Que en tan difícil año como el 2024, cuyas carencias golpearon con crudeza la Salud Pública cubana y en especial la Atención Materno Infantil, ni una sola madre en la Isla de la Juventud haya muerto por causas vinculadas a la gestación, dice mucho del heroísmo de los hombres y mujeres dedicados a ese servicio.
Redacción digitalDe manera que no haberse registrados fallecimientos relacionados con el embarazo, parto o puerperio, etapas sin dudas tan adversas como decisivas, expresa la voluntad política del Estado y su sistema de Salud en una nación que no escatima esfuerzos para proteger, ante todo, la vida de cada gestante, puérpera e infante.
Pero mayor es el mérito al lograrlo de forma consecutiva en los últimos 22 años junto a otros loables resultados en el 2024 como una tasa de mortalidad infantil de 8,8 por cada mil nacidos vivos en menores de un año y aunque superior a la media nacional, mejora respecto a los 9,3 del año precedente.
Comparable con el de naciones desarrolladas resulta ese último comportamiento, que además supera al de varias provincias del país, pero es aún más halagüeño dado el complejo contexto actual del país en medio de adversidades ocasionadas por los efectos del recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de EE. UU. y el incierto panorama mundial, los cuales generan déficit de recursos para las instituciones de salud y todo su sistema desde una atención primaria priorizada.
Tampoco se quedan en las estadísticas esos parámetros dados a conocer por el Ministerio del ramo en este inicio del 2025.
Todos son demostrativos del empeño de médicos y enfermeras de la comunidad, con cobertura de profesionales, quienes laboraron junto a ginecobstetras, genetistas, neonatólogos, pediatras y facultativos de especialidades afines como las de cuidados intensivos neonatales, pediátricos y de adultos, unido a las de cirugía, anestesiología y paramédicos.
Lo logrado igualmente obedece a la estabilidad y cobertura del médico y enfermera de la familia –que este cuatro de enero cumplió más de 40 años– en consultorios, además de varios puestos sanitarios.
Como fruto de lo anterior aumenta la captación de embarazos, seguidos por estrictos controles a estas mujeres en consultorios, donde también buscan preventivamente afecciones genéticas, orientan la lactancia materna exclusiva y realizan la vacunación.
Esta última es otra verdad de la que poco se habla, y es que durante estos 12 meses no se detuvo el programa de inmunización de 11 vacunas para la prevención de 13 enfermedades, entre las prioridades de trabajo para mejorar los indicadores, brindar especial atención al control del Riesgo Reproductivo Preconcepcional, promoviendo la gestación en el momento adecuado para la pareja.
Y teniendo en cuenta lo riesgoso del embarazo en la adolescencia, se refuerza en esas edades la educación para la salud, mas, no como acción aislada, sino como parte del especial seguimiento que perfecciona la calidad de la atención prenatal desde las instituciones y grupos de la red asistencial.
Solo así se atenderá diferenciadamente a gestantes con enfermedades asociadas al embarazo y el control de los riesgos, frente a los cuales desempeñan un papel fundamental los hogares maternos, mejorados aquí en el 2024.
No dejan de estar latentes en profesionales y beneficiados insatisfacciones diversas de resultados que pueden mejorarse, pero es mayor lo logrado de conjunto con otros organismos a favor de este grupo poblacional.
Se trata de todo un programa (conocido por Pami) desde donde se realizan los indispensables manejos a la mujer grávida, al lactante y al niño, que ya antes de nacer tiene garantizada no solo la vida, sino también su protección plena y porvenir.
Así lo aseguran numerosas leyes y un avanzado Código de las Familias que considera a los infantes sujetos de derechos, subordinado a sus padres con responsabilidad parental es cierto, pero con reconocimiento a su autonomía y capacidad progresiva como no establecía antes ninguna norma jurídica.
(*) Colaborador