Lo generalizado es que demanda un producto o servicio tiene que tener una relación de enfrentamiento con quien oferta…

Aclaración imprescindible: no trataremos sobre la Ley de la Oferta y la Demanda gracias a la cual el mercado calificado de ciego en el capitalismo, puede guiarse y lo ha hecho muy bien para fijar precios y regular la producción.
Tal vez por tener la palabra Ley ha creado confusiones en Cuba, donde es frecuente que la vinculen con el derecho y la jurisprudencia, y hay quienes han llegado a sostener que los precios que ponen están dentro de la ley porque es por acuerdo entre comprador y vendedor.
Han pasado ya muchos años desde que comenzó a hablarse de mercado “a oferta y demanda”, y ante mi pregunta un funcionario explicó que había que ponerse de acuerdo, y que los clientes tendrían que aprender a regatear.
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Desde entonces no he vuelto a ver al muy científico respondedor, aunque si lo encuentro, no creo ser capaz de reconocerlo, pues ni recuerdo a qué entidad representaba, pero lo cierto es que con las experiencias acumuladas, han aumentado las preguntas que tendrían implícitas las categorías de sus respuestas.
Podría redactar los siguientes párrafos de manera conceptual, pero serán anecdóticos con la total seguridad de que los amables lectores serán capaces de aportar muchas más según lo que han vivido, o mejor dicho: padecido en esas compra-ventas regidas por la tan llevada y traída oferta y demanda.
Aquello de que un cliente contento es el mejor amigo del comerciante quedó en el olvido, pues abundan actitudes como la del revendedor que sin pagar impuestos ni nada, ofertaba mantequilla con el pregón de que era de fábrica y lo hacía a toda voz en plena calle Céspedes en el mismo centro de Santa Clara.
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Un potencial cliente lo llamaba, pero el todopoderoso revendedor parecía no escucharlo, por lo cual le avisé que tenía un potencial cliente, pero sin siquiera voltearse, siguió su camino mientras me respondía sin mirar: Yo no voy a ir allá, si quiere que venga hasta donde yo estoy.
Un domingo, en una de las llamadas ferias (de estas hablaremos en otra ocasión) en la conocida como Pista de Vigía Sur en el barrio santaclareño del Escambray, escuché a una mujer de avanzada edad decirle al vendedor: “ayer sábado esto no estaba tan caro”.
La respuesta fue una explicación digna de figurar en los textos de más alto nivel científico para explicar las razones de las subidas de los precios. Textual: “Señora, le subí el precio para evitar los revendedores, pues ayer estaba muy barato y los revendedores me los compraban al por mayor, y entonces yo lo vendo ahora al precio que ellos lo venden”.
En cuanto a regatear, lo primero es preguntarse quién se atreve, pues si se da el caso de que el señor vendedor se molesta, además de subir aún más el precio, pudiera negarse a vender, y para quien diga que existen leyes e inspectores, sí, existen, pero ¿qué?.
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Hay quienes piensan que todo se resolverá con la abundancia, lo cual abordaremos específicamente en otra ocasión, por hoy, contaremos cómo hemos notado que rara vez los productos sobran para ser vendidos en otra ocasión, lo cual pudiera denotar que calculan científicamente cuánto venderán sin satisfacer las necesidades, para evitar que la oferta se vaya por encima de la demanda.
No ha terminado el tema que es inagotable, y si el lector quiere compartir alguna anécdota, tiene a su disposición el espacio de comentarios digitales al final del post.
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