Idalys, la novia eterna del judo

Idalis Ortiz cayó ante la serbia Milica Zabic. Foto: Roberto Morejón.

Todavía recuerdo la hora, el día, y las palabras respetuosas que me dijo la primera vez que la entrevisté. Era el año 2007, en un tatami del Cerro Pelado. Pesaba menos de 100 kilogramos y fácilmente podía ser una segunda criollita Wilson, para no quitarle el puesto a la primera, que decía ser Estela Rodríguez, una de las imprescindibles del judo cubano y que junto a Daima Beltrán le llenaron de premios mundiales y olímpicos la división que le tocaba defender desde ese momento, bajo las órdenes del polémico, pero vencedor Ronaldo Veitía.

Desde entonces siempre fue afable, detallista, carismática y sincera, y al mismo tiempo fuerte, segura, decidida y optimista. Por eso festejó como si fuera ella la campeona el bronce de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Veo las fotos de aquella tarde y es la clásica muchacha de 18 años que no comprende el valor del ramo de flores entregado, aunque lo aprieta fuerte en el podio y sonríe, siempre sonríe.

Cuatro años más tarde, con trenzas rojas, blancas y azules, como la bandera que tanto defiende y nunca le falta en su maletín, se consagró con la quinta y última dorada olímpica en la historia de la selección femenina cubana de judo. Londres es para ella Los Beatles, el Big Ben, el río Támesis, el Palacio de Buckingham y su oro ganado en Hantei. Saltó, se abrazó al “Gordo” y todos saltamos y nos abrazamos a ella desde el televisor que la vimos sonreír, otra vez sonreír.

Hasta la tierra de la samba fue a enamorarnos con nuevas emociones. La plata olímpica en Río de Janeiro 2016, cuando en los segundos finales acudió a la técnica de sacrificio, lejos de rebajar un escalón a lo ya conquistado, la reafirmó como una de las imprescindibles de todos los tiempos en su categoría, por encima incluso de chinas, japonesas y demás grandulonas, que nunca comprendían el secreto de la artemiseña, quien al entrar y salir del tatami se diferenciaba de todas las judocas por estar siempre sonriente.

Hasta la propia cuna de este marcial llegó esta novia del judo, en medio de una pandemia y con la pérdida de su padre. No pocos especialistas hablaron de ella con frialdad en Tokio y solo con ippones, victorias y una plata forjada en el sacrificio del entrenamiento les cerró la boca y los hizo escribir sobre su cuarto podio olímpico, algo destinado solo a cinco nombres más: los franceses Teddy Riner, Clarisse Agbegnenou y Angelo Parisi, la japones Ryoko Tamura y su otrora compañera de equipo Driulis González.

A la cita de París 2024 clasificó con mil dificultades y su preparación no pudo ser igual. Pero ella no soporta las justificaciones y volvió a apostar al amor, ese que estaba intacto. El primer combate fue de puro trámite y en pocos segundos lo liquidó, pero minutos más tarde, la serbia Milica Zabic, aprovechó la fuerza de la juventud y le sacó tres shidos por pasividad, algo poco común para una judoca acostumbrada a ser fulminante con su técnica de hombro.

En esta ocasión no pude entrevistarla. Ni siquiera me atreví a llamarla por WhatsApp para una exclusiva o darle el último aliento. El judoguis azul que llevaba puesta puede guardarse en la vitrina más preciada, al igual que cada uno de sus ippones en 20 años de carrera. No era el adiós deseado, pero era adiós al final. Salió despacio, hizo la reverencia de siempre, y sonrió. Era la sonrisa más inconforme, con tintes de despedida.

Idalys Ortiz es la novia eterna del judo cubano. Y todos los que las hemos querido, amado y vivido cada premio, sabemos que este 2 de agosto del 2024 es tan solo un nuevo pacto de sentimientos. Ojalá todos las novias por venir tengan tanto coraje, valor, sacrificio, honestidad y calidad. Que nadie enjuague sus lágrimas por ella. Es duro, muy duro verla regresar sin la medalla acostumbrada por 16 años, pero tanta historia y felicidad compartida no merece llantos hoy, sino otro beso, como los novios fieles.

Idalis Ortiz cayó ante la serbia Milica Zabic. Foto: Roberto Morejón.

Otros artículos del autor:

Cuba
Colaboradores:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *