El primer país de América Latina en erradicar el analfabetismo hace 63 años, comenzará este lunes un nuevo curso escolar que amplía el camino abierto con Fidel y garantiza a todos los niveles la gratuidad de la enseñanza.

Verdadero suceso de pueblo constituye este momento cual fiesta del barrio para el que no solo se preparan miles de educadores en el empeño de hacer del aprendizaje y la formación integral de los alumnos de todas las edades objetivo supremo de su labor. También se suman miles de trabajadores del sector y demás entidades en aseguramientos diversos, mientras los muchachos regresan a la escuela o se incorporan por primera vez.
Muchos lo harán con el entusiasmo de rencontrar a amigos y profesores, otros con la curiosidad de descubrir un mundo nuevo, pero todos pueden tener la felicidad que no disfrutarán millones de infantes en numerosos países donde la enseñanza es inaccesible para la mayoría por ser negocio y mercancía.
Pero al calor de estos esfuerzos por el alegre inicio de la etapa lectiva, dedicada a los 130 años de la caída en combate de José Martí y al aniversario 65 del proceso de transformación de cuarteles en escuelas liderado por Fidel, se confirma lo importante del estrecho vínculo entre la familia y la escuela.
Después de los padres y familiares, las personas más importantes en la educación de su prole son los maestros que este lunes realizarán junto a la comunidad los actos de bienvenida.
Así, todo se pone en función de una etapa decisiva donde lo más importante será estudiar, aprovechando al máximo cada jornada en escuelas y espacios complementarios al proceso docente como talleres y museos.
Mas, el júbilo compartido tiene mayor significación si se tiene en cuenta que Cuba sufre desde hace más de seis décadas un criminal bloqueo económico por parte del gobierno de los EE.UU., arreciado con crueldad, mentiras, nuevos ataques y el ensañamiento a millones de hogares cubanos.
Por eso resulta admirable mantener en tan adversa coyuntura una cobertura universal y gratuita de la enseñanza, junto a los servicios de Salud, y confirma la voluntad de dar continuidad a uno de los pilares, reconocido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
No importa que las carencias materiales por la compleja situación económica aprieten el cerco a una nación, que, sin embargo, destina cerca del 20 por ciento de su presupuesto a preservar esta conquista, por lo que gracias a ese gran esfuerzo habrá para cada infante un puesto seguro en las aulas.
Hoy con razón se involucra más a las familias y al barrio con los planteles escolares para educar a la comunidad en la protección que no debe faltar a nuestros niños e implementar el Tercer Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación con sus trascendentes cambios curriculares.
Como afirmara la ministra de Educación, Naima Trujillo Barreto: son avances “tremendamente favorables” que también constituyen garantía para la calidad, a pesar de la difícil situación económica, y en lo cual resulta imprescindible, enfatizó, no solo el rol de las escuelas y los maestros, sino también de las familias y las diferentes instituciones.
Una de sus mayores fortalezas es justamente afianzar ese vínculo entre la familia y los centros, además de priorizar la motivación por el estudio de las carreras pedagógicas y profundizar en el trabajo preventivo en labor mancomunada con las organizaciones frente a las drogas y otras desviaciones.
Martí afirmó que la educación no solo era responsabilidad de las instituciones docentes, sino que todos los ciudadanos tenían el deber de propiciar el desarrollo de la enseñanza como elemental compensación a lo recibido. “Al venir a la tierra, –escribe– todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás”.
Igualmente Martí afirmó que la educación era tarea de las instituciones docentes, y de muchas otras, al igual que la escuela no educa solo para sí, para prever sus problemas internos; también para vivir en sociedad al salir de ella y en ese empeño se trabaja para sembrar en los educandos la cultura del rechazo a las ilegalidades e indisciplinas, priorizar la formación cívica y multiplicar la honestidad y la virtud que nos hará una sociedad mejor, con hombres y mujeres capaces de responder a las exigencias de su tiempo.