no sorprende ni atemoriza en la Patria de Fidel, bien sabemos que “su objetivo es seguir fortaleciendo la cruel guerra económica contra Cuba con fines de dominación”.
Tal es la alucinación que Marco Rubio –pero puede ser Narco Rubio por sus antecedentes–, se atreve a decir que no quiere venir hasta que tumbe el “régimen”, pero nadie lo ha invitado adonde de nada valen sus amenazas.
Por eso furioso de impotencia falsea, intenta humillar y empuja a la confrontación irresponsable. Los métodos corruptos y deshonestos de él, de su socio Bob Menéndez, ahora en las rejas, y otros anticubanos los convierten en práctica habitual y por encima incluso del interés nacional de EE. UU. está su compromiso con grupos enriquecidos con el odio y el dinero contra Cuba.
Su rencor no es más que la rabia de un político frustrado, que no soporta ver a naciones soberanas plantarle cara y romper el libreto.
Díaz-Canel también ha rechazado sus declaraciones al tildar a Cuba, Nicaragua y Venezuela de enemigos de la humanidad y acusarnos de ser causantes de la crisis migratoria actual.
Son las desvergüenzas y cinismos de los políticos de EE. UU., cuyo apetito expansionista y su inútil pretensión de gobernar al mundo lo convierten en el verdadero enemigo de la humanidad.
Son cada vez más las alertas hechas en diversos foros y países sobre el peligro del neofascismo impulsado desde Washington y a decir verdad las medidas impuestas por Rubio entre 2018 y 2021 fueron la causa principal del aumento sin precedentes de la emigración cubana al vecino país.
Pero sus medidas inhumanas para perseguir e impedir los viajes, la ayuda familiar, los negocios, transferencias, la cooperación e intercambios en todas las esferas afectan también mucho a los estadounidenses y provocado sufrimiento inmerecido en familias cubanas de aquí y de allá.
Cuba no es amenaza para otros países –a quienes ayuda con médicos, vacunas y llevando la luz del saber– y menos amenaza a EE. UU., con cuyo pueblo sus vecinos tienen la voluntad de tener una relación civilizada y respetuosa de las diferencias.
¿Cómo podemos ser amenaza y apoyar al terrorismo si somos víctimas de los criminales protegidos por su gobierno, el mayor terrorista del planeta al llevar la guerra por todos los rincones?
Ahora mismo ese gobierno narco-fascista vuelve a la barbarie de llevar a la Base Naval en Guantánamo a migrantes a un trato inhumano como presos, que degrada a deportados de diversas nacionalidades y ofende a la Patria que alberga contra su voluntad al ilegal enclave militar.
Para colmo, la nación que dice ser paladín de la libertad acaba de retirarse del Consejo de Derechos Humanos, mediante otra orden ejecutiva de Trump, quien también continúa con la suspensión de fondos a la Agencia de la Onu para los Refugiados Palestinos.
Son algunos de los pasos del gobierno de los narcos rubios frustrados en su nueva era de asedio, discriminación e injerencia no solo contra migrantes como “ilegales” despreciados y deportados cual plaga contagiosa, sino también contra la soberanía de los pueblos y los valores y derechos de la humanidad.
Entre garrotes y zanahorias, los rubios de cabello y apellido van por Latinoamérica, pero ya con respuestas antimperialistas más contundentes.