Por diversos que sean los logros en los principales frentes de la segunda ínsula cubana, todos tienen como denominador común la materialización de la consigna Sí se puede, enarbolada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz en el territorio hace 30 años en la recordación del 26 de Julio de 1994, cuando los pineros y la juventud cubana ganaron la sede del histórico acto central por el Día de la Rebeldía Nacional, en momentos en que enfrentaban con creatividad y firmeza desafíos sin precedentes en uno de los años más adversos del período especial.

Cuando pocos en el mundo apostaban por nuestra capacidad de resistir y vencer ante la adversidad y el reforzado cerco imperialista, desde la Isla de la Juventud se dio una respuesta contundente que trasciende tiempo y distancias.
Eran los dramáticos años del período especial provocado por causas externas: caída del campo socialista y desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. El Producto Interno Bruto cayó un 34,8 % y se deterioró la alimentación de los cubanos, sufrimos apagones de varias horas diarias y se paralizaron partes notables de la industria y el transporte público, pero a pesar de ello se lograron preservar la salud pública, la educación y la dignidad.
Y fue en el acto nacional por el Día de la Rebeldía Nacional que el territorio pinero y la juventud habían ganado por sus resultados en ese adverso 1994; cuando las carencias empezaron a sembrar en algunos el desánimo; Raúl Castro, entonces segundo secretario del Partido, dijo con palabras que aún palpitan:
“…allí donde los cuadros saben impregnar en todo el pueblo la convicción de que Sí se puede, se avanza en el mejoramiento de la situación alimentaria, paso a paso, pero firmemente, consolidando lo logrado y manteniendo el rumbo hacia delante”.
Sin sacudirse el polvo del camino y después de rendir el más ferviente homenaje al Libertador Simón Bolívar y firmar por Cuba el Convenio Constitutivo de la Asociación de Estados del Caribe, Fidel presidió el masivo acto, y allí, en lo que sería la última visita del Comandante al municipio, su hermano lo calificó “el más preclaro hijo de Cuba en este siglo, aquel que nos demostró que sí se podía intentar la conquista del cuartel Moncada; que sí se podía convertir aquel revés en victoria…”.
Dos años antes y como muestra de las iniciativas locales, había expresado el General de Ejército lo que sería antecedente de la consigna: “Lo están demostrando los pineros, que si se resiste y se lucha, se vence”, mientras los militantes de la vanguardia política y la Unión de Jóvenes Comunistas creaban su batallón agrícola para poner a producir apartados parajes, el pueblo se movilizó en diversos frentes, reajustó la economía, desarrolló nuevos renglones, potenció las fuerzas productivas, preparó para resistir en opción cero (de petróleo) y aplicar las directivas del Comandante en Jefe para el período especial.
Más, no hubo opción cero para los revolucionarios, con la energía imprescindible se multiplicó por miles en arrozales, instalaciones y barriadas, a tal punto que el pueblo se fue a pie al Monumento Nacional Presidio Modelo en marcha combatiente aquel 26 inolvidable de 1994.
Con una reducción de combustible superior al 52 por ciento respecto a 1989, la ínsula mantuvo su vitalidad, aumentó la producción de viandas y vegetales con respecto al año anterior, alcanzó cerca de 23 millones de huevos y superó en más de dos lo planificado, por solo mencionar algunos indicadores de la resistencia.
Ese propio año, los pineros disponían de 540 camas hospitalarias (de solo 25 en 1959), 400 médicos y estomatólogos (de seis al triunfo de la Revolución), 101 centros docentes de todas las enseñanzas (con apenas contadas escuelas y aulas rurales 35 años antes), con 3 674 maestros (que dejan atrás los 51 de 1959) y 26 483 estudiantes (de 1 355 en el 59), 13 presas y cinco micropresas (inexistentes antes), 700 kilómetros de viales (que no rebasaban los 60), al igual que los 1 092 kilómetros de líneas de distribución de electricidad (y no superaban los 95), entre otros exponentes del avance y las transformaciones sin paralelo.
A esas realizaciones se suma la cifra inédita de 6 802 becarios extranjeros de 22 países, aporte solidario impensable tres décadas anteriores a 1994.
La frase se hizo actitud a lo largo y ancho de la nación y trascendió fronteras.
“La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba)
–precisó Raúl al clausurar la IV Cumbre de Petrocaribe– ratifica que Sí se puede construir un mundo mejor”, luego de subrayar que “mediante la unidad, la cooperación solidaria y la complementariedad de las economías es posible sobreponerse a las más difíciles circunstancias y salir adelante”, en una convocatoria que hoy adquiere mayor vigencia ante las serias amenazas imperiales contra los pueblos de Nuestra América.
Hace pocas semanas, en el VIII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, su primer secretario y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, enfatizó: “…El bloqueo no ha podido en seis décadas vencer la dignidad del pueblo cubano ni la inmensa obra colectiva y social de la Revolución. El bloqueo recrudecido en estos tiempos, tampoco lo logrará.
“El pueblo cubano continuará asestando reveses al imperio, y como expresó el General de Ejército, la historia ha demostrado que sí se pudo, sí se puede, y siempre se podrá.
“Los convoco -expresó a sus compatriotas el mandatario- a la rectificación como práctica permanente, a enfrentar con voluntad, esfuerzo e imaginación las tendencias negativas que emergen como la mala hierba en los momentos difíciles.
“De Fidel y de Raúl aprendimos -subrayó antes- a desechar el lamento inútil y a concentrarnos en buscar salidas, a convertir los desafíos en oportunidades y los reveses en victorias”.
Es la estratégica voluntad aliada de los cubanos para desterrar la ineficiencia, el desorden, la indolencia, el descontrol y la insensibilidad, entre otros males cuando asoman la cabeza, y compulsa la consigna, además, a eliminar la burocracia, el derroche, la improvisación, la indisciplina, el irrespeto, el dañino egoísmo y otros defectos que hacen más estragos que las limitaciones materiales.
En ese empeño por hacer de cada día del almanaque un 26, un julio de cada mes del calendario y un Moncada triunfante de cada compromiso, los pineros tenemos la dicha de haber compartido con nuestros guías históricos la convicción de que sí se pueden derrotar el desaliento, la desconfianza e inercia que le hacen el juego al enemigo, porque es convicción hecha pueblo y camino.
A tres décadas, esa convicción hoy se materializa en transformaciones en muchos ámbitos, la revitaliza el proceso nacional a eliminar distorsiones y reimpulsar la economía y prosigue en la convocatoria del movimiento Sentir Pinero, que también implica hacer cada quien más desde su puesto, colectivo y barrio.